Las personas refugiadas han tenido una “actitud encomiable” durante la crisis de la COVID-19

Distintos testimonios de personas solicitantes de asilo en Cuenca quieren explicar lo que ha significado ser solicitante de asilo. De esta manera, Cruz Roja Cuenca difundirá un vídeo casero que se publicará el próximo sábado en los canales de redes sociales con que cuenta la entidad, y con el que las personas del programa de asilo quieren hacer llegar a la sociedad “los sentimientos encontrado”s que conlleva su situación. La entidad quiere conmemorar el Día Mundial del Refugiado, el 20 de junio, a través de esta iniciativa, una efeméride que se originó en la Asamblea General de Naciones Unidas en 2001.

Manuel Hernández es una de las personas que ha decido hablar de su experiencia y cuenta como en 2018 decide salir del Salvador tras ser extorsionado con un atentado contra su vida. Tras vivir meses en un hotel al norte de España junto a su mujer e hija de 2 años, su llegada a Cuenca, una vez que el programa de refugiados le asigna una ubicación, le hace sentir que “su vida vuelve a ponerse en marcha”. Ingeniero civil de profesión, ha aprovechado los 11 meses que lleva en Cuenca para capacitarse como auxiliar comercio y obtener el certificado de profesional para el manejo de la carretilla elevadora.

El certificado le ha permitido comenzar a trabajar en la cadena de envasado en una empresa hace cuatro meses. “Su gusto por aprender le ha facilitado ir ganando en responsabilidades en la empresa y está feliz con lo conseguido”, afirman desde Cruz Roja. Además, no descarta iniciar estudios superiores o de formación profesional, ya que por el momento sólo le ha sido posible homologar su título de Bachillerato.

“Devolver el apoyo que recibimos”

El caso de María del Carmen Díaz “no es muy distinto”. Debió abandonar Colombia por motivos políticos, y ha sido destinada a Cuenca junto con su hermano, su cuñada y su sobrina. En la ciudad, decide colaborar como voluntaria en Cruz Roja, porque “es una manera de devolver el apoyo y la humanidad recibimos”. Como voluntaria, acompaña en el hospital a personas mayores que no tienen quien les acompañe a sus revisiones médicas o en realizar talleres manualidades en los programas de envejecimiento saludable. Desde hace tres meses trabaja cuidando a una persona mayor. En Cuenca “se siente integrada” y cuenta cómo su sobrina de cinco años intenta hablar con el acento que oía al resto de sus compañeros en el colegio antes de la pandemia.

La respuesta de las personas refugiadas ante la actual crisis sanitaria ha sido “encomiable”, aseguran desde Cruz Roja, ya que muchas de ellas ya venían realizando labores de voluntariado se han sumado a su voluntariado, a través del plan Cruz Roja Responde. Marta y Anderson, son otro ejemplo de ello. Salvadoreños de origen deciden salir de su país tras un altercado con las pandillas, y han “redoblado” su actividad voluntaria durante la crisis sanitaria.

Ella cambió la colaboración administrativa con la que apoyaba a la institución por llamadas a personas mayores confinados en sus domicilios para saber qué tal se encuentran, si se alimentan bien y para recordarles las medidas de seguridad y precauciones que han de seguir tomando. “Es un trabajo muy agradecido, las personas mayores valoran mucho que se preocupen por su salud y más en esta situación, se sienten solos y tienen miedo. Hablar y, sobre todo, que se preocupen por ellos, les sienta bien”. Anderson, por su parte, ayuda en el reparto de alimentos y en el reparto de mascarillas a personas de edad.

Atención que no ha parado

La puesta en marcha del plan Cruz Roja Responde con motivo de la crisis sanitaria de la COVID-19, ha permitido a la entidad “seguir garantizando” en todo momento la atención a las personas del programa de acogida a personas solicitantes de protección internacional.

Desde el inicio del estado de alarma se informó a las 51 personas que en estos momentos están en el programa - 22 personas están en fase de acogida y 29 en proceso de adquirir su propia autonomía - de las recomendaciones remitidas desde la OMS y otras instituciones oficiales, en diferentes idiomas. Igualmente, se adaptó la manera de trabajar para garantizar la seguridad y cumplir con las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias.

Tanto el aprendizaje del idioma como otras capacitaciones profesionales se han ofrecido de forma on line adaptándolas al entorno móvil, así como otras opciones para mejorar la empleabilidad de las personas y la propia incorporación al mercado laboral, cuatro personas se han insertado durante la pandemia.

Desde el inicio del proyecto en 2017 Cruz Roja se ha atendido en Cuenca un total de 123 personas -48 menores- procedentes de 15 países. En concreto, Venezuela, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Jamaica, Ucrania, Rusia, Georgia, Palestina, Siria, Pakistán, Yemen, Túnez, Argelia, Senegal. De ellas, 27 encontraron un empleo, 32 cuentan ya con la resolución y 19 terminaron abandonando el proyecto. El proyecto cuenta con un equipo multidisciplinar de 7 profesionales y con la colaboración de 21 personas voluntarias.

“El derecho a pedir asilo no puede suspenderse”

La Fundación Cepaim, por su parte, ha reivindicado que el derecho a solicitar asilo “no puede ser, bajo ninguna circunstancia, suspendido como consecuencia de la emergencia sanitaria”. “La fortaleza de una sociedad se mide por su capacidad de defender los derechos de todas las personas en momentos de dificultad”, aseguran desde la Fundación, que recuerda que son casi 80 millones de personas las desplazadas de manera forzosa en el mundo.

“Es una realidad que va en aumento, sobre la que es necesario actuar para hacer posible un mundo más justo, igualitario, intercultural e inclusivo, libre de racismo, xenofobia y discriminación”, advierten.

“En el contexto actual de emergencia sanitaria con fuertes consecuencias sociales y económicas para las personas más vulnerables de nuestra sociedad, creemos necesario resaltar en este día la necesidad de avanzar en la protección de las personas refugiadas por motivos climáticos; de reforzar el sistema nacional de acogida de solicitantes y beneficiarios de protección internacional de manera que este pueda proveer de condiciones de vida adecuadas y dignas a las personas solicitantes, así como que se garantice el derecho a solicitar y obtener una resolución en un periodo de tiempo razonable”.

Por otra parte, piden que se reforme la legislación española en materia de asilo para “que se unifiquen en una sola normativa” las distintas formas de protección internacional a las personas necesitadas de ella, del asilo a la apatridia, pasando por la protección subsidiaria, la protección temporal y las razones humanitarias. De este modo, también se contaría con “mayores garantías procesales y especial atención a las vulnerabilidades específicas de las personas solicitantes”, recalcan. Y es que “si estas exigencias eran ya necesarias antes de la pandemia por COVID-19, se han convertido en más necesarias y urgentes, si cabe, con motivo de la actual crisis sanitaria, social y económica”.