Toledo es una ciudad reconocida por su patrimonio, aunque el pasado romano que alberga fuera de sus murallas quizá no sea tan afamado como otros de los monumentos que pueden visitarse en su Casco Histórico. Con la intención de divulgar estos elementos de casi 2.000 años de historia, jóvenes investigadores de la Facultad de Humanidades de la capital regional han mostrado en una charla distendida algunos de los entresijos de estos edificios.
Antes de profundizar en algunos de los aspectos más relevantes del patrimonio de origen romano que alberga Toledo, el investigador Sergio Isabel -que ha ofrecido la primera de las charlas que ofrecen todos los miércoles de este mes de junio en la librería Hojablanca– instó a los participantes a situar en un mapa el anfiteatro, el circo, la villa y el acueducto romano, ¿serían capaces de localizarlos?
A partir de ahí, ofreció algunas claves de cómo funcionaban las ciudades romanas para entender mejor la disposición del antiguo Toletum, sobre todo fuera de las murallas que rodean su Casco Histórico. Los tres elementos básicos de estas ciudades eran el recinto de las mismas -el intramuro, lo que queda dentro de las murallas-, la comunidad -los ciudadanos- y el territorio de la ciudad, que solía ser bastante extenso con el objetivo de obtener una mayor cantidad de recursos, apuntó Sergio Isabel.
Como decíamos, el primero de los edificios situados fuera del área ‘intramoenia’ -la ciudad entre los muros- en los que profundizó fue el del circo romano. En él, recalcó el investigador, no se llevaban a cabo combates de gladiadores sino carreras de habilidad con carros de caballos en las que solían dar siete vueltas a la pista.
Situado en las inmediaciones de la Venta de Aires, este espacio fue dado a conocer también en las visitas guiadas que realizó el mismo grupo de investigadores el pasado mes de mayo. Se trata de un espacio de ocio que actualmente queda dividido con la avenida de Carlos III. De él, se conservan algunas de las bóvedas que se usaban para sostener la estructura del graderío o también parte del hemiciclo de este circo que, con 427 metros de longitud, fue el segundo más grande de la Península Ibérica -después del de Mérida (Badajoz)-.
¿Existió el teatro romano de Toledo?
En los alrededores del circo romano hay un espacio del que algunos investigadores llegaron a pensar que se trataba de un teatro por la forma semicircular que tenía su estructura. Sin embargo, Sergio Isabel destaca que uno de los argumentos que maneja el grupo de investigación de Arqueología Romana (ARCYT) del que forma parte, es que los teatros romanos se solían construir sobre laderas debido al esfuerzo constructivo que suponía levantar esta estructura.
Por ello, apuntó que este espacio no fue un teatro romano, ya que también habrían quedado “muchos restos arqueológicos”, y sí, quizá, un edificio público relacionado con el circo como “algún tipo de templo”. Por ello, desconocen si hubo un teatro romano en Toledo ya que, por el momento, no han podido localizar restos de un espacio así en la capital regional.
También pudieron conocer los asistentes a esta charla algunos detalles de lo que fue el anfiteatro romano de Toledo, situado en el barrio de Covachuelas, en el tramo central de la calle Honda. Lamentablemente, los restos que quedaban de este lugar de ocio se dinamitaron a principios del siglo XX con la intención de usar este espacio a otros menesteres.
Este anfiteatro forma parte por tanto de un espacio que ha sido modificado desde principios del pasado y en el que se localiza también el Hospital de Tavera. “El pensamiento que tenemos ahora sobre el patrimonio no es el mismo que había antes”, subrayó el investigador, que precisó que se trataba de un anfiteatro pequeño.
Otro de los espacios analizados en esta charla fue el de la villa romana que se encontraba en la Fábrica de Armas. Este espacio se sitúa 3,5 metros por debajo del nivel actual del suelo y allí se descubrió dos de los mosaicos romanos que actualmente se puede visitar en el museo de Santa Cruz, uno de ellos se encuentra en el patio y otro en el depósito.
Sergio Isabel indicó que las villas son conjuntos de recreo situados fuera de las ciudades que podían permitirse la gente adinerada de la época. Generalmente estaban vinculadas a explotaciones agropecuarias y son espacios de lujo de la época. En este caso, era un espacio situado frente al río Tajo en el que posiblemente hubiera termas y distintas estancias en las que el propietario disfrutaba con sus amigos y familiares.
Por último, aparte de mencionar las vías romanas que habría en la ciudad -que no se sabe exactamente por dónde discurrían-, mostraron el acueducto del que todavía se pueden observar sus restos desde la carretera del Valle. Una infraestructura con la que llevar agua a la ciudad y que suponía una de las revoluciones de la ingeniería romana.