Irene tiene cinco años y a comienzos de 2022 le diagnosticaron Diabetes Mellitus tipo I. Vive en Manzanares (Ciudad Real) y su familia lleva un año intentando que el Gobierno de Castilla-La Mancha le preste el servicio de Enfermería Escolar. Sin resultados.
“Cuando se incorporó de nuevo al colegio se presentaban diversos problemas relacionados con el control de la glucemia, las hipoglucemias”, según explica María Ángeles Arrebola, la madre de la pequeña. Ella conoce bien la patología porque también la padece.
La pequeña estudia en el colegio Virgen de Altagracia. “Tanto el horario de mi marido como el mío, son incompatibles con la inyección de insulina antes del comedor a las 14 o en caso necesitarlo si su glucemia es muy elevada”, relata la madre. Por eso ella y su marido Jesús se dirigieron a la Delegación Provincial de Educación en Ciudad Real y contactaron con la Unidad de Inclusión Educativa y Convivencia.
Desde ahí se les derivó al inspector educativo de zona. “Soy docente en un Instituto de Educación Secundaria y tuve la oportunidad de entrevistarme personalmente con él en mi centro. Muy amablemente me explicó que mi hija no necesitaba de una enfermera para controlar su glucemia y que la responsabilidad de medir los perfiles recaía en su tutora”, explica la madre. “También me indicó que ningún docente le podía inyectar la insulina salvo que se ofreciera voluntario”.
Por eso su caso fue remitido a Sanidad. “Me sugirió que desde el centro de salud que cubre al colegio intentaran enviar una enfermera diariamente para la inyección. Hice lo que me indicó, pero cuando presenté el caso y los informes de mi hija ante la Gerencia del Hospital de Manzanares, me respondieron que ya había un protocolo para la diabetes en la escuela”. El caso volvió a quedar en vía muerta.
Ni Sanidad ni Educación han ofrecido alternativas a la familia. “Fue como un partido de tenis donde nosotros éramos la pelota: la Delegación de Educación nos mandaba a la Delegación de Sanidad y la de Sanidad a la Educación”, critica María Ángeles Arrebola.
No se quedaron ahí. Insistieron con el delegado provincial de Educación, después ante la Consejería y finalmente se dirigieron a Emiliano García-Page a través de un espacio en la web de la Junta de Castilla-La Mancha denominado ‘El presidente responde’. Un formulario a través del que se pueden trasladar preguntas o solicitudes online.
“Ninguno de los correos electrónicos fueron respondidos, aunque tengo que reconocer que del último formulario recibí un acuse de recibo. Solo me queda enviarles a sus respectivas oficinas los mismos escritos por correo ordinario y acuse de recibo para que no tengan la excusa de decir que no recibieron mis correos electrónicos”, apunta esta madre.
Ahora, agotada la vía administrativa, han optado por contar su caso a la opinión pública. Mientras tanto, la niña lleva sensores de glucemia en el brazo. “Es como una pegatina con un chip y se pueden hacer lecturas a través del móvil. Ahora la medición es más fácil porque ya no tiene que ser capilar”.
La madre resalta el apoyo de la dirección del centro y de la tutora. “Es una gran profesional, pero recayó sobre ella una gran carga. En un centro donde la ratio de Infantil está al límite de alumnos y el problema de nuestra hija le cargaba aún más”.
Ha sido la tutora la que ha aprendido a medir con el móvil la glucosa a través de los sensores. “Pero claro, tiene 21 niños en clase”. La madre cuenta que “en los días en los que está muy descompensada, no puede tomar nada hasta la hora de la comida. Y a veces los sensores fallan. Nadie puede hacerle una medición capilar. Estamos preocupados”.
Ha optado por la ayuda de una madre del centro que se ha prestado a ponerle la insulina a la pequeña antes de la hora de la comida, pero carece de formación sanitaria. “La lógica nos lleva a considerar que la diabetes es una dolencia lo bastante grave. Y la insulina, si se inyecta en exceso puede ser mortal. Por eso pedimos una enfermera escolar”.
