Los ‘resquicios legales’ que dan pie a gestores “poco escrupulosos” de residuos peligrosos

“En los últimos años hemos observado una serie de malas prácticas que dañan al sector y promueven una competencia desleal, pero también suponen peligro para el medio ambiente y la salud de las personas”. Así se pronuncia Luis Palominos, secretario general de la Asociación de Empresas Gestoras de Residuos (ASEGRE). La organización, apunta, representa los intereses de las empresas dedicadas a este mundo, “especialmente” de residuos peligrosos y trabaja con el 70% del sector español. Son empresas como Kuk Medioambiente y Layna, ambas relacionadas con el incendio de la planta de reciclaje de Chiloeches, a finales del pasado agosto.

Las investigaciones tras el incendio han provocado denuncias graves, también impulsadas por entidades como ASEGRE, en la que se señalaban una serie de irregularidades en el funcionamiento de las empresas que utilizaban la planta de reciclaje que acabaría finalmente quemada. La asociación se encarga también de investigar este tipo de situaciones, y de poner sus sospechas en conocimiento tanto de las Comunidades Autónomas como de la Guardia Civil.

ASEGRE, de hecho, había denunciado a KUK Medioambiente, debido a que sus investigaciones apuntaban a una serie de prácticas peligrosas, camuflando residuos tóxicos entre escombros. No fueron los únicos que habían denunciado a la planta por su mala gestión. El SEPRONA investigaba la situación de la planta antes del incendio, debido a denuncias tanto de la Junta castellano-manchega como de la madrileña.

¿Por qué las empresas que gestionan los residuos cometen estos errores?

KUK Medioambiente llevaba a cabo una práctica que podía calificarse como ilegal al mezclar residuos peligrosos con no peligrosos y enmascararlos hasta que llegaban a Madrid. El problema, señala Palominos, es que no existe una sensibilización real hacia las cuestiones de medio ambiente, “específicamente” en lo que concierne a los residuos peligrosos. Así lo denuncia el secretario general, que explica que los presupuestos autonómicos finalmente no dejan suficientes recursos para poder llevar a cabo políticas eficientes en este sentido.

“Las Comunidades Autónomas necesitarían recursos determinados para controlar la gestión de residuos y realizar inspecciones que, finalmente, no resultan suficientes”, señala Palominos. Por otro lado, afirma, desde ASEGRE consideran que la legislación es “tremendamente complicada” lo que, a la larga, trae unos resquicios que, en vez de solucionar los problemas, crean otros. Uno de ellos, especifican, es la responsabilidad del productor de los residuos. “En la gestión de los residuos peligrosos hay un momento clave y es cuando se transfiere la responsabilidad de los mismos”, advierte Palominos.

Lo que ocurre con la responsabilidad de los residuos se puede ejemplificar así: si se envía una cisterna de aguas con características, por ejemplo, el gestor que la recibe la analiza y en el momento en que la acepta, se produce una transferencia de responsabilidad que deja “exento” al productor. Es esta transferencia, según Palominos, la que permite al productor de los residuos elegir al gestor que ofrece mejor precio sin dar un segundo pensamiento. “En un mercado regulado por 17 órganos competentes ofrece resquicios a las empresas y a los gestores poco regulosos”, advierte.

Regulación “desigual” en un mercado amplio

Las consecuencias de estos problemas en la gestión de los residuos pueden ser variadas. ASEGRE señala, por ejemplo, que si se abandona un residuo, como ha ocurrido finalmente en el caso del cementerio de neumáticos de Seseña, el mercado que se debe hacer cargo del mismo es muy “desigual”. En lo que respecta a las Comunidades Autónomas, las diferencias se refieren a que algunas son “muy estrictas”, lo que repercute en muchos medios para la regulación, y otras que son más laxas, lo que implica dirigir menos medios “por el motivo que sea”, señala Palominos.

Lo que describe, en el caso de Chiloeches, es que lo que se ofrecía era un precio significativamente más bajo, gracias a un tratamiento con menos coste, por lo que se convertía en un gestor muy competitivo y, además, ganaba dinero. “Queremos llamar la atención a que sea el productor del residuo el que tenga más responsabilidad. Si tienes responsabilidad, tendrás más cuidado con quien entregas tus residuos y finalmente el mercado se autoregulará”, concluye Palominos.