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El pensamiento único

9 de marzo de 2023 10:22 h

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Para los pensadores únicos, todos los que no piensan como ellos son “populistas”, término que como dijo aquel sabio vale para un barrido y un fregado. Otras veces dicen “bolcheviques”, término arqueológico que ya no describe nada. Si se esfuerzan y exprimen sus neuronas dicen “tontos”, aunque es evidente que no hay nada más tonto que el pensamiento único y unidimensional que ellos profesan con fe ciega. Y nunca mejor dicho lo de ciega, porque ni perciben ni atienden a los hechos. Eso pareciera.

Hace pocos días el consejero de sanidad de Castilla-La Mancha se mostraba comprensivo con las técnicas de gestión de sus colegas madrileños (y nos referimos, claro está, a sus colegas gestores y políticos), que gracias a los recortes que practican sin ningún escrúpulo, siguiendo el catecismo neoliberal (catecismo fracasado, según la opinión de los más expertos), dejan algunos puntos asistenciales de la sanidad madrileña, en los que el médico es imprescindible y siempre lo hubo, sin este profesional determinante, como si reconociese nuestro Consejero que él y su gobierno están de hecho en esa línea ideológica y en esa línea de acción inspirada por los recortes (llueve sobre mojado) y un neoliberalismo bastante deshumanizado.

La realidad de a pie, que no se parece en nada a la realidad de los despachos, les importa poco.

De hecho la escasez de personal y el deterioro de nuestro servicio público de salud, de nuestra atención primaria, y de nuestros servicios de urgencias, son paralelos y muy parecidos a los recortes y el deterioro de la sanidad madrileña, como si manaran, uno y otro, de la misma fuente ideológica y fluyesen por una misma corriente política hacia un mismo objetivo: la privatización.

La diferencia es que aquí, entre nosotros, la situación de deterioro se denuncia menos que en Madrid sin que acabemos de comprender bien las razones, porque lo cierto es que el daño y el perjuicio para los pacientes y para todos los ciudadanos es el mismo.

Ahora el presidente Page se manifiesta alineándose con aquellos que defienden la existencia de “paraísos fiscales” (otro elemento clave del pensamiento único) y una muy diferente tributación en el seno de un mismo conglomerado político. Conglomerado melifluo y de simple apariencia que dice aspirar a la unidad política mientras práctica un separatismo plutócrata.

Un pensamiento propio de reyezuelos de fragmentos y cachos que de manera bastante insensata creen que a la unidad, la solidaridad y la justicia, se puede llegar por esta vía, madrileña y holandesa, de quitar los impuestos a los más ricos o estableciendo diferencias tributarias entre un pueblo y el pueblo de al lado.

La discriminación de las cargas económicas y contributivas en modo privilegio medieval hace que la desigualdad aumente

La realidad contrastada nos dice lo contrario: esa discriminación de las cargas económicas y contributivas en modo privilegio medieval, hace que la desigualdad aumente, y los servicios públicos (instrumentos de solidaridad y justicia) se hundan.

Es conocido que hay plataformas y movimientos en el mundo, de ciudadanos muy adinerados, que denuncian que esta política discriminatoria en la carga impositiva que hace que los muy ricos (ellos mismos) contribuyan menos (en algunos casos nada), vía impuestos, que otros ciudadanos más menesterosos, no solo es injusta sino que está rompiendo sus sociedades y arruinando sus respectivos países.

Eso sí es responsabilidad y patriotismo, y no el de opereta que aquí algunos promueven, más inclinado a la identidad rancia que a las acciones civiles eficaces.

Al parecer, el presidente Page, cuando disculpa a ciertos empresarios, no distingue entre crear riqueza y llevársela.

A aquellos ciudadanos informados y responsables que rechazan esta forma de hacer política servil o al servicio de unos pocos (aunque muy poderosos), el presidente Page los llama (e incluye en este calificativo al gobierno central) “populistas baratos”.

De momento -ya veremos por cuánto tiempo- no ve bolcheviques en cada uno de los que denuncian y se oponen a esta política suya, tan parecida si no idéntica a la de Díaz Ayuso.

Sin duda el mayor estímulo para la economía de un país es que sus ciudadanos gocen de buena salud y tengan a su disposición una educación pública fuerte y de calidad. Allí donde esto se da, la economía va como un cohete.

Parece comprobado que quitar los impuestos a los muy ricos va acompañado indefectiblemente del deterioro y hundimiento de los servicios públicos, y esto a su vez produce un deterioro acelerado de la salud y la educación de los ciudadanos.

En su último artículo para El País (“El desafío de Ferrovial nos abre los ojos”), Andreu Miseé nos recuerda el mandato Constitucional (Título VIII: Economía y Hacienda): “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”.

Y comenta el articulista: “Los ciudadanos precisan más protección en esta desigual batalla. Los Estados y la UE se juegan su propia existencia y no deberían vacilar en actuar ante el omnímodo poder de las corporaciones, cuyas actuaciones son permitidas”.

Nada que añadir.

Para los pensadores únicos, todos los que no piensan como ellos son “populistas”, término que como dijo aquel sabio vale para un barrido y un fregado. Otras veces dicen “bolcheviques”, término arqueológico que ya no describe nada. Si se esfuerzan y exprimen sus neuronas dicen “tontos”, aunque es evidente que no hay nada más tonto que el pensamiento único y unidimensional que ellos profesan con fe ciega. Y nunca mejor dicho lo de ciega, porque ni perciben ni atienden a los hechos. Eso pareciera.

Hace pocos días el consejero de sanidad de Castilla-La Mancha se mostraba comprensivo con las técnicas de gestión de sus colegas madrileños (y nos referimos, claro está, a sus colegas gestores y políticos), que gracias a los recortes que practican sin ningún escrúpulo, siguiendo el catecismo neoliberal (catecismo fracasado, según la opinión de los más expertos), dejan algunos puntos asistenciales de la sanidad madrileña, en los que el médico es imprescindible y siempre lo hubo, sin este profesional determinante, como si reconociese nuestro Consejero que él y su gobierno están de hecho en esa línea ideológica y en esa línea de acción inspirada por los recortes (llueve sobre mojado) y un neoliberalismo bastante deshumanizado.