Los futuros docentes se forman en campamentos saharauis: “La educación es la mejor arma para cambiar el mundo”
“A pesar de las adversidades, impartir una docencia llena de respeto, igualdad e inclusión sería lo ideal”. Es la reflexión de Isabel, alumna de cuarto año de Magisterio en Ciudad Real y una de las estudiantes que participó en la última edición del programa de prácticas docentes en los campamentos saharauis, una iniciativa que tiene más de 20 años de historia. Desde entonces, y con el parón obligado que supuso la emergencia sanitaria del coronavirus entre los años 2020 y 2022, decenas de alumnos y alumnas han acudido a los campamentos para aprender lo que es la docencia fuera de un contexto europeo.
“Es importante para su causa, para su bienestar y su tranquilidad, que sepan que no están olvidados. Más allá de los pasos que siga la geopolítica mundial, queremos que sepan que siempre hay gente que los apoyará”, explica Paco Ochoa, docente de un instituto en Ciudad Real y parte del equipo de coordinación. Ochoa acudió cuando era estudiante a realizar las prácticas en los campamentos y se ha mantenido ligado a este programa, que cuenta con financiación de la Diputación de Ciudad Real.
La institución provincial ha asegurado en conversación con elDiarioclm.es que su intención es mantener estos fondos, que desde 2004 han permitido que más de 1.500 alumnos y alumnas de la Universidad de Castilla-La Mancha realicen prácticas profesionales en este contexto.
“Resulta bastante interesante permitirnos como futuros y futuras docentes tener la oportunidad de vivir una experiencia así y ayudar en la educación del pueblo saharaui”, asegura Isabel, que señala que gracias a esta experiencia podrá sensibilizar a su alumnado para que “contribuya de alguna manera con el pueblo”. De este modo, reflexiona, se podría transmitir también una educación “más óptima” entre las nuevas generaciones. “Siento que jugamos un papel muy importante, al final la educación es la mejor arma para cambiar el mundo y todos/as deberíamos vivir las distintas realidades”, asegura la alumna.
“Ha sido una experiencia única, inigualable e inolvidable, espero volver el año que viene como coordinadora y sin duda volver a vivirlo con mi familia saharaui, a la que tengo que agradecer todo el conocimiento sobre el pueblo y sus costumbres”, resalta.
Paco Ochoa explica que el parón obligado provocado por la pandemia, que también paralizó el programa de Vacaciones en Paz por el que niños y niñas saharauis llegan a España a pasar el verano, ha hecho “mella” a la situación de las personas que viven en los campamentos de refugiados. Pero valora positivamente que por fin en 2024 se ha podido retomar con todos los participantes, “más productividad”, materiales y propuestas educativas. “Hemos observado que el proyecto es muy importante, porque se está perdiendo el nivel de español que tenían los niños antes del coronavirus”, explica.
Antes, los niños y niñas de 5º de primaria, gracias a Vacaciones en Paz, podían hacer de traductores, algo que ya no ocurre. “Ahora saben muy poquito”, señala Ochoa. Sin embargo, asegura que el impacto positivo que tiene esta iniciativa se puede ver en cómo los que antes eran pequeños, siguen recordando a coordinadores y coordinadoras. “Una mujer de más de 20 años se acercó a una de las coordinadoras y le dijo, 'mira Mercedes, yo estaba en tu instituto'. Ahora es periodista, que traduce del [árabe] hasaní al español”, relata el docente.
Ochoa agradece también que la Diputación mantenga el compromiso con el programa, porque su aporte es “muy importante”, para facilitar mejores materiales y una organización a largo plazo del mismo. “Es muy significativo que contemos ya con su compromiso, porque otros años hemos tenido noticias solo en enero o diciembre, y no cuentas con tiempo para su organización. Ahora tenemos por delante casi un año”, señala.
Manuel Javier Cejudo es vicedecano de la Facultad de Educación de Ciudad Real, y explica que el programa ayuda a que el alumnado pueda mejorar sus competencias como futuros docentes gracias a una visión diferente y a impartir clases en otro contexto social y cultural. Pero también, es una iniciativa que se piensa dentro de la formación y el desarrollo personal. “Es importante para ser un buen docente, tener competencias emocionales y sociales que puedan favorecer al desarrollo de su trabajo en los centros de España”, explica el vicedecano. Cejudo también ha acudido a conocer la realidad de los centros escolares en los campamentos de refugiados.
“Para el alumnado es un antes y un después. Se sorprenden de lo que ven en los campamentos. Por un lado, la pobreza, y por el otro lado que son un pueblo acogedor y que lo comparten todo. Se quedan impresionados con las realidades que no ven tan lejos”, asevera Cejudo.
Para el alumnado es un antes y un después
Por otro lado, asegura que este tipo de experiencias son “básicas” para quien quiere ser un maestro, pues solo así se conocen otras realidades y alumnado que tiene otro tipo de necesidades educativas. “Esto va más allá de lo que podemos conocer en España. Son otro tipo de necesidades sociales, de pobreza y resulta interesante para un maestro poder ver estas realidades desde un punto de vista que de otro modo no se podría”. Además, resalta que en las 17 ocasiones que el alumnado ha acudido a los campamentos, no ha habido ningún incidente “reseñable”, más allá de algún malestar estomacal.
Además, desde la Universidad de Castilla-La Mancha son optimistas en mantener el programa, con una visión de futuro. “Y esto es algo que nos han manifestado desde la Diputación”.
“Esta experiencia, o la vives, o no sabrás como es”
Isabel reflexiona acerca de lo que ha sido una oportunidad que considera única, y que ha culminado varios años de trabajo y activismo relacionado con realidades como la saharaui o la palestina. “Esto ha sido un motivo más para contribuir a ello”. Además, resalta que había conocido ya a una chica saharaui en Miguelturra, localidad muy cercana a Ciudad real capital, y que le había “cambiado totalmente la idea que tenía del Sáhara”.
“La experiencia me ha enriquecido muchísimo para mi futura labor docente. Son un pueblo muy luchador y concienciado de lo que está pasando”, señala Isabel. Y en cuanto a la labor docente, todavía más. “Es un momento clave para encontrar distintos recursos, llevábamos un guion preparado que luego no utilizamos, porque todo debía ser más dinámico. Hemos pasado por un cambio brutal de dinamismo y diversión. Esta experiencia, o la vives, o no sabrás como es”.
Es una manera, reflexiona la alumna, de salir de una educación “más normativa” y aprender a reaccionar con realidades distintas, que obligan a trabajar con la improvisación. Ella se está formando también en un colegio con mayoría de alumnado gitano. “Esta experiencia me ha servido mucho para tener más recursos, imaginación y motivación para poder trabajar con ellos”, señala. Pero también implica algo de dificultad. “Ojalá disfrutaran de los mismos derechos humanos que tenemos nosotros”, concluye Isabel.
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