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El sector primario necesita una transición y nos van a obligar a hacerla por las buenas o por las malas. Siempre es mejor cualquier cosa por las buenas, pero claro, la punta de lanza debe ser la Administración, aportando varios elementos:
Primero. - Formación que empieza por una revisión a fondo de lo que se enseña actualmente en nuestros centros educativos colonizados por la industria agroquímica, cualquiera piensa que le enseñan lo mejor, no que les están esclavizando para depender de ciertas industrias, sobre todo cuando hay alternativas.
Segundo. - Divulgación, palabra casi en desuso pero muy adecuada para el tema y a la cual además vamos a dar una connotación en este caso especial: hay ciertos temas que no se enseñan por medio del 3G ni el 4G (este es uno de ellos), sino con ejemplos sobre el terreno y aquí entran en juego las comarcas. Estamos hablando de vida y esta no se comporta igual en distintos territorios -suelo, temperaturas, humedad, precipitaciones... Luego no podemos dar una enseñanza homogénea aun siendo el mismo paradigma el que dirige el nuevo sistema.
Tercero. - Experimentación. Ya tenemos varios elementos: un método de enseñanza, un sistema que enseñar y una adaptación al territorio, podría parecer suficiente, pero sigue necesitando una mejora permanente y volver a divulgar esas mejoras –tanto metodológicas como procedimentales- de manera rápida al productor, lo que vulgarmente se conoce como mejora o formación continua.
Cuarto. – Soporte Permanente, en el tiempo y en el lugar. Una de las primeras cosas que nos quitó la Administración cómplice indispensable de la industria agroquímica al mundo rural, mucho antes que maestros, médicos o autobuses, fueron los centros de experimentación y de capacitación agrícola en un proceso de derribo que culminó en la burocratización y gripado de las oficinas de extensión agraria actualmente denominadas OCAs. Sin estos dos elementos el campo es pasto de los tiburones, presa fácil de los nuevos esclavistas del siglo XXI -especuladores e industria agroquímica- que han tomado al mundo rural como la nueva Guinea de la cual obtener sus “negros”.
Otros países, con otra estructura de propiedad de la tierra, tienen otras soluciones e incluso los hay que pueden soportar los cuatro puntos relatados anteriormente por si mismos, de manera individual, los agricultores. En España, en Castilla-La Mancha, en el Campo de Montiel solamente asistiremos a destrucción de explotaciones si no llevamos a cabo las medidas necesarias para cubrir los cuatro elementos descritos.
Del éxito o fracaso depende en un porcentaje casi del 100%, la supervivencia de nuestros pueblos y el éxito frente a la despoblación. Se van a volver a despilfarrar cientos de miles de euros en proyectos, que ya han demostrado anteriormente su fracaso. Sin embargo, nuestros políticos siguen empeñados en repetir errores que hacen peligrar la Comarca y no aportan nada, si no contamos la foto de rigor y el discurso vacío, como no podía ser de otra manera.
Desde una parte, escasa para nuestro gusto, de la sociedad civil poco podemos hacer que no sea afear, denunciar y llevarnos berrinches, cuando no insultos, de los palmeros apesebrados. Todo depende de que se vayan sumando nuevas voces críticas igual que granitos de arena al puñado inicial para formar la “playa de la esperanza”.
El sector primario necesita una transición y nos van a obligar a hacerla por las buenas o por las malas. Siempre es mejor cualquier cosa por las buenas, pero claro, la punta de lanza debe ser la Administración, aportando varios elementos:
Primero. - Formación que empieza por una revisión a fondo de lo que se enseña actualmente en nuestros centros educativos colonizados por la industria agroquímica, cualquiera piensa que le enseñan lo mejor, no que les están esclavizando para depender de ciertas industrias, sobre todo cuando hay alternativas.