Julio no es el mes preferido por los turistas para visitar Toledo, una de las 15 ciudades 'Patrimonio de la Humanidad' que hay en el país. Las altas temperaturas que se registran en el interior peninsular hacen más apetecibles los destinos de costa o de montaña. Sin embargo, el encanto cultural e histórico de la capital de Castilla-La Mancha, y también la cercanía con la capital de España, permite que miles de personas se animen a conocerla incluso en plena ola de calor. Incluso a 42 grados.
Durante el martes y el miércoles, los termómetros se han elevado por encima de los 40ºC, una situación que ha condicionado también la manera de visitar la ciudad y las rutas que se hacen. “Priorizamos visitas interiores a monumentos o a espacios subterráneos, en lugar de ir por la calle y hacer visitas más exteriores”, explica a este medio Alberto, guía turístico que realiza 'free tour' por la ciudad.
En este sentido, apunta que durante los meses de julio y agosto se nota un descenso del número de turistas que habitualmente acuden a Toledo. “Pero vienen dispuestos porque saben que van a pasar a calor. Solemos quitar rutas más de tarde ya que la gente demanda más nocturnas con algo más de fresquito”, explica este guía que estos días recibe más visitantes nacionales que extranjeros. “Sobre todo de residentes en la costa”, puntualiza.
Entre las recomendaciones que hacen a sus grupos está llevar consigo agua y protegerse lo máximo posible del sol. “En mi caso llevo incluso una sombrilla porque me quemo con nada. Lo considero un riesgo laboral”, apunta por su parte Irene, también guía toledana, sobre una situación sobre la que también advierten los sindicatos, que han exigido a los empresas castellanomanchegas realizar planes de prevención específicos frente al calor.
En la Oficina de Turismo de Castilla-La Mancha en Toledo, ubicada en el parque de La Vega, también ofrecen estos consejos a todos los usuarios que se acercan para demandar información sobre la ciudad. La mayoría, indican, son turistas nacionales, aunque también han contado con visitantes de otros países, principalmente de América del Sur. Muchos preguntan por sitios de interés para visitar la ciudad durante apenas unas horas.
En Roma el agua cae todo el día y me pareció llamativo, pero aquí, como crítica constructiva, no hay expendios de agua para refrescarse o poder rellenar una botella
En la plaza de Zocodover, nos paramos con varios turistas a mediodía para conocer sus impresiones sobre la ciudad y sus planes de visita en unos días tan calurosos. Gustavo, un historiador argentino que pasea con su pareja, se muestra encantado con la ciudad, donde a su juicio “se combina lo moderno con lo antiguo, dándole un cariz pintoresco”. Lleva 20 días visitando Europa tras haber estado “ahorrando toda una vida para ello”.
Durante la conversación reconoce que pasó aún más calor hace unos días en Roma. “En el Coliseo casi me muero, parecía un gladiador más. Pero hay muchos expendios de agua fresca y aquí no. Vengo de una tierra -Mendoza- donde se cuida mucho el agua. En Roma el agua cae todo el día y me pareció llamativo, pero aquí, como crítica constructiva, no hay expendios de agua para refrescarse o poder rellenar una botella”, lamenta.
Su visita a Toledo es más corta de lo que le gustaría pues llegó por la mañana y por la tarde regresará a Madrid para volar de nuevo a Argentina al día siguiente. Es la tónica habitual de los visitantes con lo que hablamos. La mayoría visita la ciudad durante unas horas. Ven el Alcázar, toman la calle Comercio para llegar hasta la Catedral y después pasean por la judería y las estrechas callejas que ofrecen más sombra.
Otra pareja de argentinos, que residen en Albacete, han aprovechado el viaje que tenían que realizar a Toledo para solucionar un trámite burocrático para conocer la ciudad. “Vamos con los chicos del 'free tour', llevamos agua, gaseosa para levantar el azúcar... Teníamos referencias de que era muy bonito, también sus atardeceres”, apuntan, aunque no vieron la puesta de sol ya que regresaron a la ciudad manchega después de comer.
Hablamos también con una familia belga que se hospeda en Santa Cruz del Retamar, una localidad toledana ubicada a poco más de media hora en coche de la capital regional. “Venimos por el día, hemos andado toda la mañana y por la tarde estaremos en la piscina de la casa en la que estamos”, exponen en inglés.
“Hay demasiados turistas”
Mientras, una joven pareja de griegos descansa a la sombra en las escaleras de la puerta monumental del Arco de la Sangre, ubicada frente a Zocodover. Allí una estatua de Cervantes está entre los lugares más fotografiados por los turistas. Llegaron a primera hora en tren desde Madrid y se patearon el Casco Histórico y algunos monumentos como la Catedral, con temperaturas levemente más bajas que en el exterior.
“Es una ciudad preciosa pero hay demasiados turistas para conocerla con más tranquilidad”, exponen, instantes antes de buscar un sitio para comer y regresar también a Madrid. No saben que, a pesar de su percepción, esta es una de las épocas en las que menos visitantes llegan a Toledo.