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El trabajo social y su desempeño profesional son fácilmente cuestionables y suelen estar en boca de cualquiera, usuario o no, con manifestaciones muy recurrentes que hacen mucho daño a nuestra profesión y a su praxis. A modo de ejemplo “Ayudan a quiénes quieren”, “los inmigrantes tienen privilegios que no tienen los nacidos aquí”, “hay que ser un delincuente para que te hagan caso” “tiene más ingresos que este o aquel”… son frases escuchadas en boca de ciudadanos y ciudadanas que a mí como Trabajadora Social “enamorada” de mi profesión me indignan y las condeno ya que son acusaciones muy graves que desprestigian nuestra profesión y saber hacer y que son producto de la tan temida “desinformación”.
¿Estas opiniones provienen de quiénes no han obtenido aquello que esperaban de los servicios sociales? ¿De quiénes no han visto resueltos sus problemas tras la intervención? ¿De quiénes no han podido ser beneficiarios de prestaciones, ayudas, recursos…? ¿Son también opiniones de quienes parecen salir satisfechos de nuestro despacho? Es tan fácil opinar de los Servicios Sociales que cualquier persona parece tener una idea fundada de qué son sin necesidad de pasar por la universidad. Estamos haciendo desde las Administraciones o entidades algo mal o, simplemente no estamos haciendo nada para que opiniones como estas cundan entre la ciudadanía. O ¿son cuestiones que no podemos evitar? ¿Habría que ignorarlas?
En cualquier ámbito profesional y el trabajo social no debería estar exento se considera que no solamente es importante trabajar bien sino trasladar a la opinión pública en qué consiste el trabajo bien hecho, en nuestro caso en qué consiste el trabajo social bien hecho, desmontando así mitos y creencias muy instauradas en la población y también muy complicadas de erradicar. Bien merecería, desde mi opinión dedicar un poco de nuestro tiempo a este menester. Es algo parecido a esa frase muy utilizada en política en los últimos tiempos de “no solamente hay que ser honrado sino parecerlo”, en este contexto, “no solamente hay que trabajar bien sino difundir porque nuestro trabajo está bien hecho”.
En cualquier empresa privada no se escatiman esfuerzos, gasto y tiempo en procurar la satisfacción de los clientes y creo que en Servicios Sociales estamos descuidando algo este aspecto aunque se ha avanzado mucho en implementar la cultura de la calidad en los servicios públicos en general, al fin y al cabo en servicios sociales nos dedicamos a la producción también de bienes y servicios. Nos afanamos como técnicos en realizar memorias, informes, estadísticas que recogen todas las actuaciones realizadas en un periodo de tiempo, documentos técnicos que nos avalan en nuestras solicitudes de subvenciones, muestran nuestros logros a los responsables de las instituciones en donde trabajamos dejando constancia de innumerables resultados conseguidos, nos proporcionan a través de la evaluación formativa indicadores de si vamos por el buen camino pero se trata de datos que poco o ningún impacto tienen en la ciudadanía.
No caemos, a veces, en rendir cuentas a los ciudadanos, protagonistas indiscutibles del escenario en donde actúan los Servicios Sociales. En la actualidad estoy desempleada pero después de 25 años de trayectoria profesional entono mi “mea culpa” en este aspecto cuando ejercía.
Habría que acercar el Trabajo Social a los ciudadanos en el sentido más estricto para que se parte de un entendimiento real de quiénes somos, qué hacemos, como lo hacemos, con qué medios y recursos y para quiénes se dirige nuestra intervención. Reclamo ciudadanos y ciudadanas bien informados-as como base para que sus opiniones aún siendo críticas estén fundamentadas en cuestiones reales y no en falacias. Habría que idear otros cauces más cercanos y directos con la ciudadanía para que conozcan y entiendan nuestra misión y visión.
No puede ser que tanto esfuerzo profesional, trabajo con rigor, con escasos recursos en ocasiones y con mucha motivación y más creatividad caíga en “saco roto” fácilmente criticable y cuestionable por falta de información veraz.
El trabajo social y su desempeño profesional son fácilmente cuestionables y suelen estar en boca de cualquiera, usuario o no, con manifestaciones muy recurrentes que hacen mucho daño a nuestra profesión y a su praxis. A modo de ejemplo “Ayudan a quiénes quieren”, “los inmigrantes tienen privilegios que no tienen los nacidos aquí”, “hay que ser un delincuente para que te hagan caso” “tiene más ingresos que este o aquel”… son frases escuchadas en boca de ciudadanos y ciudadanas que a mí como Trabajadora Social “enamorada” de mi profesión me indignan y las condeno ya que son acusaciones muy graves que desprestigian nuestra profesión y saber hacer y que son producto de la tan temida “desinformación”.
¿Estas opiniones provienen de quiénes no han obtenido aquello que esperaban de los servicios sociales? ¿De quiénes no han visto resueltos sus problemas tras la intervención? ¿De quiénes no han podido ser beneficiarios de prestaciones, ayudas, recursos…? ¿Son también opiniones de quienes parecen salir satisfechos de nuestro despacho? Es tan fácil opinar de los Servicios Sociales que cualquier persona parece tener una idea fundada de qué son sin necesidad de pasar por la universidad. Estamos haciendo desde las Administraciones o entidades algo mal o, simplemente no estamos haciendo nada para que opiniones como estas cundan entre la ciudadanía. O ¿son cuestiones que no podemos evitar? ¿Habría que ignorarlas?