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La soledad no deseada, un mal que no tiene vacaciones

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Las personas mayores deben ser apreciadas como la base de la sociedad y merecen su respeto y reconocimiento, como valores activos de la experiencia y sabiduría que toda comunidad tiene derecho a disfrutar.

Actualmente, uno de los principales retos de la sociedad es el envejecimiento de la población, con efectos significativos en todos los ámbitos. Lamentablemente, no se está ofreciendo una respuesta efectiva y holística en el discurso mundial y en las agendas políticas. En consecuencia, es imprescindible generar un compromiso mundial para brindar una visión respetuosa, generosa y equitativa sobre todo lo que afecta a la vejez. 

Es preciso subrayar que el número de personas mayores aumenta más rápidamente que los correspondientes a cualquier otro grupo de edad. Cada día más, las personas tienen una vida más larga, a consecuencia de las mejoras en la nutrición, el saneamiento, la investigación, la atención a la salud, la educación y el bienestar económico. 

Además, se produce en todos países, resultando imprescindible y urgente abordar los diversos retos que conlleva esta transición demográfica. Razonadamente, es preciso reflexionar sobre los desafíos y las oportunidades para optimizar el bienestar en un mundo que envejece. En este sentido, hay que subrayar que, a nivel mundial, cada año unos 59 millones de personas superan los 60 años. En efecto, una de cada nueve personas tiene más de 60, y las proyecciones revelan que, en 2050, la proporción será una de cada cinco. Es evidente que el envejecimiento de la población es un fenómeno que no puede dejarnos indiferentes. En consecuencia, la sociedad está obligada a ofrecer soluciones óptimas al envejecimiento de los ciudadanos que cada día son más mayores y reivindicativos.

La vejez no puede ser considerada como una enfermedad sino como una etapa con necesidades específicas que deben estar consideradas adecuadamente en los planes y políticas sociales, económicas y sanitarias de todos los gobiernos. Ser mayor supone tener una vida social diferente que precisa nuevas herramientas que ayuden a dar más valor a las características y necesidades de las personas mayores, favoreciendo una vida activa, posibilitando que asuman esta etapa de su vida con dignidad y como una nueva oportunidad.

La sociedad está obligada a ofrecer soluciones óptimas al envejecimiento de los ciudadanos que cada día son más mayores y reivindicativos

El drama de la soledad no deseada se produce en todas las edades y sociedades. Sin embargo, a medida que se tiene más edad, el riesgo aumenta considerablemente, afectando a la décima parte de los mayores. Por ello, es preciso subrayar la importancia de la prevención y la adopción de las medidas precisas para que perdure el menor tiempo posible. Por ello, es una responsabilidad que afecta a toda la sociedad y no sólo de la persona que la sufre o de su familia.

Iniciativas como el teléfono de la soledad que, la Unión Democrática de Pensionistas (UDP) de Cuenca ha puesto en funcionamiento en colaboración con el Ayuntamiento, es un ejemplo de medidas efectivas y con un coste perfectamente asumible, que pueden ofrecerse a todas las personas de edad, especialmente si viven solas. Esta iniciativa recibió el reconocimiento del gobierno regional de Castilla-La Mancha, en Ocaña, y tuve el honor de acompañar a UDP de Cuenca en el acto. Igualmente, habría que potenciar e institucionalizar el apoyo entre mayores y a nivel intergeneracional, cuyos excelentes resultados precisan del reconocimiento de la sociedad.

Una vez más, es preciso recordar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas para lograr sociedades justas, pacíficas e inclusivas que promuevan el desarrollo sostenible e impulsen el estado del derecho a nivel nacional e internacional. En consecuencia, promover sociedades basadas en la transparencia y el buen gobierno, con instituciones públicas transparentes y responsables, el respeto a los derechos humanos, con ciudadanos que disfruten de las libertades y condiciones básicas para vivir en dignidad, independientemente de su edad, lugar de procedencia, sexo o etnia. 

Lamentablemente, la soledad no deseada no se va de vacaciones y es un drama que aumenta cada día. Por ello, junto a otros aspectos que afectan a las personas mayores, resulta imprescindible reflexionar sobre las deficiencias y vulneración de derechos y, además, ofrecer recomendaciones sobre del camino a seguir, a fin de lograr una sociedad en la que todas las personas, sean jóvenes o mayores, tengan la oportunidad de contribuir al desarrollo, compartir sus beneficios y vivir con dignidad.

Es preciso indicar que el envejecimiento de la población es uno de los mayores logros de la humanidad y aumenta con mayor rapidez en los países en desarrollo, por lo que resulta fundamental rentabilizar las oportunidades que ofrece esta transición demográfica y las contribuciones que puede aportar a la sociedad una población de mayores con actividad social y económica, con una vida saludable y en unas óptimas condiciones de seguridad.

No podemos olvidar que, el envejecimiento de la población ofrece desafíos económicos, sociales y culturales a las personas, las familias, las sociedades y la comunidad mundial. En efecto, sus repercusiones sociales y económicas son profundas y exceden del contexto de la propia persona mayor y de su familia, involucrando a toda la sociedad y a la comunidad mundial. En consecuencia, las iniciativas y actuaciones que se efectúen para responder a los retos y optimizar las oportunidades de una creciente población de personas mayores determinarán si la sociedad avanzará en derechos y solidaridad.

Las personas mayores deben ser apreciadas como la base de la sociedad y merecen su respeto y reconocimiento, como valores activos de la experiencia y sabiduría que toda comunidad tiene derecho a disfrutar.

Actualmente, uno de los principales retos de la sociedad es el envejecimiento de la población, con efectos significativos en todos los ámbitos. Lamentablemente, no se está ofreciendo una respuesta efectiva y holística en el discurso mundial y en las agendas políticas. En consecuencia, es imprescindible generar un compromiso mundial para brindar una visión respetuosa, generosa y equitativa sobre todo lo que afecta a la vejez.