Apenas tres meses después del golpe de Estado que provocó el inicio de la Guerra Civil Española, escuadrones del Regimiento de caballería de Numancia tomaron el pueblo de Azaña, en el norte de la provincia de Toledo, y cambiaron su nombre al día siguiente. Lo hizo la Junta de Defensa Nacional mediante sesión extraordinaria, un acto “ilegal” según la Asociación para la Recuperación del Nombre Histórico de Numancia de la Sagra, un colectivo creado 'ex profeso' para que este pueblo vuelva a tener la denominación que mantuvo durante 800 años de existencia y que ahora quiere que el Ayuntamiento debata en su pleno municipal.
En el acta de la sesión extraordinaria de ese 19 de octubre de 1936 figura que el comandante en jefe del regimiento estableció nueva Comisión Gestora para el Ayuntamiento y que recogiendo el “sentir del pueblo” en lo sucesivo la localidad llevaría el nombre de Numancia de la Sagra “por el hecho trascendental de haber sido reconquistada por los gloriosos escuadrones del Regimiento de Numancia”. Para la asociación, el “carácter de exaltación” de la sublevación militar se encuentra asimismo reflejado en la orden por la que se cambió el nombre del pueblo, donde se apuntaba que fue ese regimiento quien “arrancó” al pueblo de la “tiranía roja”.
Aunque con ello se quería borrar del mapa cualquier mención al presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, lo cierto es que con esta decisión lo que se eliminaron fueron ocho siglos de historia. Fue en el siglo XII cuando el Rey de Castilla Sancho III donó a su tesorero mayor cinco yugadas de tierra por los “buenos y fieles servicios” que había prestado a su padre, el Rey Emperador Anfonso VII, en la aldea de ‘Al-saniya’. En el año 1173 una Carta Puebla del Conde Ponce transfiere a los 23 vecinos de esta aldea tierras para transmitir a sus descendientes, pero no es hasta 1250 cuando se tiene referencia del pueblo por medio de un poema alemán de Biterof y Dietleib.
Es este texto donde los historiadores comparten la opinión de su nombre original junto con palabras de Santa Juana, originaria del municipio: “En Azaña me dio el ser Dios y hazañas he de hacer”. También Felipe II se refiere al pueblo a finales del siglo XVI afirmando que “se llama Azaña al presente, y siempre y después que tienen noticia de hombres desde niños hasta el presente se ha llamado Azaña y no saben por qué se llama asín, ni saben haberse llamado de otra manera antes de agora”.
Para la asociación, sobran razones para que un Gobierno municipal “responsable” tenga en cuenta toda esta carga histórica, por la cual entienden desde el colectivo que la recuperación del nombre no es una cuestión “ni de derechas ni de izquierdas”, sino “de sentido común, de respeto a la historia y de rescate de la identidad sustraída por un acto ilegal”.
Aseguran que así lo han entendido historiadores como Jaime Ferreiro Alemparte, escritores como Juan Goytisolo y responsables políticos como Jorge Semprún, José María Aznar, José Bono o Alfonso Guerra. “Después de casi cuarenta años de restauración democrática de los municipios, con creces ha llegado la hora de reparar con un acto de justicia elemental, y de gran trascendencia histórica, este disparate del cambio del nombre del pueblo”, alegan.
Son parte de los argumentos que entregarán a los grupos municipales del Ayuntamiento para que se articule una moción en el pleno, arropados igualmente por la Ley de la Memoria Histórica de 2007. No quieren que se someta a referéndum de los vecinos ya que ello supondría “someter a la discusión pública y dar validez a un acto manifiestamente ilegal, y formalmente expulsado del ordenamiento jurídico”. En este objetivo los defensores de la iniciativa han contado con el respaldo de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, que ya se ha dirigido por carta al alcalde, del PSOE, instándole que tome las medidas oportunas para recuperar el nombre de la localidad.