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El ébola ha desnudado al PP, ha puesto dramáticamente al descubierto su ineptitud -ejemplarizada en la ministra de Sanidad- y su miseria moral –exhibida sin pudor por el consejero de Sanidad de Madrid; que tiene, dice, “la vida resuelta”.
El ébola ha revelado además con claridad los terribles efectos de los recortes en la sanidad pública y las falacias que esconde la ‘colaboración público-privada’ con la que el PP viene engañando a la ciudadanía para propiciar los negocios de algunos a costa de la salud de todos.
Convertir la sanidad en un negocio ha sido, y sigue siendo, un objetivo central del PP. El portavoz nacional de este partido en temas sanitarios, Ignacio Echániz, Consejero a su vez de Sanidad en el gobierno de Cospedal, acaba de ofrecer un pelotazo de más de mil millones a quien se ocupe de concluir las obras del Hospital de Toledo -paralizadas durante más de tres años por el propio Echániz- y de lucrarse con la futura explotación del personal y los servicios “externalizados”.
Echániz lleva todo su mandato aplicando recortes en la sanidad pública de Castilla-La Mancha. Según los datos oficiales, la región encabeza la destrucción de empleo, el cierre de camas hospitalarias, los recortes presupuestarios y los recortes en inversiones.
Es de dominio público -y de sufrimiento generalizado- que la gestión de Echániz también ha empeorado gravemente la evolución de las listas de espera, el quinto indicador básico del sistema sanitario. Pero no hay datos sobre listas de espera en Castilla-La Mancha: el gobierno Cospedal no las hace públicas, incumpliendo la normativa que le obliga a hacerlo.
Cuando alguien ha denunciado esto –CCOO lo ha hecho con rigor y contundencia en varias ocasiones- el Gobierno Cospedal ha respondido inundando los medios de comunicación con descalificaciones e insultos.
Sea cual sea la crítica que se haya planteado a cualquier actuación del gobierno de Cospedal, la reacción siempre es esa. Para el Cospedal y para el PP de la región, nadie “está legitimado” para criticar su labor de Gobierno; y si alguien osa hacerlo, no se le contesta con explicaciones ni con argumentos, sino con improperios y ataques personales.
Porque a todos los recortes contantes, sonantes e hirientes en los servicios básicos, en la educación, la sanidad, la dependencia, los servicios sociales…, el Gobierno Cospedal ha añadido un ‘recorte’ estruendoso en información veraz y rigurosa, que trata de tapar a base de propaganda; un ‘recorte’ radical del diálogo, que sustituye por la imposición; y un ‘recorte’ absoluto a la crítica y la discrepancia, perseguidas con saña inquisitorial.
Toda la actividad pública y todos los actores sociales de Castilla-La Mancha -periodistas y manifestantes; estudiantes, pacientes y dependientes; partidos de la oposición y organizaciones ciudadanas; sindicalistas y patronales; parados, trabajadores y empresarios…- todos (todos los que aún sobreviven) sufren la desinformación, la ausencia de diálogo y el acoso y derribo por parte del Gobierno regional, labor está última reforzada por la Delegación del Gobierno central en Castilla-La Mancha.
Cuando quienes cuestionan, critican, se quejan o discrepan son empleados públicos, entonces el acoso y derribo es más fácil; porque el Gobierno es también el patrón. Y para tapar sus deficiencias, no duda en cerrar bocas a golpe de expediente disciplinario, destituciones y obstáculos en la carrera profesional.
Cuantos empleados públicos han osado cuestionar públicamente alguna decisión, por razonable, y aún constructiva, que fuera la crítica, han sido sancionados, expedientados, destituidos o relegados.
En la sanidad pública de Castilla-La Mancha, donde los efectos de los recortes se suman a la nefasta gestión, son numerosos los profesionales que se han visto proscritos, incluso departamentos enteros han sido desmantelados para acallar las críticas.
Pero la verdad es tozuda. En el discurso oficial, todas las actuaciones del Gobierno han sido excelentes, pero en la calle se sufre y se sabe. La suciedad ya no cabe debajo de la alfombra: Los recortes han mermado la calidad de los servicios sanitarios. El desmantelamiento de plantillas ha deteriorado la atención a los pacientes. La externalización de servicios los empeora y los encarece. La derivación de pacientes a otras comunidades autónomas provoca más gastos e incomodidades, a los enfermos y a sus familias. Las listas de espera son para morirse esperando.
También es innegable que el “nuevo quirófano” recién inaugurado a bombo y platillo por Cospedal y Echániz en el Hospital de Albacete es un antiguo paritorio sin dotación ni humana ni material.
Pero que se haya dicho en voz alta ha sido suficiente para que el denunciante se haya visto vilipendiado públicamente y para que el consejero de Sanidad haya puesto en marcha la maquinaria administrativa precisa para apartarlo de sus responsabilidades.
Con este Gobierno, la verdad tiene un precio. Pero ya es imposible negar que los trajes con los que se arropan Cospedal y sus consejeros no están hechos con telas maravillosas, como presumen. La verdad es que ya nada tapa sus vergüenzas. La vergüenza, por ejemplo, de inaugurar un “nuevo quirófano” inutilizable.
El ébola ha desnudado al PP, ha puesto dramáticamente al descubierto su ineptitud -ejemplarizada en la ministra de Sanidad- y su miseria moral –exhibida sin pudor por el consejero de Sanidad de Madrid; que tiene, dice, “la vida resuelta”.
El ébola ha revelado además con claridad los terribles efectos de los recortes en la sanidad pública y las falacias que esconde la ‘colaboración público-privada’ con la que el PP viene engañando a la ciudadanía para propiciar los negocios de algunos a costa de la salud de todos.