El camino del voto rogado, siempre empedrado y de futuro incierto
Son ya más de dos millones de españoles en el extranjero y todos ellos tienen derecho a voto, a elegir al candidato que quiere que les represente, a ellos mismos, a familiares y amigos. Meter tu papeleta en la urna, cuando estás fuera del país, puede llegar a convertirse en una auténtica odisea. La indignación de las personas que reclaman el voto rogado, en diferentes zonas del mundo, se manifiesta en gran medida en las redes sociales, donde movimientos como el de Marea Granate intentan ayudar a todos ellos, informando de cómo ejercer su derecho a voto. En los diferentes casos que exponemos a continuación, todos rogaron su voto y pasaron por diferentes trámites burocráticos para conseguir votar, algunos no lo han logrado y otros sí.
Encarna, natural de Almansa (Albacete), es la primera de muchos ejemplos repartidos por el mundo. Lleva cuatro años viviendo en Berlín y, en su caso, ya estaba inscrita en el Consulado como residente en la ciudad alemana. A principios de octubre le informaron que le enviarían un correo, el cual le llegó a finales del mismo mes, para comenzar su camino hacia el voto. “Llamé un día por teléfono al Consulado para preguntar si estaba incluida en el censo”, en ese momento le dijeron que sí y “empezaron los problemas” porque nunca le llegó una carta en la que está toda la información, relata Encarna. Como medida alternativa, le propusieron enviar un documento al censo de Albacete para que, una vez recibido, le enviaran las papeletas a Berlín para posteriormente enviarlas de vuelta al mismo lugar. “La carta con la papeleta nunca llegó”, explica resignada añadiendo que “no puedo votar tampoco en España porque estoy registrada aquí en el censo”.
“Es una fecha muy mal escogida, bajo mi punto de vista estratégica. Resulta indignante el proceso que tenemos que realizar los españoles que estamos en el extranjero para poder votar. Si quisieran que votáramos, facilitarían más las cosas”, explica la almanseña desde Berlín. Además, no basa sus argumentos únicamente en la experiencia personal, pues dice que “tengo amigos españoles en otras partes del mundo, todos emigrados por los mismos motivos y creo que ellos aún están sentados en casa esperando a recibir la carta para poder votar”. Para finalizar, denuncia que tras vivir esta situación siente que “me han quitado mi derecho a votar” y lanza una duda en forma de cifra, pues dice que “somos más de dos millones de españoles en el extranjero, pero me gustaría saber cuántos han podido votar”.
Natalia Mayo, madrileña y ahora residente en Glasgow desde 2013. Se declara como “una de los muchos que estan teniendo dificultades para recibir el voto” y recuerda que “en las autonómicas tampoco me dejaron votar”. Natalia explica que su voto “está desde el dia 3 de diciembre retenido o perdido en algun lugar” y desde el Consulado remiten la responsabilidad al censo de Madrid. “El censo me dice que es culpa de Correos y Correos me informa que el censo ha mandado los votos sin fecha de entrega, con el tipo de seguimiento que no informa rigurosamente dónde está la carta y que es imposible saber dónde está”, explica esta madrileña la cadena de coincidencias que la dejarán sin poder votar. Finaliza con la sensación de que “no están por la labor de que votemos, porque es un trámite larguísimo y sin planes B”, opinando al respecto que es “una grandísima vergüenza”.
“Hice todos los trámites burocráticos para poder votar desde el extranjero y no he recibido los papeles para poder hacerlo, ni yo ni nadie que conozco de los que estamos en Australia”, asegura sobre su voto rogado David Tortajada, natural de Madrid. Como elector temporalmente en el extranjero, presentó su solicitud el día 9 de noviembre y aún no le han llegado las papeletas para poder votar, por lo que no podrá hacerlo en estas elecciones.
De estos procesos tan lentos también se queja Luis Tolosa, albaceteño, residente en México DF por motivos de trabajo desde hace año y medio. Siguió el proceso de inscripción en el consulado, solicitó el voto y esperó a que le avisaran para poder ejercer su derecho. Recrimina que “hay una desinformación muy grande hacia el español que reside fuera” y añade que “da la sensación de que no quieren que llegue tu voto”.
Algunos votos no llegarán, pero otros ya están en camino
Samuel López, ahora en Edimburgo pero natural de Motilla del Palancar (Cuenca), se registró en el Consulado español de la ciudad escocesa, rogó su voto y semanas después recibió un sobre para poder votar. En él, faltaban “las papeletas y la hoja color sepia para marcar los aspirantes al Senado”, como explica él mismo. Fue su novia le que le cedió una de las papeletas para que pudiera votar y eso gracias a que votan a partidos distintos. Eso sí, explica que “no voy a poder votar al Senado” porque esa hoja no la tiene. En su caso, le sorprendió “lo fácil y sencillo que es rogar el voto” y añade que “me da mucha pena que la gente no vaya a hacerlo por pereza o porque crea que lleva mucho trámite”. Insiste en que “hay una gran desinformación” en este tema y reconoce que “están poniendo muchas trabas para votar”, porque conoce otros casos como el suyo en el que “llega el sobre incompleto”.
“Hace cuatro años me quedé sin votar porque la carta para pedir el voto me llegó tarde”, arranca su experiencia Noelia, de Quintanar de la Orden (Toledo) y ahora en Dublín desde hace 9 años. “Esta vez me propuse votar como fuese” y cuando los votos le llegaron a su casa de la mano del cartero, éste le informó que “estaba devolviendo muchas cartas porque la gente cambiaba de dirección y no daba parte a la embajada, lo que suponía cientos de votos tirados a la basura”. Noelia mandó la carta certificada con sus votos y asegura que ahora es “un poco más feliz”
Susana, de Yebes (Guadalajara) y residiendo actualmente en Lisboa, explica que su salida de España y la de su marido fue motivo de la crisis, al igual que varios amigos suyos que ahora están repartidos por todo el mundo. Una vez recibidas sus papeletas, debe volver a enviar el sobre con sus votos a la embajada de Lisboa, de manera certificada y con fecha máxima del 18 de diciembre. “Con tanta carta certificada, al final te cuesta unos diez euros ejercer tu derecho al voto”, apunta Susana. En su opinión, respecto a las trabas encontradas para emitir su voto las justifica porque “saben que nadie se va de España si no es porque no le dan trabajo y esos votos son del votante indignado”.