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Navidad

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Las luces que adornan ya nuestras ciudades y pueblos nos anuncian que estamos en Navidad. Un año más. Y en estas fechas, no puedo resistirme y, aunque ya no tengo responsabilidades en el sector agroalimentario de nuestra tierra, quiero reivindicar el buen hacer de las explotaciones familiares agrarias de Castilla-La Mancha, las cooperativas y las empresas que se comprometen con nuestro medio rural y su futuro.

Una forma de hacerlo es consumiendo nuestros productos de calidad diferenciada, englobados en la marca colectiva Campo y Alma. Me siento muy orgulloso de esta marca regional que, poco a poco, se tiene que ir dando a conocer y llevando a nuestra región a todos los rincones de España. Para ello, es necesario contar -y buscar- con el compromiso de las empresas grandes que, en los ámbitos del queso, el vino o el aceite, por ejemplo, apuestan por nuestras denominaciones de origen o indicaciones geográficas protegidas y que son capaces de conquistar los lineales de la distribución o las mesas de los restaurantes. Cuando la creamos, identificamos esta tarea, que sigue siendo la más importante para ampliar la influencia de una marca que debe aportar valor añadido a las figuras de calidad con las que cuenta Castilla-La Mancha.

En estas fechas es momento de presumir de queso o cordero manchego, miel de la Alcarria, aceite de oliva virgen extra de cualquiera de nuestras cuatro denominaciones de origen, azafrán de la Mancha, ajo de Las Pedroñeras o cebolla de la Mancha, por citar sólo algunas. Con todas ellas me siento muy identificado después de años de esfuerzo compartido.

Pero me van a permitir hoy una mención especial a una muy reciente, la denominación de origen de la nuez de Nerpio. Tengo el honor de ser embajador de esta nuez, en la que se aúnan las mejores características de nuestros pueblos y nuestra tierra. Se trata de un producto único, extraordinariamente saludable, parte de la dieta mediterránea y gracias al cual, se potencia la actividad económica de la Sierra del Segura. Además, compartimos la marca con pueblos de nuestra región hermana de Murcia. Merece la pena tenerlo en nuestras mesas en estas fechas navideñas.

Y, por supuesto, no olvidemos brindar con el mejor vino, el nuestro. Nuestras diez denominaciones de origen cubren el mayor territorio de viñedo del mundo y hacen posible el milagro del vino en casi cualquier rincón de Castilla-La Mancha.

No olvidemos que todos somos Campo y Alma.

¡Feliz Navidad!

Las luces que adornan ya nuestras ciudades y pueblos nos anuncian que estamos en Navidad. Un año más. Y en estas fechas, no puedo resistirme y, aunque ya no tengo responsabilidades en el sector agroalimentario de nuestra tierra, quiero reivindicar el buen hacer de las explotaciones familiares agrarias de Castilla-La Mancha, las cooperativas y las empresas que se comprometen con nuestro medio rural y su futuro.

Una forma de hacerlo es consumiendo nuestros productos de calidad diferenciada, englobados en la marca colectiva Campo y Alma. Me siento muy orgulloso de esta marca regional que, poco a poco, se tiene que ir dando a conocer y llevando a nuestra región a todos los rincones de España. Para ello, es necesario contar -y buscar- con el compromiso de las empresas grandes que, en los ámbitos del queso, el vino o el aceite, por ejemplo, apuestan por nuestras denominaciones de origen o indicaciones geográficas protegidas y que son capaces de conquistar los lineales de la distribución o las mesas de los restaurantes. Cuando la creamos, identificamos esta tarea, que sigue siendo la más importante para ampliar la influencia de una marca que debe aportar valor añadido a las figuras de calidad con las que cuenta Castilla-La Mancha.