El septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. En ella, la denominada Agenda 2030, se plasman 17 objetivos. Sobre algunos de ellos ha querido debatir la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en un curso de verano que se ha llevado a cabo en el campus de Toledo.
‘Los objetivos de desarrollo sostenible fijados en la Agenda 2030: propuestas dirigidas a transformar nuestro mundo’ ha sido el título de este encuentro entre sociedad, investigadores y profesionales de referencia en las áreas de trabajo que comprenden los cinco objetivos de desarrollo sostenible que han analizado: 1, 2, 6, 8 y 18 -fin de la pobreza, hambre cero, agua limpia y saneamiento, trabajo decente y crecimiento económico y paz, justicia e instituciones sólidas, respectivamente-.
La vicerrectora de Estudiantes y Responsabilidad Social de la UCLM, Ana Carretero, y el presidente de la Coordinadora de ONDG de Castilla-La Mancha, Braulio Freire, han sido los encargados de introducir una jornada en que, desde la perspectiva académica, confían en que contribuya a establecer “la hoja de ruta que deben adoptar las instituciones, la sociedad civil y todo el que quiera colaborar”.
Para debatir sobre los contenidos del primer objetivo -‘Poner fin a la pobreza en todas formas en todo el mundo’-, el profesor de Política Económica de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Albacete, Gregorio López Sanz, ha hecho un repaso del modelo económico de mercado que domina la sociedad actual en una charla sin tapujos en la que, por ejemplo, ha subrayado que “año tras año, la concentración de la renta y la riqueza en menos manos es una realidad. Es algo que no ayuda a conseguir el objetivo”.
¿Hasta qué punto se van a cumplir las pautas del objetivo 1?
Así lo ha cuestionado el profesor de la UCLM para, a continuación, señalar “en general, -los teóricos de la economía- hacen referencia a que habrá mayor crecimiento económico”, el cual, a su parecer, “sin consideración al medio ambiente, a los animales y a los derechos humanos es el problema y no la solución” para acabar con la pobreza en el mundo.
Las previsiones realizadas sobre el cumplimiento del primer objetivo de desarrollo sostenible indican que hay “buenas expectativas en cuanto a la reducción de la pobreza extrema en China e India”, “economías que crecen a buen ritmo aunque con grandes desigualdades que se espera que disminuyan”, apuntaba el profesor que, sin embargo, afirmaba que “la zona peor parada será África subsahariana, donde se reduciría en términos relativos la pobreza extrema pero no en absolutos, ya que el número de personas en esa situación sería mayor que hoy en día”.
“Año tras año, la concentración de la renta y la riqueza en menos manos es una realidad. Es algo que no ayuda al objetivo. Cada vez más el mecanismo de la urbanización y el éxodo rural nos da pistas de que el objetivo es difícil de conseguir”, ha aseverado López Sanz, que considera que estamos ante una “sociedad capitalista terminal, que se basa en el aumento de la producción y el consumo. No puede funcionar sino crece continuamente. Es un sistema de recursos finitos que está condenado a autoinmolarse”.
El experto ha dado su visión también de las políticas actuales en cooperación al desarrollo que se lleva a cabo afirmando que“las transferencias de capital a los países empobrecidos son ”una auténtica mentira“. ”Los movimientos de capital que se producen de países empobrecidos al mundo rico son cinco veces superiores que al sentido contrario. La cooperación al desarrollo es una ínfima parte de lo que robamos en esas tierras“, ha manifestado haciendo también mención a una de las reflexiones del sociólogo suizo Jean Ziegler: ”La solución al hambre no es dar más, sino robar menos“.
Antes de concluir su intervención, tras la que se ha abierto un enriquecedor debate entre los asistentes exponiendo propuestas, iniciativas o posibles soluciones, el profesor de la UCLM ha aseverado que el capitalismo “se basa en la maximización del beneficio empresarial, de la acumulación” y que, “salvo mecanismos correctores de los estados –políticas redistributivas– de manera natural, el funcionamiento del sistema lleva a un aumento de la desigualdad”.
“Hoy hablamos del precariado y no del proletariado. Hay personas que en sociedades desarrolladas tienen empleo pero no tienen aseguradas cuestiones básicas para la vida por los salarios y los derechos laborales no alcanzan”, ha apuntado también López Sanz, que lamenta que la opción que pueda imponerse para alcanzar los objetivos sea “la tecno-optimista” pensando que la tecnología ya “inventará algo para resolver el problema cuando a veces es la raíz de los problemas de la humanidad”.
