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Jorge Olcina, climatólogo: “Los trasvases no son la solución al agua en nuestro país”

Trasvase Tajo-Segura.

Carmen Bachiller

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“La planificación hidrológica en nuestro país debe cambiar” y, además, “no puede depender tanto de la lluvia”. En un escenario de cambio climático, “la planificación debe hacerse desde la gestión de la demanda y no desde la oferta continuada”.

Quien lo afirma es Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante. Esta semana ofrecía una conferencia en Toledo organizada por la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss.

Tras afirmar que “el agua es de la Tierra, del territorio por el que pasa”, sugiere adaptar cada territorio al cambio climático. “No creo que los trasvases sean la solución al problema del agua en nuestro país”, dice este científico que ha participado en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). “¿Qué va a pasar con el trasvase? Pues habrá que verlo, pero a los gestores políticos les digo que han de tener un plan B”.

En cuanto a la disponibilidad de agua advierte: “No podemos esperar tener sistemas agrarios masivos o consumos urbanos masivos. Ni aquí, ni allí”, comentaba en alusión a Castilla-La Mancha, la Comunitat Valenciana, la Región de Murcia o Almería, destinatarias del agua del trasvase. En el caso de la región castellanomanchega a través de la llamada tubería manchega.

Jorge Olcina fue presidente de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE) y sobre el agua en general dice que “ya no hay conceptos estáticos ni a 70 ni a 40 años”. No solo habrá que hacer cambios en la agricultura y el turismo y adecuarlos a los recursos hídricos disponibles, sino que será necesario el uso de “recursos no convencionales”. Como el agua residual depurada. “Tenemos ese colchón por delante”, afirma, en particular para las ciudades medianas. “Deberían estar obligadas a usar el cien por cien de esas aguas depuradas”.

Los gestores tendrán que empezar a pensar en políticas de sustitución o de compensación en materia hídrica

En España ha cambiado la forma de llover, especialmente en la Serranía ibérica donde cada vez son menos frecuentes las borrascas atlánticas y eso no solo reduce las aportaciones en la cabecera del Tajo, sino que “pone en jaque cualquier sistema agrario o urbano”.

Sostiene que “cada cinco años habrá que cambiar toda la planificación del agua, la territorial también, aunque esto último sea más difícil”, teniendo en cuenta por ejemplo que las sequías son cada vez “más cortas e intensas” y que los gestores “tendrán que empezar a pensar en políticas de sustitución o de compensación en materia hídrica”.

Los conceptos “éticos” del agua

Durante la charla repasaba los que califica de “conceptos éticos del agua” porque “cuando no se respetan, hay problemas”. Se refirió a las “disputas crecientes” por el líquido elemento, a la vez que criticaba la “forma depredadora” de consumir este y otros recursos naturales, cuando “el futuro es realmente incierto”.

“Tenemos que conseguir seguridad hídrica, pero este es un concepto que se ha politizado cuando en realidad hablamos de un concepto científico-técnico”, lamentaba. Y es importante porque supone garantizar el abastecimiento de las demandas.

El catedrático pide “evitar conflictos” entre territorios a cuenta del agua, aunque reconoce que eso será “difícil” de lograr en nuestro país, “ahora y en los próximos años”, de ahí que haga un ofrecimiento que pasa por conseguir que la Ciencia “presida” el proceso.

También cree que el agua sigue siendo “muy barata” en algunas zonas de España. Es un problema porque “no le damos valor” y apuesta por desarrollar sistemas de captación de aguas pluviales para regar o para labores de baldeo en las calles. “Ya se hace en Barcelona, Alicante o Murcia”.

En las ciudades españolas se pierde anualmente una media del 15% del agua de las redes urbanas. En algunas hasta un 30%. En este sentido se muestra contundente y reclama sanciones, especialmente en ciudades que son destino turístico. “Tampoco sabemos realmente lo que consume la agricultura en España. No hay contadores, salvo algunas excepciones”, aunque recordaba que el PERTE de digitalización del ciclo del agua, financiado con fondos europeos, buscará solucionarlo.

Estamos en los estadios iniciales del cambio climático y es una situación que va a ir a más. No podemos seguir negando lo evidente y no lo digo desde el ámbito político sino desde la Ciencia. Yo trabajo con datos

Durante la conferencia no esquivó la cuestión de las consecuencias de la última DANA. Cree que habrá que abordar políticas de gestión del riesgo, desde la formación al conjunto de la población y también desde “la postura de la racionalidad”.

“En España se construye de forma intensa en zonas inundables desde los años 60” y reconoce que eso es un problema “serio”, pero también una “oportunidad de hacer las cosas bien”. Por ejemplo revisando todos los planes de ordenación urbana anteriores a 2010.

“Estamos en los estadios iniciales del cambio climático y es una situación que va a ir a más”, asegura el científico. Por eso cree que “hay que empezar a preparar el territorio para lluvias y para sequía”. Es un escenario claro para las próximas décadas, asegura, porque “hay tres o cuatro países que suponen el 75% de las emisiones de CO₂. Nadie ha cumplido los protocolos de Kioto y de París y eso no ha sido sancionado”.

“Habrá un calentamiento creciente, ahora estamos en los estadios iniciales”, aseveraba, teniendo en cuenta que un tercio del CO₂ que se emite a la atmósfera tiene como origen la actividad humana. “Hemos conseguido alterar el balance energético del planeta”, lamentaba, a pesar de los informes que ya en los años 70 del siglo XX alertaban sobre la deriva. “Se quedaron en un cajón”.

Sobre las posturas negacionistas del cambio climático lo tiene claro. “No podemos seguir negando lo evidente y no lo digo desde el ámbito político sino desde la Ciencia. Yo trabajo con datos”.

Las temperaturas han subido 0,8 grados de media desde la época preindustrial. Jorge Olcina se refirió al hecho de que en los primeros 24 años del siglo XXI “tengamos un Sol poco activo, que está en estado durmiente y, sin embargo, es cuando más se han incrementado las temperaturas en la Tierra. Hay un desacoplamiento y a eso hay que sumar la acción del hombre”. 

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