Durante la primera ola del COVID-19, los doctores Isabel Soler, Sergio Salmerón y Silvia Lozoya, del Servicio de Geriatría de la Gerencia de Atención Integrada de Villarrobledo, iniciaron un innovador estudio para explorar la relación entre la infección por coronavirus y depresión.
Los resultados de este trabajo de investigación, titulado Frailty as a Risk Factor for Depression after COVID-19 Hospital Admission“ han sido recientemente publicados en la prestigiosa revista internacional Geriatrics, indexada en PubMed (un recurso desarrollado por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos) con un factor de impacto de 2,1.
En este estudio longitudinal se incluyeron 72 pacientes que fueron ingresados por COVID-19 en el Hospital General de Villarrobledo. Los pacientes fueron evaluados tanto al alta hospitalaria como seis meses después, mediante una valoración clínica exhaustiva, dos valoraciones neuropsicológicas completas (incluyendo la escala PHQ-9 para la depresión), análisis de laboratorio, resonancia magnética nuclear, evaluación de la fragilidad (escala FRAIL) y una valoración nutricional (escala CONUT).
El 65 por ciento de los participantes fueron hombres con una edad media de 69 años. Entre los factores asociados con la depresión a los seis meses del ingreso por COVID-19, se identificaron la fragilidad, la presencia de enfermedad vascular de pequeño vaso en la resonancia magnética, el uso de antidepresivos (por causas diferentes a la depresión, como el insomnio) y los niveles de vitamina D.
Como factores protectores, se encontraron una mayor puntuación en la escala cognitiva CAMCOG (Cambridge Cognitive Examination) y una edad más avanzada.
Fragilidad y depresión
El hallazgo más significativo del estudio es que el estado de fragilidad es un factor de riesgo importante para la aparición de depresión en pacientes que han sido hospitalizados por infección por SARS-CoV-2.
En ese sentido, la doctora Isabel Soler, del Servicio de Geriatría de la Gerencia de Villarrobledo, señala que este estudio “es un testimonio del compromiso y la dedicación de los profesionales sanitarios en momentos difíciles. La fragilidad es un factor crucial a considerar en la recuperación post-COVID, y nuestros hallazgos subrayan la necesidad de enfoques personalizados y preventivos para mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes”.
Este estudio destaca por ser uno de los pocos que ha integrado variables clínicas, analíticas y radiológicas con una evaluación neuropsicológica en un modelo predictivo, subrayando la importancia de implementar medidas de prevención tanto para la fragilidad como para la depresión en estos pacientes.
“Es vital que los profesionales de la salud estén atentos a los signos de depresión en pacientes que han sido hospitalizados por COVID-19, especialmente aquellos que presentan fragilidad. Nuestro objetivo es seguir investigando y desarrollando estrategias que puedan mitigar estos riesgos y proporcionar un mejor cuidado a nuestros pacientes”, explica la doctora Soler.
La investigación ha supuesto un esfuerzo multidisciplinar que ha contado con la colaboración de profesionales de Geriatría, Medicina Interna, Psiquiatría y Radiodiagnóstico.
Del mismo modo, la doctora Isabel Soler agradece también la ayuda de la Diputación de Albacete, la contribución de profesores de las facultades de Enfermería de la Universidad de Castilla-La Mancha y, en especial, a los pacientes que participaron en este estudio y al equipo directivo de la Gerencia “por su apoyo incondicional”.