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El Arzobispado de Toledo cuestiona la democracia “como mero dominio de la mayoría” y quiere a los católicos en política

Presentación de la guía de orientaciones sobre participación de los católicos en política

Carmen Bachiller

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El Arzobispado de Toledo quiere que los católicos participen en política después de que el portavoz de la Conferencia Episcopal (CEE), César García Magán, que es obispo auxiliar de Toledo, asegurase que “los obispos, los curas, no debemos indicar el voto, eso es clericalismo”. Así que acaban de lanzar una guía bajo el lema “Orientaciones para la participación de los católicos en la política”.

La guía se inicia con una carta del propio arzobispo de Toledo en la que explica que con el documento “cumplimos una tarea pendiente que nos encomendaba el último Congreso Nacional de Laicos” y que pasa por “animar” a los fieles católicos a involucrarse en la política y “sembrar”. 

Francisco Cerro Chaves deja claro que “el noble arte de la política requiere de personas íntegras, virtuosas, que hayan conocido la luz alta que Jesucristo nos ha traído” y explica que se han recopilado “orientaciones” para “este ámbito tan vital de la organización social” e incluso cree que requiere de un compromiso especial e incluso “martirial” - de martirio- que aclara: “En el sentido etimológico del término: testimoniar dando la vida”.

La guía, que ha sido elaborada por la Vicaría Episcopal para los Laicos, Familia y Vida de la Archidiócesis de Toledo “delimita” también “ciertas responsabilidades intraeclesiales” y reclama, para quienes tienen cargos, “abstenerse de la implicación política de primera línea”.

La guía cuestiona, en su introducción, la democracia. Al menos si es entendida como “un mero dominio de la mayoría, sin estar orientada por el criterio de lo justo y partiendo de la realidad objetiva de las cosas”. Eso, sostiene, implica que “la libertad y la verdad están en peligro”.

De hecho, asegura que “una sociedad que desprecia abiertamente a Dios” -y que rechaza el “valor” de la fe- no puede “permanecer largo tiempo como una sociedad de Derecho” porque eso -a pesar de que la Constitución Española señala a nuestro país como laico- “desembocará en la tiranía, después de haber sido desgarrada por la anarquía”, citando un libro del papa Benedicto XVI publicado en 2022, La nueva Europa. Identidad y misión.

Deja claro que “los poderes públicos son una pieza clave en la edificación de la sociedad”, de ahí el interés de la presencia de los católicos en la vida política. A ellos se dirige el documento para ofrecerles pautas. “Los cristianos también gozamos de legitimidad para intervenir activamente y protagonizar el cambio”, reivindica la guía, porque “nos ampara la libertad religiosa, de pensamiento y expresión” y recuerda que sus ideas “son tan respetables como otras posibles propuestas basadas en cualquier otra creencia, ideología o teoría social”.

Se invoca engañosamente la tolerancia para que una parte de los ciudadanos renuncien a contribuir a la vida social y política

En este punto la guía critica que “invocando engañosamente la tolerancia” se pida a una parte de los ciudadanos, incluidos los católicos, “que renuncien a contribuir a la vida social y política de sus propios países”.

“No es admisible ni el totalitarismo ni el separatismo”

El documento difundido rechaza el “estatalismo” y el “totalitarismo” y defiende la idea de “contar con un proyecto de nación” donde “no es admisible el separatismo”. En este aspecto aboga por “la tutela” de los órganos que “se encuentren en niveles sociales-institucionales superiores” y dice que “es fundamental” en el ámbito educativo (los padres son los primeros educadores y el Estado es garante del derecho a la instrucción pública), en la distribución territorial del poder y en las relaciones con las instituciones europeas.

Las listas electorales cerradas o la disciplina de partido hacen muy difícil el ejercicio de una genuina representación política

En cuanto a los partidos políticos, señala que han de ser “plataformas-cauces de participación ciudadana”, reclama “democracia interna, así como la mayor transparencia posible y la rendición de cuentas en su funcionamiento” y critica las listas electorales cerradas o la disciplina de partido que “hacen muy difícil el ejercicio de una genuina representación política”.

“La crisis de los Parlamentos, nacional y regionales, y de los Plenos provinciales y locales es indudable, por el predominio casi absoluto de la actividad de los Ejecutivos y por el partidismo”, dice otra parte de la guía que apunta lo “difícil” que es recordar “algún debate en el que un representante político, tras la escucha de la postura del adversario y el correspondiente intercambio de pareceres y argumentos, se muestre convencido y opte públicamente por modificar los propios”, aunque aquí alude a un discurso del papa Pablo VI de 1972. 

Añade el Arzobispado en el documento otras cuestiones agrupadas en diferentes epígrafes. Por ejemplo, en el terreno económico, defiende la fijación de una “justa fiscalidad que cumpla con su finalidad de redistribución solidaria y a la vez no desincentive la actividad empresarial”. En otros temas como el medio ambiente no hace mención alguna al cambio climático. Se limita a hablar de “problemas climáticos y de recursos naturales”.

Otro apartado muy significativo de este documento es el análisis que realiza del papel de la propia Iglesia en los asuntos públicos. “Con cierta frecuencia se acusa a la Iglesia de meterse en política, como si hiciera algo indebido cuando formula planteamientos de alcance público a la luz de la fe”. Por ello defiende que “compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas”.

Finalmente, pone de manifiesto la “abundantísima exposición mediática” a la que se someten todas las labores de carácter público. Eso, alega, invita a “ser especialmente cuidadosos para no confundir a la Iglesia institución con la particularidad con que la pueden reflejar cada uno de los bautizados en concreto”. “De cara a la toma de posición pública de cuestiones opinables, también convendría extremar la prudencia por parte de aquellos que tienen tareas de gobierno o coordinación en la Iglesia, consultando la conveniencia de emitir posicionamientos en medios de comunicación”, concluye. 

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