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Las 48 mujeres que limpian los 14 centros de mayores de Bienestar Social en la provincia de Toledo llevan ya cuatro meses sin cobrar. Desde que hace un par de años el Gobierno de Castilla-La Mancha puso a estas mujeres a disposición de la mercantil Netalia Servicios Integrales, no han cobrado ni un solo mes en tiempo y forma.
Ahora, la última nómina que les abonó su empresa fue la de febrero: poco más de mil euros las afortunadas que tienen contratos a jornada completa; menos de 200 las que trabajan a tiempo parcial cinco horas por semana. Con eso han sobrevivido ellas y sus familias marzo, abril, mayo y lo que va de junio. Cuarto Milenio debiera investigar cómo se las apañan.
Llevamos meses y meses denunciando y advirtiendo a la Junta. Ya la previnimos antes de contratar con Netalia. La propia Inspección de Trabajo, en dos actas durísimas de enero de 2020, certificó que esta empresa no era sino una más del grupo Raspeig, cuyo propietario, el señor Enrique Blanco, la constituyó para poder seguir beneficiándose de contratos públicos cuando la originaria ‘Servicios de Limpieza y Mantenimiento Raspeig' quedó legalmente imposibilitada para aspirar a cualquier concurso por su escandalosa acumulación de deudas con Hacienda, con la Seguridad Social y con miles de trabajadoras de la limpieza de toda España, mujeres al servicio (subcontratado) de administraciones públicas de todos los colores y niveles, incluida la Junta de Castilla-La Mancha.
Pese a esos antecedentes, el consejero de Hacienda, Juan Alfonso Ruiz Molina, asesorado por su secretaria general, Esperanza-Macarena Saiz Ramos, y en aparentemente escrupuloso cumplimiento de la legalidad vigente, quiso preservar el inalienable derecho del señor Blanco a crear cuantas empresas pueda utilizar para explotar a mujeres trabajadoras; y le volvió a agasajar con unas cuantas contratas. Aunque, dado que Raspeig ya no podía concursar, se las adjudicó a Netalia.
Los reiterados impagos del nuevo artefacto mercantil del señor Blanco terminaron por poner un poco colorado al Gobierno de Castilla-La Mancha, que recientemente decidió rescindir con Netalia el contrato de la limpieza de los centros de mayores de la provincia de Toledo, y sacarlo de nuevo a concurso. Pero no se ha presentado nadie. Lógico: la legislación y la jurisprudencia española sobre contratas obliga a la empresa adjudicataria de un servicio externalizado a hacerse cargo de las deudas de su predecesora. A ver quién es el incauto y manirroto empresario que carga con el debe acumulado por Netalia.
La primera y brillante idea de Esperanza-Macarena Saiz Ramos para solucionar este problema fue pedir a las trabajadoras que perdonaran su parte de la deuda. Total -debió de pensar, mirando con un ojo las escuálidas nóminas de las limpiadoras y con otro su propia cartilla de ahorros- ¿quién no puede prescindir de mil o dos mil euros de nada?
Lamentablemente, las trabajadoras descartaron el ejercicio de caridad cristiana sugerido por la secretaria general de Hacienda, así que la señora Saiz Ramos ha tenido una nueva ocurrencia: ha dividido el contrato en diez lotes, a ver si dividiendo entre diez las deudas del señor Blanco, encuentra unos pocos empresarios que se animen a hacerse con alguna de la decena de bicocas que tiene en oferta la JCCM: la limpieza del centro de mayores de Illescas por un lado, la del de Polán por otro; Urda, Quintanar, Añover, Ocaña, Oropesa… “¡Me lo quitan de las manos, oiga!”, pregona la secretaria general espoleando al empresariado. La guinda, para los más osados y emprendedores, es el lote de dos centros, dos, a limpiar en Talavera; y el premio gordo, el de Toledo capital, que incluye cuatro.
No acaba aquí el emplasto maquinado por Esperanza-Macarena Saiz Ramos para salir de este atolladero. La mayoría de estos diez pliegos salen con recortes; de forma que casi todas las trabajadoras verán reducidas sus jornadas y, consecuentemente, sus salarios.
De paso, y ese es otro efecto canalla de la chapuza ideada por la secretaria general de Hacienda, al trocear la actual plantilla al servicio (subcontratado) de la delegación de Bienestar Social en Toledo, las 48 trabajadoras se subdividen en grupos minúsculos, todos ellos menores de seis salvo el del lote de Toledo capital, de forma que pierden el derecho a tener representantes sindicales.
Así, si las empresas que sustituyan a Netalia incurren en impagos, tropelías, abusos o incumplimientos, cada trabajadora tendrá que resolverlo individualmente con su empleador, como hace Messi con el presidente del Barca, por ejemplo. Relaciones laborales de altura. Modernas, progresistas.
Entre tanto, ¿qué ocurre con las trabajadoras? Siguen yendo a trabajar, que investigue también la nave del misterio de Cuarto Milenio cómo pagan el autobús de ida y vuelta desde su casa al centro de trabajo que les toca limpiar. ¿Esperan cobrar algún día? Cada dos meses, la asesoría jurídica de CCOO solicita al juez -y obtiene, menos mal- el embargo preventivo de las liquidaciones que la Junta tiene pendientes de abonar a Netalia, para garantizar que ese dinero se destina a pagar las nóminas de las trabajadoras.
Señora Saiz Ramos, señor Ruiz Molina, ¿creen que se puede vivir así? Bueno, doy por hecho que ustedes sí y que el señor Blanco también; lo que pregunto es si creen que las trabajadoras de la limpieza al servicio (subcontratado) del Gobierno de Castilla-La Mancha han tenido en los últimos años un trato digno. Y si van a tener, en el futuro troceado y recortado que han diseñado ustedes para ellas, un trabajo digno.
Ya les anuncio que ellas y CCOO van a luchar porque así sea. Les va la vida en ello.
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