El último informe estatal de calidad del aire de Ecologistas en Acción señala que en 2023 prácticamente toda la población de Castilla-La Mancha respiró aire contaminado “por encima de los nuevos límites legales”. En el documento, la organización señala que 1,9 millones de personas de la región estuvieron expuestas a niveles que exceden los aprobados por el Parlamento Europeo.
Las “peores zonas”: la comarca de Puertollano, el sureste de Albacete y el norte de Toledo. Pero, además, apuntan al área urbana de Talavera de la Reina, que “incumplió el nuevo límite legal anual de dióxido de nitrógeno”. Mientras tanto, señalan, “las ciudades no han implantado las obligadas zonas de bajas emisiones, vencido hace año y medio el plazo legal para ello”, destacan desde la organización.
En el informe presentado por los ecologistas, se analizan los datos recogidos en 785 estaciones oficiales de medición instaladas en todo el Estado español, entre ellas 29 situadas en Castilla-La Mancha.
La calidad mejora respecto al 2022
El informe describe que la calidad del aire ha mejorado respecto al año anterior, 2022, y también a los previos a la pandemia. Esto se debe a la reducción “significativa” de los niveles de partículas finas PM2,5 y dióxido de nitrógeno (NO2), en porcentajes superiores al 20 % respecto a los promedios del periodo 2012-2019, pero aumentando un 12 % los niveles de ozono.
Ecologistas resalta que su informe toma como referencia los nuevos valores límite aprobados por el Parlamento Europeo el pasado 26 de abril, que deberán alcanzarse antes de 2030. Es de acuerdo a estos umbrales que señalan que el aire contaminado afectó a “casi toda la población” de la región. Esto “expresa la magnitud del reto a asumir por las administraciones en los próximos años para alinearse con la nueva legislación”.
Eso sí, según la normativa vigente “no hubo población que respirara aire contaminado por encima de los obsoletos límites legales actuales”, según explican, aunque señalan que los niveles de partículas PM10 excedieron dichos límites en la estación de Aldea del Rey (comarca de Puertollano) y el ozono en cuatro estaciones (la citada, Aceca y Añover en el Norte de Toledo y Guadalajara). “Desbordando el objetivo legal” para la protección de la vegetación en la aglomeración de Guadalajara, el oeste de Castilla-La Mancha, el norte de Toledo y el sureste de Albacete, con 30.000 kilómetros cuadrados, el 38 % del territorio regional, explican.
Además, advierten de que si se tienen en cuenta los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), “mucho más estrictos que los límites legales vigentes y nuevos”, así como el objetivo a largo plazo para la protección de la vegetación, “el aire contaminado afectó en 2023 a la totalidad de la población y el territorio castellanomanchegos”.
Por otro lado, recuerdan que ese año fue el “más cálido desde al menos 1961” y que el alto calor en el verano, contribuyó al “aumento del ozono”. De este modo, se “confirma” el cambio climático como un “factor determinante en el agravamiento de los episodios de mala calidad del aire”.
Problema sanitario “de primer orden”
Desde Ecologistas afirman que la contaminación del aire “debería abordarse como un problema sanitario de primer orden”. Y recuerdan que, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, en 2021 fallecieron prematuramente “hasta 21.000 personas en el Estado español por enfermedades agravadas por la mala calidad del aire, en torno a 500 de ellas en Castilla-La Mancha, según el Instituto de Salud Global”. Y a esto añaden, que la Junta autonómica “sigue incumpliendo su obligación de elaborar planes de lucha contra la contaminación por ozono en todas las zonas de la Comunidad”.
Igualmente, lamentan que hace año y medio esté vencido el plazo para que se establezcan zonas de bajas emisiones. “Las ciudades no las han implantado, siendo ineficaz la aprobada en Guadalajara por su escaso tamaño y laxitud de acceso”, alegan. “Tampoco se han dotado de protocolos de actuación frente a los episodios de mala calidad del aire”, añaden.
“La única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa, peatonal y ciclista y el transporte público limpio. También es necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión, y una moratoria de las nuevas macrogranjas ganaderas”, concluyen.