“¿Hay hambre en el mundo? Sí. La siguiente pregunta es ¿por qué?”
Con esta cuestión ha comenzado Ana Navarrete, también profesora de Derecho Civil en la Facultad de Derecho y Relaciones Laborales de Albacete (UCLM), la charla en la que ha abordado el segundo objetivo de desarrollo sostenible: ‘Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible“.
Navarreta ha afirmado que la causa del hambre es “la desigualdad brutal” que existe en la sociedad, donde según datos Oxfam Intermón, “el 1% de las familias del mundo posee casi la mitad de la riqueza mundial o que el 10% posee el 86% de los recursos del planeta”. “El hambre y la pobreza son el resultado de ese enorme desequilibrio que caracteriza el principal modelo económico de principios neoliberales, que impide el acceso a la inmensa mayoría de la población a los recursos naturales”.
¿Cómo hay que poner fin al hambre?, ha planteado la experta tras el marco introductorio que ha realizado, que ha ampliado después resaltado la importancia de que este objetivo se consiga con “una dieta adecuada”. “El derecho humano a la alimentación no puede quedarse en que los seres humanos no pasen hambre sino que lleguen a una dieta adecuada con los nutrientes necesarios para el desarrollo de una persona”.
Además, ha recordado que el objetivo añade también un nuevo elemento: que esas dietas resulten también sostenibles desde el punto de vista social y medioambiental. “España exporta patatas a Reino Unido y curiosamente Reino Unida exporta patatas a España. ¿Pueden ser las mismas patatas?”, ha planteado Navarrete al tiempo que aseveraba este tipo de comercialización “genera una serie de emisiones perjudiciales para el planeta”.
Navarrete ha apuntado también que “el derecho humano a la alimentación se vulnera también en los países desarrollados”. “Mil millones de personas padecen sobrepeso y 500 millones tienen problemas graves de obesidad”, unos datos que muestran la incongruencia humana, que utiliza la mitad de su producción de cereales en pienso para alimentar animales. “Si utilizamos ese cereal, alimentaríamos a más de 3.500 millones de personas. No estamos organizando bien las cosas y hay que ponerlo de manifiesto”, ha agregado.
Por todo ello, cree “necesario repensar no solo los modelos productivos sino también la forma de consumir y ser más responsables con el consumo cotidiano para favorecer el comercio local y evitar el consumo no sostenible, el injusto, aquel que sabemos que se ha conseguido con un trabajo mal remunerado, infantil…”.
El agua y la importancia del saneamiento
Ha cerrado la primera mañana del curso, que se alarga hasta este jueves con dos mesas redondas, la profesora de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de Toledo (UCLM) Rocío A. Baquero Noriega, también coordinadora del Grupo de Investigación de Agroecología y Calidada y Salubridad del agua en países en desarrollo (IAGU). Baquero ha analizado el sexto objetivo de desarrollo sostenible: ‘Garantizar la disponibilidad del agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos“.
La experta ha destacado aspectos fundamentales del derecho al agua y ha apuntado algunos datos relativos al consumo de agua humano. Así, se estima una cantidad de entre 50 y 100 litros por persona al día para satisfacer las necesidades humanas básicas, un dato que contrasta con los 2.500 millones de personas no tienen instalaciones de saneamiento adecuadas.
No obstaculizar directa o indirectamente el goce del derecho al agua, proteger a terceros de toda injerencia en ese disfrute o realizar medidas legislativas, administrativas, presupuestarias, judiciales, de promoción y de cualquier índole para hacer plenamente posible efectivo el derecho al agua son las obligaciones que tienen los estados para cumplir el objetivo analizado, ha manifestado la profesora de la UCLM.
Las enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento siguen estando entre las principales causas de fallecimiento de niños menores de 5 años, recordó Baquero que dio también a conocer un estudio de caso en Guinea-Bissau sobre la falta de agua potable y de infraestructuras de saneamiento que padece este país africano y tantos otros en el mundo, donde hasta el 75% de la población podría vivir en países con estrés por déficit hídrico de aquí a 2025.