El Museo López-Villaseñor de Ciudad Real acogerá hasta el 5 de marzo la exposición fotográfica 'Sanando corazones'. Una iniciativa nace de una situación personal del fotógrafo Rafael Pradas, autor de la muestra fotográfica y audiovisual. Es un proyecto en colaboración con la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital General de Ciudad Real y la Asociación Iker y que ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Ciudad Real.
El proyecto comenzó cuando el padre de Rafael Pradas fue derivado a la Unidad de Cuidados Paliativos de Ciudad Real, a cargo la doctora Guadalupe Serrano, amiga de la infancia del fotógrafo. Conocedora de la profesión del autor y coincidiendo con el fallecimiento del padre de este, le propuso realizar un reportaje gráfico sobre el trabajo desarrollado en la unidad.
Según explicaba Pradas, “surgió la posibilidad de mostrar a la sociedad la esencia de los cuidados paliativos. Asimismo, supuso la oportunidad de mostrar su gratitud a los profesionales que tanto cuidaron de su padre. También quiso plasmar en su trabajo el sentido de esta especialidad médica, que en muchos casos aplican la medicina del alma, aquella que no se dispensa en farmacias: el amor, el cuidado y la compasión”.
Rafael Pradas explica que “en este servicio médico dan una medicina que no está en las farmacias”. Una muestra en la que se trata de dar una visión diferente del servicio de paliativos “porque cuando disparas con el corazón, se ve una vida en la que todo es un milagro”. Emocionantes historias como la de Ramón, al que si le faltaba la voz cantaba con las manos, y si no tenía las manos cantaba con el corazón, o la del amor de los padres de Cristina, la valentía de Candelaria o Luis, Marceliano, Bonifacio o Luisete entre otros muchos que, por encima de todo, han demostrado que “hay que apostar por la vida a pesar de la adversidad que nos lleva el vivirla”.
La coordinadora del equipo de Ciudad Real, Teresa Salcedo, resumía la labor de su equipo durante la inauguración de la muestra con cariño, compasión, calidad de vida, confort y compañía, porque muchas veces “lo esencial es invisible a los ojos, y solo se puede ver bien con el corazón”. Se trata de un derecho universal y algo que “aporta calidad de vida, porque cuidamos la parte física, la psicológica, la espiritual y la social”. Una impresionante exposición en la que, tal y como explicaba la presidenta de la Asociación Iker “se trata de dar visibilidad a los cuidados paliativos y además sirve para reivindicar una formación especializada de sus profesionales”.
El proyecto duró seis meses, entre reuniones, visitas a domicilios y al hospital. En ese transcurso de tiempo, Rafael Pradas fue consciente del equipo humano que compone esta unidad: personal de limpieza, auxiliares, enfermeras y médicos, dedicados al cuidado de los demás. Esta experiencia le sirvió para vivir situaciones increíbles que supo transmitir a través de su cámara. El argumento principal no era otro que la propia vida. Todas las imágenes “tienen una historia detrás que provocaron las lágrimas en infinidad de ocasiones. Disparé el objetivo con el corazón y al revelar las fotografías descubrí que el trabajo realizado, desde esa perspectiva, lo cambiaba todo”.
Fueron situaciones reales, muy complicadas, a la que Rafael supo adaptarse, gracias a la ayuda y colaboración de los profesionales sanitarios con los que trabajó. Durante la realización del documental, tanto el equipo médico como los pacientes llevaban un micrófono. Esto permitió “obtener un material sonoro de incalculable valor, qué mezclado con la instantánea de las fotografías, crearon historias llenas de emociones, sentimientos y vida”.
Este proyecto no hubiera sido posible sin la colaboración del Hospital General Universitario de Ciudad Real y, en particular, el equipo que compone la Unidad de Cuidados Paliativos, que siguen apoyando el trabajo continuado de Rafael. Gracias también a la Asociación Iker, implicada en la ayuda a los cuidados paliativos, que respaldo económicamente la impresión de todas las obras y sigue apoyando la continuidad de este proyecto.
Asimismo, el autor ha querido mencionar especialmente a la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha y a su decana, que colaboró estrechamente en la proyección, a gran escala, del documental.