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Tras el feminismo “liberal” del aliado de Vox: Ciudadanos, asistimos estupefactos al pucherazo bananero (y “liberal”) del partido anticorrupción preferido por nuestras “élites”. Ese mismo.
He aquí un buen bocado para tragaderas laxas.
Como dice escéptico el Eclesiastés: nada nuevo bajo el sol.
Las apariencias más elegantes esconden a veces los contenidos más fétidos, y las palabras más “excelentes” ocultan las acciones más ruines.
La esencia del neoliberalismo -esa moda- es el fraude y el tongo. A falta de habilidades para hacer bien las cosas, el neoliberalismo necesita mano suelta y desregulación de las trampas. Ese es su paradigma fundacional. De ahí que en unas “primarias” incipientes asome ya un síntoma paradigmático de lo que puede dar de sí esa iniciativa de regeneración puesta en marcha por los tahúres financieros.
El pucherazo electoral es el aperitivo. Recuerden aquello de Reagan (otro neoliberal): “Vamos a liberar a la bestia”. El caso es que la nueva Europa, pues nueva es también, se fundó en base a este dogma que como fantasma va recorriendo el continente, malogrando todo lo que toca a su paso, desde proyectos europeos hasta derechos humanos. El engendro salió tan averiado que ya está pidiendo refundación. El destrozo no ha podido ser mayor.
Otra cosa es que los que refunden sean los mismos que fundaron, saliendo de Málaga para ir a parar a Malagón. Esta es la opción reiterativa que representa Macron. Algunos confunden el liberalismo con la desregulación económica y la trampa financiera. Son los mismos de los que Karl Polanyi afirmó que su idea de libertad “degenera, pues, en una mera defensa de la libertad de empresa”.
Al final al unirse esa libertad de empresa (nada que objetar si se queda en eso) con las ansias desaforadas de “desregulación” (en eso se parecen a los gánsteres sin escrúpulos) lo que menudea y se expande es el fraude y la trampa. Conviene pues mantener una distancia prudente entre la idea de “libertad” que puedan tener los capos de la mafia con la que tienen aquellos que en todo tiempo fueron perseguidos por causa de la libertad. Nada que ver.
Sin duda lo que hemos visto y comprobado con frecuencia en nuestra historia reciente (y no tan reciente) es que muchos de los que aparecían en nuestro país como campeones de la libertad (neoliberal) han acabado en la cárcel como meros delincuentes económicos o partícipes de mafias varias. Y son tantos que casi marcan tendencia, si quiere decirse así, “ideológica”.
Algunas de estas mafias, en íntima conexión con el Estado a través de sus cloacas más lúgubres (caso Villarejo y demás), constituyen una auténtica amenaza para la libertad verdadera, la libertad civil y política.
Quizás sea útil por ello distinguir entre la libertad verdadera y la libertad posverdadera, que es la que venden envuelta en caro marketing los que confunden la libertad con la desregulación del delito. De hecho estos últimos no ponen demasiadas pegas a según qué dictaduras, califíquense estas de tecnócratas, o sean directamente golpistas.
El reciente pucherazo en las elecciones primarias de Ciudadanos en Castilla y León, con sospecha de casos similares en otras comunidades, y que de momento no ha tenido por consecuencia ninguna dimisión, sino un silencio que lo dice todo, debe ponernos en alerta. Aunque lo cierto es que este partido ya había dado muestras sobradas de ser un fiel apoyo de aquellos partidos o gobiernos gravemente comprometidos por la corrupción. Obvio es que esa falsa libertad del neoliberalismo tiene mucho que ver con la posverdad y la mentira. Y no poco con la servidumbre.
Tras el feminismo “liberal” del aliado de Vox: Ciudadanos, asistimos estupefactos al pucherazo bananero (y “liberal”) del partido anticorrupción preferido por nuestras “élites”. Ese mismo.
He aquí un buen bocado para tragaderas laxas.