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¿Qué puede pasar cuándo se licita un contrato con la mitad del presupuesto del año anterior, pero se mantienen exactamente las mismas condiciones? Pasa lo que ha pasado, que hay muchas papeletas para que se quede desierto. Reduciendo de 55.000 a 25.000 euros el presupuesto para la realización del Titiriguada es difícil poder ofrecer una oferta viable que exige cinco compañías extranjeras o quince espectáculos diferentes.
De nuevo, Guadalajara pierde su Festival Internacional de Títeres, decimos adiós al Titiriguada y lo hacemos con la tristeza de hacerlo por segunda vez. No es casualidad, durante los meses previos ha sido imposible para Alberto San Andrés, creador y director del Titiriguada, concertar una reunión, tener una conversación telefónica o resolver la más mínima duda con nadie del equipo de Ana Guarinos, no han tenido un momento ni el concejal de festejos, ni tampoco el de cultura.
Reducen el presupuesto a la mitad, licitan un contrato con unas condiciones imposibles, con unos plazos que no dan ningún margen y ahora dirán que no saben que ha podido suceder, que nada tienen que ver, que nada pueden hacer.
No es casualidad, es de nuevo la falta de interés, apoyo y sectarismo del Partido Popular y Vox. Esta perdida se suma a otras: Fescigu, Cine Lento, Panorámico, la falta de apoyo al Ke Kaña, la reducción del Festival Miradas de Danza o del Alfanhuí o, hasta la desaparición, después de tres décadas de existencia, del Concurso de Fotografía de Ferias y Fiestas que denunciábamos en el último Pleno.
Se acerca un otoño donde empezaremos a notar estas perdidas, donde echaremos en falta las tardes viendo una infinidad de cortos; los encuentros en el hall del Buero Vallejo, con más actividad que nunca durante una semana; la siempre llena de talento gala del Cine Lento; los coloquios después de las proyecciones; las sesiones para público infantil; la exposición con una estupenda colección de imágenes de las Ferias de cada año o juntarnos en los Jardines del Infantado alrededor de los títeres, esos actores tan pequeños y particulares capaces de crear momentos increíbles, de deleitar con sus hilos a públicos de todas las edades.
Ojalá esto no sea un adiós, solo un hasta pronto, y el Titiriguada tenga fuerzas y ánimos para llenar de nuevo los Jardines del Infantado de música, arte, historias, talleres y títeres venidos de aquí y de allá. El público estará, esperando, como ya hemos hecho antes, como ya hicimos durante nueve años. Esperando tener unos gestores públicos que trabajen para que esta ciudad consolide, amplíe y apoye las propuestas culturales que hace gente de la ciudad, que nos dan personalidad, que tienen público y que tanto nos han hecho disfrutar.
Seguiremos aquí, resistiendo en una ciudad que en el último año ha perdido más de la cuenta.
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