La Plataforma Feminista de Guadalajara envió una carta abierta a Atilano Rodríguez, obispo de la Diócesis de Guadalajara y Sigüenza, en la que comenzaban acusándolo de “machista”. A él y a la Conferencia Episcopal española. Esto, después de que el obispo asegurara que la educación segregada por sexos garantizaba un mayor “rendimiento intelectual” y que separar a los estudiantes es una decisión “lógica”, ya que es “mejor” diferenciarlos desde “el punto de vista del rendimiento intelectual”.
Desde la Plataforma recordaban que la LOMCE tiene un “claro tinte neoliberal, ultraconservador y ultracatólico” y que concedió a la asignatura de religión el carácter de evaluable y computable para la nota media académica de ESO y Bachillerato. “Su objetivo era poder engordar la estadística de alumnos que estudian religión contándolas como creyentes, así como mantener una posición de poder desde el adoctrinamiento”, explicaban.
“No les ha preocupado ni la formación académica, ni pedagógica de su profesorado, ni de su alumnado”, aseguraban. En cuanto a la segregación, reprochaban al obispo y la Conferencia que “no son ustedes precisamente autoridades pedagógicas” por lo que los tachan de “miserables” al hablar de los beneficios de la segregación por sexo “como si fuesen técnicos educativos”. “Qué irresponsables son sus palabras: ”me han dicho que lo hacen por ahí y va muy bien“ esas palabras que ha utilizado para avalar el fallo del Tribunal Constitucional respecto a la legitimidad de la subvención a colegios que discriminan por sexo”, lamentaba la Plataforma.
Por eso, el colectivo asegura que se “equivocan” y, además, recriminan su “irresponsabilidad” al “utilizar” la condición de autoridad religiosa y “hacerse cómplice de perpetuar el patriarcado”. Piden a la Iglesia que haga una “profunda autocrítica” de su papel en la “construcción del patriarcado”.
“Antes de que hablen de educación, deben, insistimos, pararse y humildemente reconocer los errores cometidos para con las mujeres, sin embargo se lanzan a los brazos de una vieja modernizada estrategia patriarcal, la de la segregación por sexo en las aulas, envueltos en el halo de 'lo educativo'”, pedían a la Conferencia Episcopal y al obispo. “No nos engañan, no les interesa la fe, ni les interesan las mujeres, solo les interesa perpetuar su patriarcado privilegiado”, criticaban.
En este sentido, los culpaban de ser “cómplices” y “responsables directos” de perpetuar el reparto de roles “que es el pilar de la desigualdad”. “Es una sinvergonzonería defender la escuela que discrimina a niñas de niños, enseñando a los niños deportes, ciencias y tecnología, y su posición de privilegio y poder, mientras a nosotras nos enseñan a ser 'buenas niñas', a 'comportarnos como señoritas' y, por tanto, a obedecer y a asumir la opresión como nuestro destino en la vida”, criticaban.
Finalmente, invitaban a Rodríguez a ser “valiente” y a desdecirse, que sea “humilde” y reconozca “la responsabilidad de la Iglesia en el patriarcado”. “Abandone lo reaccionario y a los reaccionarios y su estupidez y venga con nosotras, abandone el patriarcado, deje de ser machista, piense en esas niñas y esos niños a los que se les impide ser personas iguales y de un paso adelante. En la coeducación en igualdad nos encontraremos, pero si desde la miserable cobardía se queda en la educación discriminatoria e injusta nos tendrá siempre enfrente”, concluían.