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Violencia, pornografía y educación para la igualdad afectivo sexual

Gloria Mohedano

Trabajadora social experta en sexología, educación y asesoramiento sexual —

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Cuando leo en la prensa o veo en las noticias, el último caso de una mujer asesinada por su pareja o expareja, otra violación o las noticias de otra agresión, no puedo dejar de pensar qué está pasando cuando en España desde 1990 ya existe una ley de educación LOGSE que ya introduce la educación sexual en el programa lectivo, que en 2010 se crea la ley de Derechos Sexuales y Reproductivos, una ley orgánica que explicitaba que para garantizarlos es necesario articular su enseñanza en el sistema educativo y cuya última ley de educación LOMLOE 2020 da un paso más allá introduciendo la educación en la igualdad y afectivo sexual en el currículo de manera transversal. Todas leyes impulsadas por gobiernos socialistas y progresistas.

Pero nos topamos con la realidad, según el preocupante estudio de Save the Children datado en 2020 que arroja datos como que los y las adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2%) consumen estos contenidos sexuales de forma frecuente (lo han hecho en los últimos 30 días). Este consumo se produce en la intimidad (93,9%), a través del teléfono móvil, y se centra en contenidos gratuitos online (98,5%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad.

Más de la mitad de los y las adolescentes que ven contenidos pornográficos se inspiran en ellos para sus propias experiencias y el 30% reconoce que es su única fuente de información sobre sexualidad.

El problema es que en los centros educativos no se da educación sexual

¿Tal vez estamos repitiendo los roles aprehendidos en el porno?

El problema es que en los centros educativos no se da educación sexual, y no me refiero a métodos anticonceptivos y a las enfermedades de transmisión sexual, si no a la igualdad, al placer y al consentimiento. La educación sexual debe equiparar a ambos sexos, no basando las relaciones en un sistema jerárquico en que lo masculino prevalece sobre lo femenino, dando importancia a la diversidad sexual y poniendo el deseo de ambos como un paso más allá del consentimiento y colocando esta premisa en el centro, haciendo una reflexión sobre este tema y preparando las relaciones bajo este nuevo paradigma.

El problema desde que se transfirieron las competencias de educación a las diversas comunidades autónomas, estos contenidos se ven bajo el prisma político de sus gobiernos, dependen del dinero que las diversas crisis dejan para la educación, y también sujeto a la falta de formación sobre esta temática del profesorado, a la voluntad de los centros y para darle mayor gravedad a la imposición del PIN PARENTAL dictado por los gobiernos de extrema derecha, hemos dejado este área en manos de los propios adolescentes que han rellenado en la mayoría de las ocasiones sus carencias con temáticas postfeministas de amor romántico de vampiros adolescentes o ricos y poderosos hombres a los que les excita en sobremanera la violencia hacia su pareja, joven, desvalida e inferior estructuralmente o al porno más duro que muestra únicamente la complacencia del hombre.

La educación para la igualdad y afectivo sexual es la llave para la reflexión del alumnado, fomentar el pensamiento crítico.

Dar un espacio en el aula para trabajar con esta temática, desde cosas simples y significativas tales como introducir la obra de las mujeres que históricamente fueron enviadas al olvido dentro de cada asignatura, poner en valor las obras de Hipatia, Sophie Germain o Ada Lovelace en Matemáticas, las Sin Sombrero en literatura, en filosofía Mary Wollstonecraf, Simone de Beauvoir, en lengua María Moliner, en ciencias Marie Curie y Lise Meitner, Rosalind Frankling; en arte como Tamara Lempicka, Artemisa Gentileschi…

Poder hacer de las Clases de Alternativa a Religión, Proyecto o Atención educativa, incluso tutorías, foros en lo que se estimule el pensamiento crítico de las y los estudiantes.

Entendiendo la educación en igualdad y afectivo sexual como un proceso de por vida de adquisición de información y formación de actitudes, creencias y valores acerca de la sexualidad.

Ocupándose de las dimensiones biológica, sociocultural, psicológica y espiritual de la sexualidad, desde los dominios cognitivo, afectivo y conductual, incluyendo las habilidades para comunicarse efectivamente y tomar decisiones responsables.

La educación sexual es un proceso, avanza de acuerdo al desarrollo de las niñas y los niños y debe darse durante toda la vida.

Entendiendo que la educación sexual es un proceso, avanza de acuerdo al desarrollo de las niñas y los niños y debe darse durante toda la vida.

Incluyendo todos los elementos de la sexualidad (genero e identidad, los afectos y las relaciones interpersonales, las sensaciones y sentimientos)

Abarcando tanto aspectos físicos como emocionales, de conducta, valores teniendo en cuenta que una educación sexual adecuada desde temprana edad puede contribuir a que niños y niñas se desarrollen en forma más equilibrada, sean capaces de comprender los cambios que experimentan en su propio cuerpo, en sus estados de ánimo y la manera de relacionarse con los demás. De este modo, dispondrán de mejores herramientas para tomar decisiones que les ayuden a vivir su sexualidad y evitar situaciones de riesgo para su salud física o mental, así como para la de los demás. Previniendo la violencia machista, fomentando la igualdad de género y el respeto.

Enfatizando la importancia de promover modelos de relaciones basadas en el consentimiento y la comunicación dentro de la pareja.

Prevención de los abusos sexuales empoderando a los estudiantes para reconocer y prevenir los abusos sexuales y enseñando sobre los límites personales, el consentimiento y la importancia de comunicar cualquier situación de abuso, fomentando la comunicación con los padres.

Este tipo de educación combate el machismo rompiendo con los estereotipos de género y los roles tradicionales que perpetúan el patriarcado, mostrando la importancia del respeto y la igualdad entre hombres y mujeres. Poniendo en un lugar prioritario la educación inclusiva, que abarque la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género.

La educación en igualdad y afectivo sexual llevada cabo de una manera correcta, incluyendo las ramas del profesorado, familias y alumnos sería absolutamente decisiva para cambiar este sistema de desigualdades, diseñando un cambio de paradigma y dibujando una sociedad más justa y realmente democrática.

Cuando leo en la prensa o veo en las noticias, el último caso de una mujer asesinada por su pareja o expareja, otra violación o las noticias de otra agresión, no puedo dejar de pensar qué está pasando cuando en España desde 1990 ya existe una ley de educación LOGSE que ya introduce la educación sexual en el programa lectivo, que en 2010 se crea la ley de Derechos Sexuales y Reproductivos, una ley orgánica que explicitaba que para garantizarlos es necesario articular su enseñanza en el sistema educativo y cuya última ley de educación LOMLOE 2020 da un paso más allá introduciendo la educación en la igualdad y afectivo sexual en el currículo de manera transversal. Todas leyes impulsadas por gobiernos socialistas y progresistas.

Pero nos topamos con la realidad, según el preocupante estudio de Save the Children datado en 2020 que arroja datos como que los y las adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2%) consumen estos contenidos sexuales de forma frecuente (lo han hecho en los últimos 30 días). Este consumo se produce en la intimidad (93,9%), a través del teléfono móvil, y se centra en contenidos gratuitos online (98,5%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad.