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Últimamente se ha hecho popular la foto del encuentro del río Tajo con el río Jarama. La imagen llama la atención por dos motivos. El primero es la desproporción de caudal entre el Jarama (el afluente) y el río Tajo (el receptor). El segundo es la diferencia de tonalidades de las aguas. Las del Tajo son de un azul verdoso y las del Jarama de un pardo oscuro intenso. En este artículo nos centraremos en explicar este segundo aspecto, es decir, ¿cuál es el motivo por el que las aguas del Jarama llegan tan oscuras al río Tajo?
El motivo es la alta concentración de contaminantes. Según la Confederación Hidrográfica del Tajo (véase el Esquema de Temas Importantes, 2015-2021, p. 64), el volumen de vertidos de aguas residuales urbanas e industriales en los ríos Manzanares (afluente del Jarama) y en el propio Jarama supera a los caudales circulantes, lo que impide que se den procesos de autodepuración en el cauce, y por consiguiente, que se cumplan las normas de calidad.
Desde la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss hemos querido explicar con cifras esta información, calculando el volumen de vertido autorizado en la Comunidad de Madrid en la cuenca del río Jarama y hemos obtenido que este río aporta al Tajo hasta 15,86 m3/s de aguas residuales (datos obtenidos del Censo de Vertidos Autorizados de la CHT, 2021). Si el caudal medio del río Jarama en la estación del puente de Titulcia es de 17,9 m3/s (CEDEX 2018-2019), podemos afirmar que casi la totalidad del agua del Jarama que desemboca en el río Tajo en Aranjuez tiene su origen en vertidos de aguas residualesurbanas o industriales.
Ahora bien, el hecho de ser aguas residuales no implica necesariamente que tengan que estar insuficientemente depuradas, y, sin embargo, en este caso, así es. Estas aguas transportan elementos contaminantes, como fósforo y nitrógeno, en concentraciones muy superiores a las naturales. Tienen una concentración de nitratos cinco veces superior a la del Tajo, de fosfatos siete veces superior y de amonio por encima de 100 veces más, por término medio. A pesar de que el Canal de Isabel II dice depurar estas aguas para devolverlas en condiciones óptimas, cumpliendo la normativa de tratamiento de aguas residuales urbanas Directiva 91/271/CEE, las aguas receptoras se encuentran en mal estado.
Esta alta proporción de aguas residuales (con una alta concentración de contaminantes) en la cuenca del Jarama es la principal causa del incumplimiento de los objetivos ambientales de calidad en las aguas de sus ríos, así como del río Tajo en curso medio, según se concluye en la tesis doctoral de Antonio Bolinches en 2021. Este autor demuestra que con los niveles actuales de depuración y aunque se cumplieran los niveles exigidos en cada depuradora, no se llegaría a alcanzar el buen estado en las aguas del tramo medio del Tajo. La normativa sobre tratamiento de aguas atiende solamente a los efluentes individuales de cada una de las depuradoras, pero se olvida de que las aguas receptoras deben cumplir con el buen estado tras el vertido.
Por ello, Bolinches señala la necesidad legal de establecer condiciones más restrictivas para cada depuradora, así como otras medidas como la modernización de varias de las depuradoras madrileñas o la construcción de nuevos tanques de tormentas si se quiere llegar a alcanzar el buen estado ecológico de las aguas del Tajo en su tramo medio.
Un problema añadido (y grave) es que estas aguas, además de nitrógeno y fósforo en concentraciones superiores a las naturales, contienen metales pesados en algunos puntos con concentraciones superiores a los marcados en las normas de calidad ambiental. En otros casos, nos encontramos con otros contaminantes sobre los que no hay suficiente información sobre su toxicidad o que carecen de regulación y que los sistemas actuales de depuración no son capaces de detectar y tratar. En un estudio de los ríos Jarama, Manzanares y Henares realizado en 2019, el equipo de Arenas-Sánchez indica efectos tóxicos de estos contaminantes para los organismos de agua dulce. Desde la Confederación Hidrográfica del Tajo también se alerta sobre este problema (Esquema de Temas Importantes, 2015-2021 y 2022-2027).
En definitiva, nos encontramos con que el río Tajo recibe en su confluencia con el Jarama un aporte de aguas procedentes de aguas residuales más de tres veces superior a su caudal, con altas concentraciones de contaminantes que los sistemas de depuración actuales no son capaces de reducir. Por otro lado, estas aguas van cargadas de otros contaminantes que pueden tener efectos tóxicos sobre los seres vivos del río. Las alteraciones sufridas en el eje del Tajo (regulación de caudales y transformación de riberas) han reducido hasta la totalidad la capacidad natural de autodepuración de sus aguas, complicándose aún más el problema. En estas condiciones, se hace imposible el cumplimiento de los objetivos ambientales de calidad obligados por la legislación.
Pero, aunque el origen del color pardo oscuro intenso del eje del Tajo se encuentra en el río Jarama, el requerimiento que se hace a las depuradoras madrileñas para que el río Tajo pueda alcanzar el buen estado debe extenderse a todas las depuradoras de la cuenca. Tanto si el vertido se produce antes como si se produce después del río Jarama, cualquier efluente al Tajo o que acabe desembocando en el Tajo contribuye a incrementar su grado de contaminación. Aunque las aguas del Jarama sean las principales responsables, no son las únicas.
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