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No todo el contenido que nos llega es información y mucho menos conocimiento

23 de marzo de 2023 11:59 h

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Ayer tuvimos nuestra tercera experiencia anual. Un taller sobre habilidades informacionales dirigido a futuro profesorado de Educación Primaria. Empezamos con el primero en el curso 2020-2021, hablando, como no podía ser de otra manera, sobre la pandemia y la cantidad ingente de noticias falsas generadas en torno a la misma. El segundo año acaparó el contenido del taller la guerra de Ucrania. Y este curso, Alicia Avilés, periodista en este medio en el que ahora escribo y facilitadora del taller del que os hablo, ha incorporado concienzudamente la reflexión en torno a la importancia de adquirir la habilidad informacional, sobre todo porque la sociedad actual, independientemente de la clase social, el género, la edad, el nivel educativ, tiene a su disposición mucha información y es necesario saber discriminar aquella que no es objetiva y que no está cuidada.

Ya no hace falta centrarnos en uno u otro fenómeno social, sino que es más importante centrarse en la necesidad de adquirir esta habilidad informacional para que, sea cual sea el acontecimiento del que se hable en los medios, las personas (en este caso estudiantado) sepan tomar decisiones informadas y críticas sobre lo que leen, ven o escuchan.  

Es sabido por todos que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), mal llamadas “nuevas tecnologías” ya que de nuevas no tienen mucho a estas alturas, han modificado la difusión de la información y por tanto su consumo, haciendo posible que cualquier persona sea receptora de información e incluso proveedora de la misma.

La primera vez que escuché la palabra 'prosumer' casi me caigo de la silla. Escuchaba atónita como el ponente se refería al docente prosumidor como aquel que además de consumir ('consumer') contenido, también lo produce, participando así en el proceso de diseño del servicio o producto, en este caso, de tintes educativos. Y os confieso que de esto no hace tanto tiempo. Ahora, sin embargo, observo con cierta sonrisa la cara atónita de mi alumnado cuando yo utilizo este concepto.

La habilidad informacional nos permite ser capaces de reconocer una necesidad de información y, además, de identificar, localizar, evaluar, organizar, comunicar y utilizar dicha información de forma efectiva, tanto para la resolución de problemas como para el aprendizaje a lo largo de la vida.

Lo que pasó con la información del coronavirus

Sin embargo, los resultados de una encuesta sobre las percepciones informacionales en torno a la COVID-19, que tuve la oportunidad de desarrollar con la profesora de Sociología de la Universidad de Valencia, María Ángeles Abellán, nos indicaban que la información transmitida en aquel momento de pandemia había sido contradictoria, manipulada y sobreabundante, de hecho, empezó a oírse frecuentemente el término infoxicación, hasta entonces desconocido por la mayoría, para referirse a la sobrecarga de información (sea rigurosa o falsa) sobre la pandemia (infopandemia o infodemia) y sus consecuencias. Además, en términos generales, se obtuvo que las personas no solían contrastar la información que recibían por distintos medios y que su confianza hacia la misma aumentaba en la medida que accedían a la información ellos mismos. Es decir, la población mostraba una falta de hábito en contrastar información para procesar y discriminar correctamente los contenidos informativos.

Esta percepción de la información sobre la pandemia hubiera sido totalmente diferente si la población hubiera tenido desarrollada esta habilidad informacional de la que estoy hablando, ya que les hubiera permitido saber buscar y contrastar la información que se iba recibiendo.

Por todo ello, y para cualquier información que podamos imaginar, es necesario adquirir al menos el hábito de dudar, de antes de dar un “like” o apretar el botón de compartir y reenviar, contrastar si la información que leo, veo o escucho es verdadera o falsa, para que no nos tomen el pelo, para poder decidir por nosotros mismos y ser críticos con los contenidos, y solamente así, evitar malentendidos, desinformación y decisiones equívocas, como transmite Alicia en el taller. Porque la habilidad crítica para el éxito académico y profesional, así como para la participación activa y efectiva en la sociedad en general comienza en saber que no todo el contenido que nos llega es información y mucho menos conocimiento, que a veces solo son datos y otras sólo son (y no es poco) desinformación.

Ayer tuvimos nuestra tercera experiencia anual. Un taller sobre habilidades informacionales dirigido a futuro profesorado de Educación Primaria. Empezamos con el primero en el curso 2020-2021, hablando, como no podía ser de otra manera, sobre la pandemia y la cantidad ingente de noticias falsas generadas en torno a la misma. El segundo año acaparó el contenido del taller la guerra de Ucrania. Y este curso, Alicia Avilés, periodista en este medio en el que ahora escribo y facilitadora del taller del que os hablo, ha incorporado concienzudamente la reflexión en torno a la importancia de adquirir la habilidad informacional, sobre todo porque la sociedad actual, independientemente de la clase social, el género, la edad, el nivel educativ, tiene a su disposición mucha información y es necesario saber discriminar aquella que no es objetiva y que no está cuidada.

Ya no hace falta centrarnos en uno u otro fenómeno social, sino que es más importante centrarse en la necesidad de adquirir esta habilidad informacional para que, sea cual sea el acontecimiento del que se hable en los medios, las personas (en este caso estudiantado) sepan tomar decisiones informadas y críticas sobre lo que leen, ven o escuchan.