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Nuevos aires

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, comparece en la sede nacional del PP para entregar los avales necesarios para formalizar su candidatura, en la calle Génova, a 9 de marzo de 2022, en Madrid (España)

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Titular un artículo 'Nuevos aires' estos días precisamente en que somos testigos de una calima “extraordinaria” nunca vista, al menos con este alcance e intensidad, o duración, con un color marciano en el cielo que nos ha recordado a algún relato de Lovecraft, y con un horizonte ciego por el polvo en suspensión, que de momento no es radioactivo, es pura coincidencia.

Ya en un libro escrito hace bastantes años (2005) por Miguel Delibes (escritor) y su hijo Miguel Delibes de Castro (científico) sobre las agresiones que propinamos de forma alegre e insensata al planeta ('La Tierra herida'), se preveían este tipo de calimas desaforadas como una de las consecuencias del cambio climático, al desaparecer o alterarse las barreras naturales que hasta ahora habían mitigado o frenado su avance hacia el norte.

Feijóo asume estos días con total indiferencia (tras haber dado a entender lo contrario) que la ultraderecha entre en el Gobierno de Castilla y León ante lo que el PP europeo pone el grito en el cielo por este movimiento tan pernicioso para los valores europeos, y Radio Nacional de España afirma congratulada que parece que con Feijóo llegan “nuevos aires” a la política española. Este es nuestro nivel de intoxicación.

El protagonista de nuestra actualidad distópica es Putin. El dirigente político más putinesco que tenemos en España es precisamente Santiago Abascal, de la misma forma que en Brasil lo es Bolsonaro y en USA Donald Trump. Pero el modelo y prototipo original de esa tropa recauchutada y fuera de sí es Putin. Déjense confundir por las semejanzas porque efectivamente son la misma cosa y representan lo mismo.

De Santiago Abascal dijo Sánchez Dragó que no es amigo de leer libros porque es un hombre de “acción”. Pero claro, la acción sin una cabeza que la guíe es cualquier cosa menos una buena noticia. La acción por la acción (que ya señalaba Umberto Eco como uno de los principios rectores del movimiento fascista), sin una inteligencia ni una información que dirija los actos, solo puede conducir a disgustos, descalabros, y desastres. En los casos de Trump y Putin ya hemos visto que esa ecuación no falla. Quizás por ello VOX no da pie con bola ni sabe dónde tiene la cabeza en ninguno de los temas que nos preocupan y agobian.

En la pandemia (18 millones de muertos) se apuntó al negacionismo y a la bronca, intentando pescar en río revuelto de la forma más mezquina. En el desafío ecológico y el cambio climático (como no lee no se entera) apuesta por negarlo todo, que es más cómodo y placentero, en plan “pan para hoy y hambre para mañana” y “ojos que no ven corazón que no siente”. Aquí también el negacionismo es un caladero de votos desinformados que al final es lo único que les importa. En fin, nuestro Putin particular está en la línea de otros grandes machotes de la escena actual que piensan que Greta Thunberg es una “niñata” a la que se debería prohibir hablar. ¿Cambiaría algo si lo que dice Greta Thunberg lo dijera por ejemplo David Attenborough? Pues efectivamente: dicen lo mismo.

En lo político (o incluso en lo geopolítico) VOX apuesta como es sabido por “hombres fuertes”, “sin complejos”, tipo Trump, tipo Putin, tipo Bolsonaro, en la línea clásica o rancia de los Mussolini de pelo en pecho y poca sesera. Unos en tanque, otros a caballo,... Al final da lo mismo porque debajo del casco solo tienen aire. Se limitan a hacer daño y crear problemas sin solucionar ninguno. Pero no se preocupen porque Feijoo sí tiene cabeza y además es un moderado. No hay más que ver cómo y con quién ha empezado su aventura “renovadora” y liberal. Ya digo: “nuevos aires”.

Y luego está la guerra que suelen traer indefectiblemente los hombre fuertes que no leen. Al fin y al cabo la guerra es la culminación de la necedad. Ya hemos empezado a escuchar lo mismo de siempre: que de esta salimos mejores pero que de momento no lo vamos a pasar bien. O sea lo mismo que escuchamos a modo de lenitivo opiáceo con la estafa financiera de 2008, con el austericidio subsiguiente, y con la pandemia del coronavirus, etcétera.

Y yo me pregunto: Entre las medidas de respuesta a la guerra y como instrumento para aumentar la “resiliencia” ante este nuevo golpe imprevisto ¿Se menciona por algún lado lo de aumentar los sueldos de los trabajadores españoles, que están entre los más cutres de Europa? Como el objetivo final y verdadero del PP ha sido siempre y sigue siendo acabar con los servicios públicos (Sanidad, Educación, etcétera), de manera que solo tengan “Estado del Bienestar” los muy ricos y de rebote de ahí salga un negocio privado que solo beneficia a muy pocos, la fórmula simplista y sin duda torpe que siempre ofrece este partido para afrontar las crisis económicas es la bajada generalizada de impuestos.

Pero como ocurre en los contratos turbios, nos oculta la letra pequeña y no declara lo que de ahí se deriva: que nos quedamos sin sanidad pública, sin educación pública, y demás elementos básicos e imprescindibles de un Estado del Bienestar “a la europea”, que ya de hecho está en mínimos por las políticas neoliberales que se han seguido durante las últimas décadas tanto por el PP como por el PSOE. Parece más sensato que esta propuesta fruto del fanatismo ideológico, bajar los impuestos a los más necesitados y subirlos a quien declara beneficios “extraordinarios” o incluso “caídos del cielo”. Sobre todo si pensamos que una menor desigualdad (que en nuestro tiempo no para de crecer) evitaría muchas polarizaciones en la sociedad y no pocas guerras. No olviden tampoco cuál fue el origen de la última onda separatista en Cataluña: las políticas neoliberales, la corrupción de las élites de uno y otro lado, y el austericidio. 

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