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Comenzamos curso académico y político y nada mejor que plantearse buenos propósitos a desarrollar. Lo propio es que comencemos intentando centrar nuestra atención en los problemas que afronta nuestro patrimonio, que, aun siendo muchos, es necesario abordarlo, combatirlos e identificarlos para, en sucesivas entregas, diseccionarlos y buscar los mejores remedios a cada uno de los males.
Un primer capítulo incluye a aquellos factores que pueden ser perjudiciales pero que también en ellos podemos encontrar un interesante aliado a la hora de valorar, conservar y enriquecer nuestro patrimonio cultural, que, como el enunciado indica es, por encima de la propiedad o tutela, patrimonio de toda la ciudadanía.
Es el caso del turismo, que puede ser abrasivo para el patrimonio cultural pero también una fuente de riqueza que ayude a su conservación, objetivo que debería estar por encima de toda consideración.
Otro tanto ocurre con la creación de una realidad “virtual” del patrimonio, lo que se ha venido llamando ahora el “metaverso”, que si bien puede sustituir el disfrute y contemplación del patrimonio “real” también puede ser de gran ayuda para la investigación, la conservación o su difusión.
La simbiosis perfecta la encontraríamos en aquella gestión que a la par que produce riqueza, por ese mismo interés en explotar el “patrimonio cultural” estimulara su protección. Los intereses económicos generados en torno al patrimonio cultural crean trabajo, pero no ha de ser excusa para que su explotación se convierta en un fin en sí mismo.
Un último elemento a tener en cuenta en este capítulo es la propia gestión cultural, que está en nuestro entorno en gran parte en manos de instituciones públicas, ya sean estatales, regionales o municipales. La labor legislativa, la dotación de recursos necesarios, la gestión y administración en este campo o la vigilancia y sanción, son tareas que se deben hacer diligentemente, en caso contrario, por acción u omisión, asistimos a graves delitos contra el patrimonio cultural.
Fuera de este primer gran apartado, en toda política de conservación preventiva han de tenerse también en cuenta los peligros que para el patrimonio cultural puede suponer la seguridad ante desastres provocados por la naturaleza o por el hombre, así como el vandalismo, la falta de seguridad o el robo. La falta de planes de conservación preventiva -en la que se deben coordinar todas las administraciones y sectores sociales-, se convierte en un gran problema para el patrimonio.
Al ser temas de candente actualidad y que dan lugar a unos no menos apasionados debates, quisiéramos contar con la complicidad de los lectores y lectoras, que pueden ir añadiendo a la lista aquellos constaten puedan faltar o intuyan puedan incorporarse a la misma y lo podamos desarrollar a lo largo de las próximas semanas.
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