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Desde finales de los años setenta del siglo XX participé activamente en las luchas para conseguir nuevos espacios para la Biblioteca Provincial de Toledo, publicando numerosos artículos de opinión que hicieron saltar las alarmas en el Ministerio de Cultura. En mayo de 1983, poco antes de las primeras elecciones autonómicas, impulsé un Comité Permanente de apoyo a la Biblioteca Pública, que integró a numerosos intelectuales, profesores, artistas, profesionales, sindicalistas…clamando por una solución para la falta de espacio de la Biblioteca del Miradero. Pero, ante las protestas, el Ministerio archivó su proyecto de utilizar el convento de Santa Fe dividiendo estos espacios entre Museo de Santa Cruz y la Biblioteca. Hizo lo peor: no decidir nada y dejar que el tiempo generase nuevas soluciones. Toda la historia de ese tiempo puede verse en mi libro Combates por la biblioteca pública en España (Almud Ediciones de CLM, 2006).
Cuando asumí la dirección del gabinete del consejero de Educación y Cultura, en enero de 1984, le dije a Barreda que había que buscar una solución a las graves carencias de espacio y personal de la Biblioteca. Recuerdo el asombro que me produjo su propuesta: ¿“Qué te parecería llevar la Biblioteca al Alcázar?”. Y ahí comenzó otra historia. Redactamos el primer documento para la utilización de la totalidad del Alcázar para constituir un gran centro cultural, con la base fundamental de la Biblioteca. También llegó a la Presidencia de la Junta una propuesta del senador Ricardo Sánchez Candelas. No procede ahora contar toda la trayectoria de los distintos y difíciles proyectos, que ya he realizado en distintas ocasiones, como por ejemplo en mi trabajo 'La Biblioteca de Castilla-La Mancha, de utopía a realidad' (1998).
Utilizar la última planta del Alcázar permitió contar con cerca de cinco mil metros cuadrados, aprovechando muy bien esa planta, e instalar todos los servicios de una biblioteca del siglo XXI, además de acoger las colecciones patrimoniales en sus depósitos.
Por otro lado, se decidió que el antiguo edificio del Miradero sirviese de depósito externo, como ocurre en la mayoría de las grandes bibliotecas. Por ejemplo, la Biblioteca Nacional, tiene sus grandes depósitos en Alcalá de Henares, pues no se puede disponer de espacios tan grandes en las zonas residenciales de las ciudades. Así consta en el convenio firmado entre el ministro de Educación y Cultura, Rajoy, y el consejero Zambrana el 16 de febrero de 1999: “Realizado el traslado, los locales del edificio del paseo del Miradero… seguirán afectados a la Biblioteca Pública del Estado, utilizándose como depósito externo de la biblioteca”.
Pero el problema de espacio de la Biblioteca Pública del Estado de Toledo, articulada con la Biblioteca Regional en un único centro, también se padecía en las demás bibliotecas provinciales. Y se precisaba un plan de conservación regional de libros y publicaciones periódicas que garantizase el servicio a ciudadanos e instituciones. Por ello, la Consejería se planteó la construcción de un Depósito Bibliográfico Regional, en el barrio de Santa María de Benquerencia, que diese servicio al conjunto de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha y sirviese además de depósito externo a la Biblioteca de Toledo.
Se aprobó incluso la primera partida presupuestaria para abordar el proyecto de Depósito, pero la llegada de una nueva consejera determinó que el proyecto se paralizase, cuando ya estaba redactado e iba a publicarse la licitación de las obras de construcción. Junto al abandono de ese proyecto, el problema fue que la Consejería comenzó a olvidarse del Miradero, no realizando las tareas de conservación adecuadas y permitiendo un gran deterioro de sus instalaciones y una grave inseguridad. A veces la insensatez aflora en la clase política, y no sólo no resuelven los temas de su competencia sino que los olvidan y marginan… Un edificio –el Miradero- que linda con el Museo de Santa Cruz, que contiene un arsenal de papel y no está operativo el sistema de detección de incendios, es gravísimo en un casco histórico.
Me consta que los sucesivos directores de la Biblioteca de Castilla-La Mancha instaron a la Consejería a asumir las necesarias tareas en el Miradero. Cuando en diciembre de 2012 asumí la dirección de la Biblioteca Regional y visité el Miradero me quedé impresionado del deterioro y peligros para fondos y personas que eventualmente llegaban al Miradero. Además, dos de las plantas del Depósito estaban utilizadas por el Museo de Santa Cruz, acogiendo un impresionante legado artístico que no contaba con las medidas de seguridad y conservación pertinentes.
