Las riadas no son nada nuevo en la cuenca del Segura. La propia Confederación Hidrográfica tiene registros de episodios extremos desde el siglo XIII. No lo son en la provincia de Albacete. En mayo de 2018, varios municipios como Pétrola, Isso, Yeste, Riópar, Liétor, La Gineta... sufrieron inundaciones. Hellín fue uno de los más afectados. En junio, las lluvias torrenciales provocaron inundaciones y colapso en Elche de la Sierra, Liétor y Socovos. El Gobierno de Castilla-La Mancha activó el Plan Especial de Protección Civil ante el Riesgo de Inundaciones (PRICAM) al ser informado por la Confederación Hidrográfica del Segura de la previsión de desborde del río Segura en el tramo comprendido entre los embalses de la Fuensanta y El Cenajo.
Tampoco son extrañas en Letur, la población albaceteña en la que el pasado 29 de octubre una avalancha de agua acabó con la vida de seis personas. Horas antes la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) había activado el aviso naranja para esta parte de Albacete y la previsión parece que pudo quedarse corta.
Stefan Nolte es técnico en Gestión del Ciclo Integral del Agua y miembro de la Plataforma en Defensa de las Fuentes de los Ríos Segura y Mundo, creada allá por 2007 e integrada por una decena de colectivos de la zona, como reacción al proyecto de instalación de pozos de sequía en la comarca de la Sierra de Segura y Campos de Hellín.
Vive en Riópar, una población a una hora en coche de Letur. Cree que lo ocurrido fue fruto de múltiples factores. Por un lado, una potente DANA de la que, dice, “el aviso bien podría haber sido rojo”. Hoy se sabe que ese día cayeron 230 litros por metro cuadrado en la cabecera de la rambla, el barranco aguas arriba de Letur, pero “ningún pluviómetro oficial registró lo que ocurrió en el pueblo”, lamenta.
Tan solo lo hizo la red Suremet, creada en 2009 por un grupo de personas, investigadores universitarios, que recogen datos meteorológicos no oficiales en seis provincias del sureste español, cuyos pluviómetros, dice Nolte, “van con wifi y el que está en el camping dejó de funcionar”. Allí, en el camping de Letur la cifra de lluvia que publica su web no llega a los cinco litros por metro cuadrado en 24 horas ese día.
Sí se sabe que, en el cercano embalse de la Fuensanta, a unos 10 kilómetros hacia el noroeste de Letur, se recogieron 149,6 litros por m² (l/ m²) en 24 horas. Y que en diez minutos cayeron hasta 25,6 l/m², según datos de AEMET.
“Hay poca coordinación entre AEMET y la Confederación Hidrográfica del Segura y tampoco se utilizan los datos de Suremet, no se integran en la red oficial, ni llegan a Protección Civil”, critica Nolte.
En su opinión, más allá del aviso naranja, “nadie advierte a la población de la crecida en la rambla. Ni siquiera hay ningún aforo dentro de la rambla de Letur que hubiera permitido medir la evolución de su caudal”.
En este sentido, recuerda que el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación del Segura se instaló para las grandes avenidas se inundaban la zona de Murcia que, reconoce, “es la más expuesta”.
Nadie advierte a la población de la crecida en la rambla. Ni siquiera hay ningún aforo dentro de la rambla de Letur que hubiera permitido medir la evolución de su caudal
Por otro lado, el Plan Hidrológico de la cuenca, recién actualizado, contemplaba aumentar la red de aforos, aunque con el objetivo de confirmar el cumplimiento de los caudales ecológicos. No tanto en previsión de riadas, porque, apunta Stefan Nolte, “la cuestión de las inundaciones es el patito feo de la planificación hidrológica. La gente está pensando en que es algo que puede suceder en 100 años y que, si no se hace hoy, pues se hará mañana. Hasta que pasa”.
Un “insuficiente” sistema de diques y encauzamiento en la rambla
El nacimiento del arroyo de Letur está a un kilómetro, con una cuenca vertiente de 65 km2 en una rambla, un barraco seco, ocasionalmente ocupado por el agua tras las lluvias.
Hay diques y sistemas de encauzamiento de agua que se construyeron en los años 90 del siglo XX. “Fue insuficiente porque los diques que hay laminan la crecida, pero solo funcionan cuando son pequeñas”.
De otro lado, dice, “el encauzamiento que se hizo es mucho más pequeño que el cauce de crecida. Se ve en los vídeos de ese día”. En la calle San Antón, explica, ese encauzamiento se adaptó al planeamiento urbanístico.
