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No sé si hace falta Gobierno. Escuché a menudo que las Administraciones Públicas siguen funcionando aunque falten los gobernantes o estén en funciones. Lo cierto es que las jerarquías de las instituciones han de marcar las líneas de actuación, la filosofía del trato al público. Confieso que yo, defensor a ultranza de lo público, a veces me desespero por lo que parece un desprecio o, al menos, un olvido de la esencia del servicio a los ciudadanos. Esta primera semana de julio, que he estado profesionalmente de vacaciones, la he gastado miserablemente en relacionarme con distintos organismos en un Toledo cálido y en el que las distintas Administraciones parecen obviar que los ciudadanos somos copropietarios de los servicios públicos, que pagamos con nuestros impuestos. Y no hay derecho a que aquel viejo grito inmortalizado por Larra de “Vuelva usted mañana” siga rabiosamente vigente nada menos que 183 años más tarde.
No hay derecho, por ejemplo, a que dos pruebas médicas prescritas por un médico de urgencias a una de mis hijas el 30 de abril con carácter preferente, tras reiterar en varias ocasiones la cita, hayan sido notificadas para unas fechas de cerca de un año una y otra para más de un año. Y nos dicen que mejoran las listas de espera…Tras distintas visitas a consultas encontré personas que entendieron la barbaridad que se había producido y dentro de unos días realizarán ambas pruebas diagnósticas y, consiguientemente, podremos acudir al especialista que las solicitó. Pero nadie sabe la desesperación que entra ante tanta insensibilidad por un problema médico que podría tener gravedad.
Otra batalla ha sido la renovación del DNI y la expedición del pasaporte. La Administración Electrónica está muy bien pero no puede considerarse como un método exclusivo de relación con el ciudadano. Y cuando surge un problema parece lamentable que no se pueda contactar telefónicamente o por otro medio con una persona, con un funcionario y no sólo con unas locuciones enlatadas que no están programadas para resolver problemas.
Que una cita en las oficinas del DNI sea para mediados de septiembre parece una tomadura de pelo pero es real. Tras varias visitas a la oficina, en una de las cuales me confirmaron que “el jueves saldrían nuevas citas”, me encontré con respuestas que me encomendaron buscase en cualquier oficina de otras provincias. Y he ido consiguiendo y anulando citas en Puertollano, Avila, Ciudad Real, Alcázar de San Juan…, como si yo fuera un raro coleccionista de citas administrativas…¡Tiempo y más tiempo! Pero como la “bondad” del Ministerio del Interior es infinita, este jueves efectivamente han publicado nuevas fechas y horas y he podido capturar justo a las 9 de la mañana las dos citas necesarias. Claro que la felicidad no es perfecta, y ahora sólo me faltan citas para el pasaporte, porque la oficina de Toledo ha considerado que no son necesarias. Y marcharé a otra provincia…¿Lo de dosificar las citas es para hacer rabiar a los ciudadanos? ¿Para qué veamos quien tiene la sartén por el mango?
¿Alguien reflexiona en la Administración sobre estas cuestiones? He pensado que tal vez no sustituyen las vacaciones de los empleados públicos y que por ello se producen estos retrasos. Pero otros sufridores me indican que esto es lo habitual.
Unos trámites obligados y necesarios no pueden tener estos plazos de resolución y, sobre todo, no puede haber una incomunicación tan grande entre Administración y ciudadanos. Los servicios públicos no son de los gobernantes ni de los funcionarios: son de los ciudadanos y al servicio de ellos deben de estar de forma eficaz y rápida.
Podría seguir enumerando, siempre con las estupendas excepciones que confirman la regla, las esperas en unidades administrativas por los desayunos del funcionario de turno, que se entenderían si tuvieran la duración prescrita por las normas. Pero cuando te dicen con toda tranquilidad que quien lleva el asunto está desayunando y a veces transcurre unan hora, debería caerse la cara de vergüenza…
La prestación de los servicios públicos requiere una voluntad y una obligación de servir al ciudadano. Los errores se entienden y los problemas también. Pero les aseguro que pasar una semana de julio resolviendo problemas ante las distintas Administraciones Públicas enciende mucho los ánimos. Y no sólo por el calor.
En los años de la transición y luego con la llegada del PSOE al poder, los temas relacionados con los servicios públicos eran una prioridad. Ahora parece que nos hemos acostumbrado a la rutina y vemos cómo normal que los ciudadanos vuelvan mañana. O cuando sea menester.
Tal vez sí haga falta Gobierno. Pero unos gobernantes que entiendan que están al servicio de los ciudadanos y no de sus propios intereses personales o partidistas.
No sé si hace falta Gobierno. Escuché a menudo que las Administraciones Públicas siguen funcionando aunque falten los gobernantes o estén en funciones. Lo cierto es que las jerarquías de las instituciones han de marcar las líneas de actuación, la filosofía del trato al público. Confieso que yo, defensor a ultranza de lo público, a veces me desespero por lo que parece un desprecio o, al menos, un olvido de la esencia del servicio a los ciudadanos. Esta primera semana de julio, que he estado profesionalmente de vacaciones, la he gastado miserablemente en relacionarme con distintos organismos en un Toledo cálido y en el que las distintas Administraciones parecen obviar que los ciudadanos somos copropietarios de los servicios públicos, que pagamos con nuestros impuestos. Y no hay derecho a que aquel viejo grito inmortalizado por Larra de “Vuelva usted mañana” siga rabiosamente vigente nada menos que 183 años más tarde.
No hay derecho, por ejemplo, a que dos pruebas médicas prescritas por un médico de urgencias a una de mis hijas el 30 de abril con carácter preferente, tras reiterar en varias ocasiones la cita, hayan sido notificadas para unas fechas de cerca de un año una y otra para más de un año. Y nos dicen que mejoran las listas de espera…Tras distintas visitas a consultas encontré personas que entendieron la barbaridad que se había producido y dentro de unos días realizarán ambas pruebas diagnósticas y, consiguientemente, podremos acudir al especialista que las solicitó. Pero nadie sabe la desesperación que entra ante tanta insensibilidad por un problema médico que podría tener gravedad.