En uno de los puntos más altos de la Serranía conquense se encuentra Vega del Codorno, a 1.450 metros de altura. Rodeada de espacios naturales protegidos, esta pequeña localidad con menos de 200 habitantes acoge una emocionante y multitudinaria tradición navideña en una de sus impresionantes grutas que forman parte del paisaje modelado por el río Cuervo. Desde hace 58 años, se celebra un belén viviente en la conocida como 'La Cueva', una iniciativa que atrae a cientos de personas a la localidad y cuya historia y tradición le ha valido la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional en 2013 y ahora, diez años después, se ha convertido en Bien de Interés Cultural (BIC), con la categoría de Bien Inmaterial.
El belén viviente se celebra el sábado antes de Nochebuena, este año, el 21 de diciembre. Y en esta edición saboreará pensando en el nuevo reconocimiento, una de las figuras de protección cultural más importantes. “Es un reconocimiento a la trayectoria de 58 años, al compromiso, el trabajo, la constancia y también una responsabilidad de seguir trabajando”, explica el alcalde de la localidad Rodrigo Molina. Es un agradecimiento, señala, sobre todo para sus vecinos.
Este tipo de declaraciones, señala, ayudan a acercar a todo un pueblo, a las personas que viven en él y también a quienes quieren conocerlo. “Quien no lo conozca, debe venir a verlo. Por mucho que podamos describirlo, lo que se puede sentir al verlo es mucho mayor que lo que se pueda expresar con palabras”, asevera Molina.
El belén ha sido parte de más de la mitad de la historia de Vega del Codorno, que se “independizó” oficialmente de Tragacete en 1925. Fue en 1967 cuando se celebró por primera vez esta muestra de fervor navideño y reunión vecinal. El pueblo se reparte en once barrios, y el centro está marcado por esta gigantesca gruta natural, situada en el barrio llamado convenientemente La Cueva. El belén viviente aporta un toque humano a un entorno ya de por sí extraordinario. “Caben tranquilamente 1.500 personas”, explica el alcalde, que resalta que solo se ha podido iluminar unos 50 y 60 metros de una garganta que nace en el fondo de la gruta.
Es en este lugar donde se reúnen los vecinos que forman parte de este cuadro navideño viviente, en torno a 120 personas. Representan distintos oficios, además de los tradicionales papeles de José, María y el niño Jesús. Pero la gente que acude también a vivir el momento, se une con vestimenta acorde, de pastorcillos o ángeles. “Es impactante”, asevera el alcalde.
La declaración como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Bien Inmaterial, se lleva a cabo, explicaba la delegada provincial de la Junta, Marian López, para ofrecer un reconocimiento al “valor patrimonial de una manifestación de la cultura popular y tradicional en la que participa activamente todo un pueblo desde hace casi sesenta años, por lo que existe un sentimiento de pertenencia que hace que sea seña de identidad y elemento de unión para sus vecinos y vecinas”.
Es por ello que López ha querido felicitar a todos los vegueros y vegueras que desde el año 1967 han trabajado dar continuidad a esta representación, “implicando a abuelos, padres e hijos que hoy participan juntos en la representación”. Además, López ha resaltado como el belén se ha convertido en un “polo de atracción” turístico importante, que atrae cada año a cada vez más visitantes.
La representación va precedida de una celebración eucarística que representa en misterio de la Natividad en siete actos, tal y como aparece reflejado en los textos evangélicos. Luego se realiza un recorrido hasta la gruta en los que se muestran distintos oficios “de los de antes”, con la actuación de “figurantes”. La tradición, recuerda el alcalde, empezó como una colaboración entre el secretario de la localidad, el sacerdote “y tres amigos más”. Pero se ha mantenido en el tiempo, como sello de identidad de los vegueros y vegueras.
La tradición que también se mantiene es la de volver al pueblo a disfrutar de patatas asadas y vino, un regalo con el que el ayuntamiento agasaja a sus visitantes y vecinos para paliar el frío de las noches navideñas conquenses. “Cuando hace frío, unas patatas asadas siempre están bien”, concluye el alcalde.