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1 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Personas de Edad, una iniciativa promovida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde el año 1991. Este día y tiene como objetivo reivindicar la creación de nuevas políticas públicas que den respuesta a las necesidades de las personas mayores y respeten sus derechos, mejorando su calidad de vida.
Es importante destacar el cambio demográfico que está sufriendo la población mundial. En la actualidad, estamos ante la revolución de la longevidad porque, hasta hace poco, pocas personas llegaban a la vejez, pero hoy en día la mayoría llega a esta etapa. Este fenómeno ha tenido un impacto particular en la vida de las mujeres, quienes rompen, poco a poco, con los tradicionales mandatos de género. Sin embargo, hay que reconocer que las personas mayores son las que más padecen los efectos de la falta de servicios, el empobrecimiento y el abandono institucional, especialmente en la España vaciada. Razonadamente, urge la realización de políticas que les saquen del olvido. En consecuencia, es necesario un debate nacional sobre la España que queremos y cómo la queremos estructurar.
Reivindicamos una nueva cultura basada en los derechos humanos y promover un cambio de mentalidad y actitudes sociales con respecto al envejecimiento. En efecto, las personas de edad no deben ser consideradas simples receptoras de medidas de bienestar social, sino miembros activos que contribuyen a la sociedad. Además, es imprescindible que tengan el adecuado acompañamiento cuando la vulnerabilidad se acrecienta y, consiguientemente, la necesidad de ayuda y apoyo se acentúa. Es imprescindible intervenir en situaciones de soledad, empoderando a las personas, fomentando relaciones con el entorno más cercano, construyendo una arquitectura comunitaria y sensibilizando a la ciudadanía.
Es necesario insistir en la importancia y el beneficio social que supone que, las personas de edad disfruten de políticas públicas que prioricen su salud y bienestar para seguir trabajando en lo que deseen, incluso después de la jubilación. Hay que subrayar que la experiencia es un recurso valioso, comparable a un GPS que orienta, y debe ser reconocida, especialmente en las instituciones públicas. Por ello, rechazamos los comportamientos misóginos que boicotean la implicación de las mujeres mayores, porque la edad aporta libertad y esta es un elemento básico para la felicidad y el enriquecimiento social.
Es preciso una POLÍTICA que nos cuide a todos y todas. Resulta necesario eliminar la idea de los cuidados como algo vinculado a la familia (especialmente a la mujer). Por tanto, se requiere un PACTO DE ESTADO sobre cuidados, porque estos son un tema social y político que concierne a toda la sociedad.
Reivindicamos un movimiento social activo, liderado por las personas mayores, que propicie un cambio de nuestros sentimientos y comportamientos respecto al envejecimiento para poder avanzar en derechos y conseguir una vida digna, un mundo más saludable, respetuoso y solidario. Consecuentemente, fomentar el respeto y la comprensión intergeneracional puede reducir los abusos y el maltrato hacia las personas mayores y crear contextos inclusivos en los que se generen actividades y comunicaciones accesibles y relevantes para todas las edades, de modo que todas las personas se sientan valoradas y escuchadas.
Las personas de edad deseamos vivir con dignidad, poder valernos por nosotras mismas, sin ser vistas como una carga o motivo de lástima. Queremos que se respeten nuestros derechos, así como poder contribuir con nuestra experiencia en la construcción de un mundo mejor.
1 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Personas de Edad, una iniciativa promovida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde el año 1991. Este día y tiene como objetivo reivindicar la creación de nuevas políticas públicas que den respuesta a las necesidades de las personas mayores y respeten sus derechos, mejorando su calidad de vida.
Es importante destacar el cambio demográfico que está sufriendo la población mundial. En la actualidad, estamos ante la revolución de la longevidad porque, hasta hace poco, pocas personas llegaban a la vejez, pero hoy en día la mayoría llega a esta etapa. Este fenómeno ha tenido un impacto particular en la vida de las mujeres, quienes rompen, poco a poco, con los tradicionales mandatos de género. Sin embargo, hay que reconocer que las personas mayores son las que más padecen los efectos de la falta de servicios, el empobrecimiento y el abandono institucional, especialmente en la España vaciada. Razonadamente, urge la realización de políticas que les saquen del olvido. En consecuencia, es necesario un debate nacional sobre la España que queremos y cómo la queremos estructurar.