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Una oportunidad para los municipios ribereños de Entrepeñas y Buendía

Plataforma de los ríos Tajo y Alberche de Talavera de la Reina

Miguel Ángel Sánchez

Presidente de la Plataforma en defensa de los ríos Tajo y Alberche de Talavera de la Reina —

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Nos hemos acostumbrado a hablar con cifras, olvidando que detrás hay nombres, personas, situaciones, futuros. En el caso de los embalses de Entrepeñas y Buendía, enclavados en el corazón castellano de la provincias de Cuenca y Guadalajara, con demasiada frecuencia se deja de lado la realidad, para ceñirse a cifras, números, convertidos por más de cuarenta años de expolio y abandono en simple cantera de la que extraer materia prima, en este caso agua, para satisfacer la demanda insaciable e insostenible del trasvase Tajo-Segura.

Mientras escribo –tarde del 16 de mayo– el trasvase Tajo-Segura se lleva 26 m3/s, cuatro veces más de lo que sale hacia el propio Tajo, y –por comparar– casi el doble de la demanda puntual del Canal de Isabel II. Ese caudal implica más de 2 hm3 al día, lo que, también como ejemplo, consumen Guadalajara, Talavera de la Reina o Toledo en 3 ó 4 meses. La sangría de Entrepeñas y Buendía es obscena y sin sentido. El trasvase a día de hoy ya sólo obedece a cuestiones políticas, de inercia ajustada a meros intereses partidistas y electorales.

El famoso Memorándum, plasmado por el Gobierno de Mariano Rajoy en el Real Decreto 773/2014, no ha sido enmendado ni en una coma por el Gobierno de Pedro Sánchez. Simplemente con modificar su Artículo 1, introduciendo un «hasta» en lo relativo al trasvase de 38 hm3 en situación Nivel 2, daría un respiro al insostenible e irrespirable marco regulatorio.

El trasvase Tajo-Segura debería tener los días contados, aunque la maquinaria del Estado década tras década ignore y desprecie la realidad de la cabecera del Tajo, la disminución de un 50 % en sus aportaciones desde que comenzó a operar el trasvase; que ignore a los municipios ribereños, meros supervivientes en la hidrocolonia. La propia Memoria del Anteproyecto General de Aprovechamiento conjunto de los recursos hidráulicos del centro y sureste de España, de noviembre de 1967, fijaba en 50 años el período de vida de la infraestructura, prácticamente consumidos.

Este 16 de mayo a las 00:00 h, Entrepeñas y Buendía sumaban 833,67 hm3 (sólo el 33 % de su capacidad total), el primero a un 56,20 % y el segundo al 22,11%. Entraban 40 m3/s. Salían 26 m3/s hacia el trasvase y 6 m3/s hacia el Tajo. Quedan para los embalses 8 m3/s, que permiten que su cota cada día suba aún unos 5 cm en cada uno de ellos. Esto es especialmente importante en Entrepeñas, porque el 56 % de llenado equivale al 67 % de la superficie del embalse inundada, aproximadamente 2.160 hectáreas, una cifra elevada teniendo en cuenta que en los últimos años la errónea explotación del sistema de embalses, los ha llevado a volúmenes almacenados y superficies encharcadas ínfimas.

Se recupera de esta manera –al menos en Entrepeñas– el modelo de gestión que prevaleció en las décadas previas al trasvase, con oscilaciones de lámina de agua por encima del 60 % en volumen, pero con superficies encharcadas superiores al 75-80 %, que daban la sensación de llenado y que tanto contribuyeron al desarrollo económico en aquellas décadas de los municipios ribereños. El agua en Entrepeñas supera la cota de 705 metros, aproximándose al canal de conexión con Buendía, situada sobre los 709. Si se hicieran las cosas bien, el próximo otoño/invierno se alcanzaría, y las aguas del Tajo podrían pasar a Buendía, como lo hicieron por última vez el año 1997.

Pero esta situación de limitada bonanza puede tener los días contados, porque el Gobierno sigue empeñado en castigar al Tajo, a los municipios ribereños, y trasvasa al máximo que da el canal; pese a que no se precisa agua del trasvase en Levante ni para beber ni para regar. Según el último informe de la Comisión de Explotación fechado el 1 de abril, en los 6 primeros meses del año hidrológico sólo se habían consumido 28,90 hm3 para abastecimiento (se continúa incumpliendo flagrantemente el Artículo 60 de la Ley de Aguas sobre la prevalencia de los abastecimientos frente a los regadíos, con aguas propias de la cuenca del Segura); y 20,50 hm3 en regadío. En total 49,40 hm3. Pero el Gobierno de España había aprobado en el mismo tiempo trasvasar 104,60 hm3, más los 38 hm3 de abril, en total 142,60 hm3. 93,20 hm3 más de los necesarios.

Pero hay más: a principios de año hidrológico, el 1 de octubre, había retenidos en la cuenca del Segura, según la WEB de la Confederación Hidrográfica, 159,151 hm3 trasvasados los años anteriores y no gastados, más las decenas o cientos de hm3 guardados sin control en balsas de riego. Oficialmente hay 159,151 hm3 del Tajo, más 93,20 hm3, en total, más de 250 hm3 arrancados al Tajo, que deberían estar en los embalses de regulación de cabecera, y todo ello en una situación de fuertes lluvias y aportaciones en la cuenca del Segura.

Ya no es necesario el trasvase, pero como digo, da votos y la inercia, gobierne quien gobierne en Madrid, no cambia, porque por mucho que cambien el rótulo y el nombre del Ministerio, las políticas hidrológicas siguen ancladas en los años sesenta del siglo XX.

Estamos ante una oportunidad única, y más ante las circunstancias sobrevenidas con la pandemia del COVID-19, de impulsar la economía de los municipios ribereños de Entrepeñas y Buendía. Durante los últimos 10 años, los 22 municipios que conforman la asociación, han perdido más del 20 % de su población. Han sido ignorados, considerados como ciudadanos de tercera categoría por los distintos Gobiernos que desde Madrid sólo han visto hectómetros cúbicos que trasvasar, y votos que cosechar en Levante. No han existido.

Pero sus recursos naturales, culturales, miles de hectáreas de agua cristalina están ahí, perfectos para un tiempo que nos obliga a volver la mirada hacia nuestros territorios y espacios más cercanos. Y olvidados.

La ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico y su secretario de Estado de Medio Ambiente, deberían darse cuenta de que sólo con el ejemplo darán credibilidad a un Ministerio de nombre tan rimbombante, como hueco en planteamientos reales para la gente real, la gente que aún, a duras penas, intenta sobrevivir en esa España que han llamado vaciada, pero que en la mayoría de los casos, como en las tierras ribereñas de los embalses de Entrepeñas y Buendía, simplemente es la España expoliada.

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