¿Qué tesoros artísticos contiene el Miradero? Que lo digan nuestras autoridades, que yo no puedo hacerlo por secreto profesional. Empecé a realizar informes que remití tanto a la Consejería como al Ministerio y propicié la visita del Servicio de Prevención de Riesgos laborales de la Junta, que en el verano de 2015 recomendó su clausura hasta que se abordasen las medidas más urgentes y necesarias. Lamentablemente, los distintos cargos políticos de la Consejería mantuvieron una actitud absolutamente de despreocupación por este grave problema. De hecho, una propuesta de gasto que realicé para corregir los problemas más graves estuvo cerca de un año sin ser atendida, y cuando se hizo no se incluyeron algunos aspectos esenciales.
Finalizaba mis sucesivos informes recordando que yo como director no me hacía responsable de las desgracias que pudieran ocurrir, siendo las autoridades ministeriales y autonómicas quienes deberían asumir la falta de iniciativas en respuesta a los problemas existentes.
Propicié la visita de diversos técnicos del Ministerio pero yo insistía en la necesidad de reuniones con autoridades políticas, que al parecer siempre podían esperar. Recuerdo que, tras uno de mis durísimos informes, el consejero, Angel Felpeto me dijo: “Juan, no he podido dormir tras leer tu nuevo informe”. Y yo le respondí: “Pues ya somos dos. Pero yo llevo así desde que me incorporé a la Biblioteca”. Yo sabía que las dos propuestas que había realizado el viceconsejero de Cultura no eran viables y siempre planteé como mejor opción la construcción del Depósito en Santa María de Benquerencia. Como en el proyecto del Alcázar el Ministerio de Cultura finalmente no aportó ninguna cantidad, parece legítimo que asumiese esta construcción. Ello permitiría que el Museo de Santa Cruz contase con un espacio privilegiado para realizar un proyecto museográfico y museológico que permitiera a Toledo contar con un verdadero museo provincial.
Por fin hubo una reunión entre cargos políticos de las dos administraciones, que tuvo lugar en el propio edificio del Miradero. El director general de Bellas Artes vio clara mi propuesta de construir el Depósito en Benquerencia, pero las autoridades autonómicas decidieron otro camino: sacar de Toledo los 150.000 volúmenes que permanecen en el Miradero y llevarlos a la sede de la biblioteca de Ciudad Real.
Por supuesto no comparto esa decisión, que carece de futuro y va a propiciar que los ciudadanos sigan sin poder acceder a tan importantes fondos. Cerca de dos años llevan en esa idea y no han sido capaces ni de incluir en los presupuestos generales de la Junta la partida necesaria.
Ahora leo que el viceconsejero reclama que el Ministerio asuma el gasto de las estanterías y la noticia me produce estupor. ¿Cómo nuestros gobernantes puedes ser tan cortos de miras? Actúese en el Miradero con urgencia para que los libros que están allí olvidados, atrapados, secuestrados, puedan ser utilizados libremente por los ciudadanos.
Y mientras tanto, ahora que la igualdad en el color político de las instituciones puede garantizar gestiones más fructíferas, acuérdese la construcción del Depósito Bibliográfico. Este secuestro de libros y publicaciones periódicas ya dura demasiado tiempo y tengo la sensación de que en Castilla-La Mancha somos pobres hasta para pedir.
Desde finales de los años setenta del siglo XX participé activamente en las luchas para conseguir nuevos espacios para la Biblioteca Provincial de Toledo, publicando numerosos artículos de opinión que hicieron saltar las alarmas en el Ministerio de Cultura. En mayo de 1983, poco antes de las primeras elecciones autonómicas, impulsé un Comité Permanente de apoyo a la Biblioteca Pública, que integró a numerosos intelectuales, profesores, artistas, profesionales, sindicalistas…clamando por una solución para la falta de espacio de la Biblioteca del Miradero. Pero, ante las protestas, el Ministerio archivó su proyecto de utilizar el convento de Santa Fe dividiendo estos espacios entre Museo de Santa Cruz y la Biblioteca. Hizo lo peor: no decidir nada y dejar que el tiempo generase nuevas soluciones. Toda la historia de ese tiempo puede verse en mi libro Combates por la biblioteca pública en España (Almud Ediciones de CLM, 2006).
Cuando asumí la dirección del gabinete del consejero de Educación y Cultura, en enero de 1984, le dije a Barreda que había que buscar una solución a las graves carencias de espacio y personal de la Biblioteca. Recuerdo el asombro que me produjo su propuesta: ¿“Qué te parecería llevar la Biblioteca al Alcázar?”. Y ahí comenzó otra historia. Redactamos el primer documento para la utilización de la totalidad del Alcázar para constituir un gran centro cultural, con la base fundamental de la Biblioteca. También llegó a la Presidencia de la Junta una propuesta del senador Ricardo Sánchez Candelas. No procede ahora contar toda la trayectoria de los distintos y difíciles proyectos, que ya he realizado en distintas ocasiones, como por ejemplo en mi trabajo 'La Biblioteca de Castilla-La Mancha, de utopía a realidad' (1998).