67 enfermeras escolares en Castilla-La Mancha
Sobre esta posibilidad, ElDiarioclm.es se ha puesto en contacto con el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha. Fuentes del SESCAM derivan responsabilidades en este tema a la Consejería de Educación. Y desde Educación no ofrecen una respuesta concreta al problema de esta familia.
“Todos los centros de educación especial cuentan con plantilla fija y estable de enfermera”, señalan las fuentes consultadas que, además, detallan que en el resto de centros educativos “hay un número de enfermeras que una comisión compuesta por Educación y Sanidad ha considerado. Esta consideración se determina cada inicio de curso en función de las necesidades”, aunque no ofrece información sobre lo qué ocurre cuando, en el caso de esta familia, la necesidad se suscita una vez empezado el curso escolar.
Educación ofrece una respuesta por escrito a elDiarioclm.es, sin declaraciones de ningún responsable del área. Y lo hace para remitirse a la Resolución de la Junta de Castilla-La Mancha de abril de 2011. “Todos los centros educativos tienen un centro sanitario de referencia en base a la orden establecida en 2011. Tienen conocimiento de todos los casos con patologías, enfermedades crónicas… del alumnado matriculado en los centros”, explican fuentes de Educación.
La Consejería dice que “se hacen acciones formativas de sensibilización a demanda de unos y otros”. Ninguna otra explicación o solución concreta para el caso. “Sí, hemos recibido formación de la educadora en diabetes pediátrica en Ciudad Real”, reconoce la madre, pero poco más. “En Castilla la Mancha la figura de la enfermera escolar sólo está contemplada en dolencias muy concretas, pero no para la Diabetes Mellitus tipo I”, lamenta.
“Entiendo que quizás nuestro caso no sea tan dramático como los casos que salieron a la luz en Madrid, quizás porque yo misma soy diabética y me asustan menos determinadas circunstancias que a otros padres más verdes en el tema. Pero eso no quita que no estemos muy preocupados por la situación y, sobre todo, terriblemente estresados”.
Y esta madre cuenta también que no le es posible coger una excedencia para atender a su hija. También se ha planteado intentar un permiso retribuido. “Pero no está claro que me lo dieran. Hay un caso en Castilla- La Mancha de un padre funcionario de la Policía Nacional que lo solicitó y aún lo está litigando en los juzgados”.
María Ángeles Arrebola cree que es “ridículo hablar de conciliación cuando ni en esto nos atienden” y se muestra firme sobre su propia situación laboral. “No quiero dejar de trabajar. Sería retorcido que se me obligara a renunciar a mi vida profesional porque la administración no atiende a mi hija en el ámbito escolar”.
Un protocolo de Enfermería Escolar “obsoleto”
El caso de Irene no es el único en la región. Aurora, la madre de otro niño pedía enfermeros escolares. “Mi hijo tiene diabetes, me han llegado a decir que no le escolarice”.
La cuestión es compleja. Ocurre en todas las comunidades autónomas, como en Madrid, con algún que otro caso sonado en el que se aconsejó a los padres cambiarse de centro si no estaban satisfechos. O en Andalucía, donde son las propias profesionales de Enfermería las que el año pasado se rebelaban por un nuevo protocolo que, denunciaron, iba a sobrecargar su trabajo.
María Ángeles Arrebola recuerda que en Castilla-La Mancha el protocolo para este tipo de casos tiene ya 20 años “Está obsoleto y hace recaer sobre los padres toda la responsabilidad. La única opción que me daban era buscar algún voluntario en la Asociación de Diabéticos de la localidad”.
Sindicatos como ANPE incidieron durante los meses más duros de la pandemia en la necesidad de enfermeros escolares. “No son un lujo sino una necesidad”.
Según los datos facilitados por el departamento en la actualidad hay un total de 67 profesionales de la Enfermería en el ámbito escolar. Una cifra que se ha multiplicado por tres si se atiende a los datos del Observatorio de Enfermería Escolar del Consejo General de Enfermería (CGE) correspondientes a 2021 que apuntan a que, ese año, Castilla-La Mancha solo tenía contratados a 22 profesionales para más de 300.000 alumnos.