Hay una zona, la cuesta de las Moreras que da acceso al castillo, que “en 1956 ya estaba así, con algunos cambios posteriores” y eso, afea, “quizá es lo mejor para mantener los usos humanos: se mantiene una calle ancha, en la que se puede aparcar, pero no lo es tanto para estos casos”. En general “es como llevar el agua por una pasarela con dos caídas a los lados”.
¿Hay que limpiar montes y cauces?, preguntamos. Es una de las polémicas generadas a raíz de esta catástrofe. Nolte explica que “toda la vida se han reforestado las cabeceras de los barrancos para evitar inundaciones. Llegarán restos vegetales en la riada, pero le quitará fuerza. La limpieza de montes hay que hacerla a efectos de incendios, no de riadas. Y, por otro lado, la limpieza de cauces tiene sentido allí donde son estrechos”.
Respecto a las viviendas, reconoce que también se planteará debate sobre cómo y dónde construir, no solo porque el casco antiguo de Letur es Bien de Interés Cultural (BIC) sino porque muchas de las casas son antiguas. “Habrá que construir de otra manera”. Además, advierte, “la legislación española permite hacerlo en zonas inundables, donde los periodos de retorno de las inundaciones son mayores y se supone que hay menos peligro si se hace respetando ciertas cotas”.
¿Cómo reducir la peligrosidad?
A la hora minimizar riesgos Stefan Nolte apuesta por la reforestación de la cabecera del arroyo de Letur, “siempre que no suponga riesgo de incendios” y teniendo en cuenta que eso “supondrá aumentar la transpiración y reducir la cantidad de agua que sale a través de las muchas fuentes que hay en la zona”.
Otra opción sería la construcción de una presa de laminación de las avenidas, pero “habría que estudiarlo muy bien porque es una zona ambientalmente sensible”. O se puede incrementar el sistema de drenaje y construir un sistema de encauzamiento más ancho y más naturalizado. Son opciones que deberán barajar los ingenieros, entre otros profesionales.
“En la cuesta de las Moreras, la pasarela por la que se accede al castillo, debería quitarse todo el material de relleno que se puso. Quizá introducir canales de drenaje soterrado”. Dice que incluso no estaría de más que la DGT señalizase las zonas inundables. No solo en Letur.
En los Planes de Gestión de los Riesgos de Inundación no había ni una medida para Letur, pese a estar identificada como zona de riesgo y seguramente tenemos la culpa todos porque se elaboran con participación ciudadana. Tenemos un problema general de concienciación social sobre las inundaciones
El arroyo de esta población albaceteña ya formaba parte de las Áreas con Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSI) de la Confederación del Segura en el año 2010. En la Evaluación Preliminar del Riesgo de Inundación correspondiente al tercer ciclo de planificación para su revisión, actualmente en periodo de exposición pública hasta el 2 de diciembre, el riesgo vuelve a aparecer, en un tramo de 1,68 kilómetros. “En los Planes de Gestión de los Riesgos de Inundación no había ni una medida para Letur, pese a estar identificada como zona de riesgo y seguramente tenemos la culpa todos porque se elaboran con participación ciudadana”, lamenta. “Tenemos un problema general de concienciación social sobre las inundaciones”.
Jorge Olcina es catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, donde imparte clases de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales. Este jueves participaba en una conferencia en Toledo para hablar sobre ‘La planificación del agua en España en el contexto del cambio climático: el necesario cambio de paradigma', en una actividad organizada por la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss. En su opinión, la solución, no solo para Letur, sino para el conjunto de zonas afectadas va a pasar por “medidas múltiples”.
Una de ellas será la obra civil hidráulica. “Hay ramblas y arroyos que pasan por mitad de las calles de los pueblos y ciudades, y donde no puedes quitar casas. Se necesitará un desvío de cauces para evitar que vuelva a ocurrir lo que ha ocurrido”.
Junto a eso, dice, “será necesaria la ordenación y planificación urbanística sensata, racional y que tenga en cuenta las zonas inundables”. Tendrá que ser, abunda, “una acción respetuosa con el medio, pero si algo nos ha enseñado lo ocurrido es que por encima de todo habrá que salvar vidas humanas porque estamos viendo que no lo hemos hecho”.
Este experto que dirige el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante aboga por revisar los periodos de retorno de las inundaciones, por mejorar los protocolos de comunicación e implementar medidas de educación sobre el riesgo, no solo en los colegios sino al conjunto de la población. “Van a tener que jugar un importante papel asociaciones ciudadanas, agrupaciones de ecologistas, sindicatos, agrupaciones de empresarios… Tendrán que dedicar parte de su acción anual a formar a sus asociados sobre el riesgo”.
Olcina sostiene que “en toda España tenemos un territorio muy desorganizado y cuando ocurren estos desastres nos damos cuenta de lo mal que estamos en ese sentido”.