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El Día Internacional de la Mujer Rural se celebra el 15 de octubre con la finalidad de visibilizar la importancia que supone la aportación económica, social y cultural de las mujeres en áreas rurales de todo el mundo y su decisiva contribución a la seguridad alimentaria y la paz mundial. Es evidente que las mujeres rurales son la fuerza que mantiene vivos a nuestros pueblos, pero no debemos olvidar que dos de cada tres personas que se marchan del campo a la ciudad son mujeres.
Resulta preciso reconocer la gran labor que realizan las Asociaciones, como AFAMMER (Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural), desde hace más de 40 años, ayudando y formando a las mujeres rurales para conseguir la igualdad y reconocimiento de sus derechos. Lógicamente, hay que resaltar la gran labor de la presidenta nacional de AFAMMER, Carmen Quintanilla Barba, que en la IV conferencia de la Mujer de Beijing, trabajó para conseguir un día Internacional para que las reivindicaciones de las mujeres del mundo rural fueran oídas.
AFAMMER, ha elaborado un manifiesto en el que se reivindica:
1. Un pacto a nivel global que acabe con las desigualdades entre lo rural y lo urbano, para romper las discriminaciones y la falta de oportunidades para las mujeres.
2. Incrementar la creación de empleo y el emprendimiento de la mujer rural para favorecer su inserción laboral, su empleabilidad y su inclusión social.
3. Fomentar la conciliación y la corresponsabilidad en los hogares rurales. Igualmente, se debe potenciar su liderazgo en la toma de decisiones en el hogar, en las cooperativas, organizaciones agrarias, etc.
4. Potenciar la presencia de la mujer en el campo para asegurar el relevo generacional de la agricultura y la ganadería.
5. Impulsar su liderazgo en la toma de decisiones de las cooperativas y organizaciones agrarias. Actualmente, las mujeres sólo ocupan un 12% de los puestos de decisión de las empresas, un 9% en los consejos rectores y un 4% en la presidencia de estas.
6. Dotar de infraestructuras y habilidades digitales a la población de las zonas rurales, especialmente para romper con la brecha digital entre el mundo rural y el urbano.
7. Conseguir que las niñas y mujeres jóvenes estén representadas en los estudios y carreras STEM.
8. Garantizar los derechos de las mujeres mayores evitando la soledad no deseada. Resulta imprescindible subrayar que la falta de atención médica y de diversos servicios de apoyo a la salud y a la autonomía personal está provocando un aumento de la soledad no deseada y una injustificable vulneración de sus derechos a una vida digna.
9. Acabar con el silencio en torno a la violencia de género que, según los datos existentes, el número de mujeres maltratadas que denuncian o verbalizan su situación disminuye en función del tamaño del municipio en el que viven.
10. Mantener las alianzas que las mujeres rurales hemos construido para mantener vivo el legado de otras mujeres que han propiciado que se pueda hablar y avanzar en igualdad y futuro.
Actualmente, hay que valorar que el mundo rural presenta una situación en la que, a pesar de las dificultades, se ha conseguido visibilizar los valores de las mujeres y progresar en derechos. Sin embargo, estos avances son insuficientes y no se puede hablar de igualdad real de oportunidades.
Hay que reconocer que, somos muchas las mujeres que hemos conseguido con resiliencia y trabajo romper estereotipos de género fuera del ámbito estrictamente rural. Igualmente, en el mundo rural muchas mujeres son emprendedoras y con una extraordinaria capacidad están desarrollando tareas consideradas estrictamente de los hombres, manejan maquinarias, potencian las cooperativas, etc. No cabe duda de que, siempre han sido y serán, las mujeres fundamentales para que las zonas rurales puedan seguir avanzando y puedan formarse en igualdad de condiciones, con ayudas y becas que así lo posibiliten.
Como se ha indicado, el maltrato se centra en mujeres del mundo rural y, especialmente, mayores y con discapacidad. Efectivamente, son muchas las mujeres que padecen una soledad no deseada y no pueden alzar su voz contra las injusticias que soportan. Consecuentemente, tenemos que ser las mujeres que hemos podido, a pesar de las discriminaciones, conseguir una situación social más adecuada, las que alcemos la voz y defendamos los derechos de todas las personas, especialmente de las menos favorecidas. Debemos conseguir que los esfuerzos de nuestras abuelas y madres no queden en saco vacío porque solo avanzando en derechos y libertades podremos conseguir un mundo mejor en el que las mujeres del mundo rural son la clave.
(*) Ascensión Palomares Ruiz es coordinadora de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER) en Albacete
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