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Norway

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Desasosegante el calor húmedo de Oslo en estos días. La alegría se va ajustando como una rueda de bicicleta cuarteada. Es un arte dominar todos los radios de la existencia. La noche nórdica en invierno, absoluta, el silencio se convierte en un toro blanco que muge en las maderas de los barcos. Munch pintó solo el verano nórdico, prescindió del invierno y su luz saturnal, en casi ningún lienzo de Munch aparece la nieve, pero sus soles eran auroras boreales. En el verano nórdico el sol es una rueda quieta, no sigue el arco del día, sino una línea ligeramente ondulada. Siguiendo ese sol te pierdes. Ellos en el muelle de Brygge hablan y hablan de cine, uno le cuenta a los otros una película alemana entre copas de chardonnay. ¿Cuál? El cielo sobre Berlín de Wenders. No podía ser otra. La narración dura tres veces más que el propio metraje. El que cuenta la historia se detiene en los detalles como el sol en el cielo, nunca desaparece en el horizonte. ¿A dónde has llegado? No lo sabes, no lo sé. Poco a poco se llega, poco a poco se sabe. No quedó memoria de la ilusión de ir. Lo único que no se borró fueron nuestros cuerpos: no sabemos bailarlos.

Ocurre siempre, nunca ha dejado de suceder lo que ocurría hoy mismo. No se espera que suceda, ese suceder no interfiere en el tiempo, solo ocurre, después todo parece volver a un estado normal, a ese ayer. Un estado de espera en el que lo ensoñado se espiga, o florece el futuro un poco antes de ser. Son solo señales, y el mismo valor tiene lo espigado que lo que se rompe a través de la floración. Ocurre, el amor buscado nunca se llega a explorar verdaderamente en un contrario, solo ese amor que ocurre, que logra desplazarse de uno a otro en un choque de destinos es el que verdaderamente ocurre, y siempre ocurre. Ahí sale un árbol inesperado.

La muerte tiene para cada uno un sonido y un olor ¿Será el tuyo como el chillido de una ballena en el vacío, una sucesión de chillidos azules que no llegan a nadie? Lo vi en Munch. Todos los días iba al museo. Hojas con melaza, se pega a tus dedos el aire, llevas una hoja de arce en la frente. Delante de 'Amor y dolor' de 1893 de Munch: ¿Cuál es tu color preferido? Y dije el beige, claro, decolorado. Simboliza la perdida. Mis zapatillas son de ese color. Los diferentes marrones y ocres de Extremadura, lo carnal de la tierra, las extensiones beige de septiembre. Ahora hay que cruzarlas. Desespera y desilusiona de la misma manera que haya cambiado tanto el lugar como que haya permanecido igual después de veinte años. Es una rémora que no sepamos calibrar de manera justa, ya no verdadera, sino justa las cosas, finalmente ninguna lección.

En el muelle de Brygge,  un alemán que habla y habla y habla hasta que ya ha explicado y destripado todo, y por último ha unido cien palabras a una raíz extraña. Dale un terrón de tierra seca y lo humedecerá con su aliento. No querrá desmenuzarlo, sino guardarlo como polvo del futuro. Un día se despertará solo, extrañado de su soledad, y se volverá loco al querer explicársela al mundo. No será capaz de morir en silencio. En el Brygge bebo vino español junto a dos portugueses que trabajan en las plataformas.

Les cuento una historia. El Sémois, un río francés, un pequeño riohacia el Mosa. Por casualidad me bañé una vez en él, ni siquiera sabía cómo se llamaba y por eso tuve miedo en el momento de entrar en sus aguas. Tardé un tiempo en saber en qué río me había bañado, incluso pensé en un primer momento que había sido en el Escalda. Lo que ayuda un nombre a estar en el mundo. Pero aquí los ríos no tienen nombre. En el parque deVigeland: La luz es el ánimo del hombre, la luz es, solo es el grado de expresión que puede llegar a alcanzar el hombre normal. Él habla en consonancia a la luz, ama igual. Todo es gracias a la luz, el día provee, la noche te destila. A mayor luz no hay más sombra, solo la que mereces. Tampoco el amor es mayor o menor, es el justo.

¿Escribes para que te vean los otros en el acto de escribir? ¿Escribes desnudo para que te vean los otros en el acto de escribir desnudo delante de los otros?

Museo Munch, a la tres de la tarde: Frente al cuadro llamado el Grito se apiña el gentío, en su mayoría orientales fotografiándose delante del cuadro. Falta de pudor. Se les debería obligar a hacerlo desnudos, condición sine qua non. Resulta burdo el espectáculo. Ese ser pintado por Munch, con las manos tapándose los oídos, expuesto a las ondas del mundo, en el que el sol agoniza y nunca se pone. Un cielo ondeante, la escena a punto de ser tragada por la energía del mundo. El chillido amarillo del ser. El rostro desfigurado por la angustia. ¿Y tú? ¿Escribes para que te vean los otros en el acto de escribir? ¿Escribes desnudo para que te vean los otros en el acto de escribir desnudo delante de los otros? ¿No sientes pudor al escribir desnudo delante de los otros? ¿No? ¿Acaso no es opaco y oscuro todo lo que escribes, y por eso no sientes pudor ni extrañeza mientras escribes expuesto a los otros? Te expones, es necesario exponerse, y que el texto sea a la vez la exposición y una prolongación de tu desnudez. Quien lo lea tendrá la sensación de estar desnudo también y expuesto a los otros. Cúbrelo de cielo, de hierba, tápalo. Está desnudo, lo llamas el Nogen. Nogen, lo pronuncia el ciego junto a la puerta.

