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Tras las elecciones municipales del pasado 28 de mayo se han constituido los nuevos ayuntamientos nacidos del voto ciudadano.
Me dolió y mucho que durante la campaña electoral se hablara, por parte de determinados partidos, más de temas ajenos a los propios de la ciudad y sus vecinos y nos trasladaran el clima de crispación que algunos vienen extendiendo desde hace demasiado tiempo en el país, poniendo en peligro incluso el propio sistema.
Por estas fechas, hace 44 años yo también tomaba posesión como concejal de la primera Corporación democrática de Albacete, tras el final de la dictadura fascista.
Muchos son los recuerdos, y casi todos buenos, de mi paso como concejal de aquel Ayuntamiento que presidió Salvador Jiménez y de cuyo equipo de gobierno formé parte, tras el acuerdo de coalición entre el PSOE y el PCE -partido este último al que con orgullo pertenecía- para gobernar e intentar transformar está maravillosa ciudad que es nuestro Albacete. Creo que ese fue el espíritu general de la inmensa mayoría de todas ellas.
Entre los recuerdos, el primero de ellos tiene que ver con la calidad humana de la mayoría de los concejales y concejalas y sobre todo que todos antepusimos los intereses de la ciudad a los particulares o de partido. Hoy persiste la amistad con todos ellos.
El segundo fue la capacidad de diálogo, y de entendimiento que hubo entre los tres grupos políticos -UCD, PSOE Y PCE- y eso hizo posible la gran transformación de nuestra ciudad.
El tercero fue la entrega y el esfuerzo de todos y todas y nuestro compromiso para con los intereses de la ciudad y de sus ciudadanos y éstos estuvieron por encima de todo.
El cuarto es que junto al gran equipo que formamos estaba una persona como Salvador Jiménez, con conocimiento, sensibilidad, capacidad de diálogo y de liderazgo.
Y en quinto lugar, ¡cómo se me va a olvidar!, que el 23 de febrero de 1981 un grupo de militares fascistas intentaron arrebatarnos por la fuerza la libertad y la democracia que habíamos conquistado, intentando dar un golpe de Estado. Y recuerdo como si fuera ahora mismo la tensión vivida aquella noche en el Ayuntamiento.
Sé que muchos ayuntamientos han cambiado, no solo de equipos y personas, sino de signo político, con entrada en los equipos de gobierno de gentes con ideas más propias de tiempos anteriores a la Constitución y de aquellos primeros ayuntamientos democráticos, o que incluso aplaudieron el golpe de Estado del 23F y eso me preocupa y mucho.
Hoy miro la ciudad de Albacete, mi ciudad y me siento orgulloso de ella, y solo pido al y los nuevos equipos que piensen de verdad en su ciudad, en su pueblo y sobre todo en sus ciudadanos y ciudadanas con el claro objetivo de hacer la vida mucho mejor a todos, empezando por los que más los necesitan y eso se logra con diálogo, con propuestas serias que piensen más en los débiles que en los poderosos, más en acortar las tremendas diferencias sociales que en agrandarlas, en defender los servicios públicos en lugar de destruirlos, en definitiva en hacer más habitable y humana la ciudad donde vivimos y donde se piense de verdad en el bienestar ciudadano.
Fue para mí un orgullo haber sido concejal del primer Ayuntamiento democrático de esta ciudad y haberla servido, y solo pido hoy que aquel espíritu de diálogo al servicio de la ciudad y sus ciudadanos sea el que prime.
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