Por el olor sabe quién está desnudo y quien vestido. Hay demasiado ganado e interferencias en el museo. En el parque de Frogner a media tarde: “Sin calma se produce una nueva barbarie” “El juego es la esencia de la belleza” “El callar le da profundidad al habla” Me llevé a Oslo estas frases de Byung-Chul-Hang, y ya pesaban mucho. No quería llevar demasiado peso, llevarme a mí mismo ya era un peso absurdo. Como tarea en la ausencia les dejé a los otros “Si existe Auschwitz no puede existir Dios” de Primo Levi, y pensé ¿Nos abocamos? ¿De nuevo nos abocamos? Hay que hacer caso a las señales. Nunca el hombre ha acumulado tanta experiencia. El registro de experiencias llega hasta más allá de Nabucodonosor. Los espectros nos hablan desde los pliegues de la condición humana. Cuidado otra vez con los imbéciles, la maldad está a tus pies.

Lo que vi no me gustó, lo que vi me gustó. Tenemos siempre dos frases para lo mismo. El agua quema y está fría. Aquí todo está limpio a cambio de toneladas de basura. El apocalipsis es una gran fuente de esperanza. Para alcanzar un grado de bondad, sabiduría y saber estar en este mundo hay que estar rodeado de canallas e idiotas. Uno de estos idiotas se lo decía a otros idiotas en el muelle de Fergene, mientras se mecían en un barquito alrededor de una cubitera llena botellas-La basura europea es más limpia que la basura india-. Frente al 'Beso' de Munch: No vivas en islas le decía a menudo, no vivas en ellas. Sus nombres engañosos, flores que huelen a otras, no a sí mismas. No vivo en islas le contestaba ¿O tú eres una? ¿Por qué rompen dos amantes a los que el sol ha llamado a ser entrañados? El fuego se quema y el agua se ahoga. No siente su propio calor ni su propia sed. En el tren a Bergen: Francia está muerta. Francia es el país más aburrido del mundo. Ahora lo arreglan todo a palos. Francia tiene fiebre. La fiebre francesa es nuestra infección.

En un pueblo apartado al norte de Bergen: Nada un mutilado en un lago, escorado debe encontrar su forma de nadar, un nuevo estilo. Llegar a un lugar y no poder hablar, no poder decir casi nada ¿Tu nombre? Un nombre también se hace entender, contra todo. Un nombre aquí es largo, una sola palabra, cosida a ti mismo. Tus apellidos cosidos o atados a tu nombre, y luego el cepo del sol, nunca alto, siempre en el largo arco del verano nórdico, una órbita rastrera, lejano, un poco más pequeño y menos redondo que el ojo, quieto parece quemarse tras un silo de centeno. Frente al cuadro 'Ansiedad' de Munch: ¿habría que desaprenderlo todo? ¿Y cómo? ¿De golpe o al precio de la lentitud? Lo mismo que se tardó hacia un lado también hacia el otro. No, debe tener otro ritmo, el de las consecuencias, y otra manera de ser irradiado, por ejemplo, desde otro sol o estrella. Otra intensidad.

No concibes que pueda ser de día siempre, y que un sol deje paso a otro. ¿Pero cuáles son los fines, ese para-que? Lo imposible posibilita otra fuerza, otra atracción. Algunas aves ya ha probado la falta de gravedad. La memoria del vuelo pesa en uno. EnTønsberg: Una casa amarilla, se suponía que en la larga noche del invierno noruego se veía desde muy lejos. Siempre estaba allí, con la puerta abierta. Reflectaba. De día, a pleno sol una ardiente referencia. Duelen las luces encendidas a la hora del ángelus. No se puede aportar más luz a la luz, ni más sentido al sentido, es sobrexposición. El sol es lo que es, así es perfecto.

Desasosegante el calor húmedo de Oslo en estos días. La alegría se va ajustando como una rueda de bicicleta cuarteada. Es un arte dominar todos los radios de la existencia. La noche nórdica en invierno, absoluta, el silencio se convierte en un toro blanco que muge en las maderas de los barcos. Munch pintó solo el verano nórdico, prescindió del invierno y su luz saturnal, en casi ningún lienzo de Munch aparece la nieve, pero sus soles eran auroras boreales. En el verano nórdico el sol es una rueda quieta, no sigue el arco del día, sino una línea ligeramente ondulada. Siguiendo ese sol te pierdes. Ellos en el muelle de Brygge hablan y hablan de cine, uno le cuenta a los otros una película alemana entre copas de chardonnay. ¿Cuál? El cielo sobre Berlín de Wenders. No podía ser otra. La narración dura tres veces más que el propio metraje. El que cuenta la historia se detiene en los detalles como el sol en el cielo, nunca desaparece en el horizonte. ¿A dónde has llegado? No lo sabes, no lo sé. Poco a poco se llega, poco a poco se sabe. No quedó memoria de la ilusión de ir. Lo único que no se borró fueron nuestros cuerpos: no sabemos bailarlos.

Ocurre siempre, nunca ha dejado de suceder lo que ocurría hoy mismo. No se espera que suceda, ese suceder no interfiere en el tiempo, solo ocurre, después todo parece volver a un estado normal, a ese ayer. Un estado de espera en el que lo ensoñado se espiga, o florece el futuro un poco antes de ser. Son solo señales, y el mismo valor tiene lo espigado que lo que se rompe a través de la floración. Ocurre, el amor buscado nunca se llega a explorar verdaderamente en un contrario, solo ese amor que ocurre, que logra desplazarse de uno a otro en un choque de destinos es el que verdaderamente ocurre, y siempre ocurre. Ahí sale un árbol inesperado.