Toda la vida profesional de Mariló Cristóbal (Camarena, 1966) ha estado ligada a las bibliotecas. Se crió cerca de una de ellas, concretamente, un bibliobús que estacionaba frente a su casa en su pueblo de Toledo. “Cuando el bibliobús paraba, yo me escondía en sus escaleras a leer los libros mientras mi madre nos llamaba a comer”, recuerda. Desde 2018 su carrera profesional está ligada a la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que dirige desde 2020, y que este año ha celebrado su 26 aniversario con la mirada puesta en el desarrollo sostenible y en homenajear a Juan Sánchez Sánchez, exdirector y una figura crucial en el desarrollo de este icónico centro cultural regional que falleció en 2019.
Más allá de anécdotas de infancia, como que preparaba las fichas de los lotes de libros que dejaba el bibliobús en su escuela cuando todavía era una pequeña, su trayectoria está estrechamente ligada a centros como la Biblioteca Pública del Estado de Guadalajara. Todavía recuerda su participación en su traslado desde el Palacio del Infantado al Palacio de Dávalos, su ubicación actual. Pero es la biblioteca regional con sede en el Alcázar de Toledo la de dice, le supone un “reto impresionante”.
“Vamos a empezar diciendo que no estaríamos aquí si no hubiera sido por Juan, por su sueño y su visión de trabajar por las bibliotecas, por la de Castilla-La Mancha. Era su sueño ver el Alcázar lleno de libros”, recuerda Cristóbal. No fue el único artífice, aclara, pero sí una parte “muy importante” de quienes impulsaron la idea de una biblioteca en uno de los edificios más vinculados al dolor de la guerra civil en nuestro país. Juan Sánchez, resalta, sigue siendo un “referente cultural” para la ciudad. “Los demás estamos intentando mantener su espíritu”, señala.
“No solo fue importante para la Biblioteca de Castilla-La Mancha, sino también para el desarrollo bibliotecario de la región. ”Fue fundamental. Hablamos de que sentó las bases de la actual red de bibliotecas de la región“, explica en conversación con elDiarioclm.es. ”Él se dio cuenta de que la visión bibliotecaria no podía ceñirse solo a las bibliotecas públicas del Estado. Entendía que todos los pueblos debían tener acceso a los mismos servicios, adaptando sus necesidades. Se dio cuenta gracias a sus viajes en los bibliobuses y por eso luchó durante muchos años, hasta que consiguió sentar las bases de esta red bibliotecaria“.
Además, fue “fundamental” en la reivindicación del profesional bibliotecario. “Fue él quien luchó porque las bibliotecarias municipales tuviesen su cualificación profesional con formación, y que logró que los ayuntamientos y sus corporaciones locales las respetasen”.
Siempre defendió el acceso demócrático a los servicios bibliotecarios pero también la necesidad de profesionalizar el perfil de quienes trabajan en estos centros de la cultura. Luchó, cuenta Mariló Cristóbal, por que en el ámbito municipal se impusiera la cualificación profesional
La figura del carismático bibliotecario estuvo presente en la celebración de los 26 años esta semana a través de una conferencia en la que Antonio Zárate recordó el decálogo con el que Juan Sánchez se presentó al ingresar a la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Corría el año 2014. “En este decálogo hablaba de la necesidad de preservar Toledo, su espíritu de ciudad. Juan ha fallecido, el decálogo tiene ya bastantes años, pero sigue estando vigente y estas necesidades siguen estando ahí. Es algo con lo que debemos concienciarnos quienes vivimos en Toledo. De que debemos hacer ciudad”, asegura Cristóbal.
Toledo sigue aquejada de una grave enfermedad: la falta de planificación, el inexistente ejercicio de un proceso de reflexión global y colectivo sobre esta ciudad.
“Esta biblioteca supuso un éxito hace ya 26 años, un éxito de una apuesta por llenar el Alcázar, un edificio con un amplio significado para todos los toledanos y toledanas, de cultura. Fue un éxito para la ciudad. Estaba relegado y se llenó de lo que más nos acerca a toda la ciudadanía, la cultura. Ese es el espíritu que queremos mantener tras 26 años”, recalca.
“La vida de Toledo sería muy diferente si el Alcázar no fuera una biblioteca”, zanja también Cristóbal. “Es muy significativo que más de la mitad de los habitantes de la ciudad tengan en nosotros su biblioteca de referencia y que sean socios”, explica.
El futuro también están en las bibliotecas
Como centro de referencia, la Biblioteca regional no está exenta de nuevos desafíos y retos, como la desinformación, el uso indiscriminado de las redes sociales y la inteligencia artificial. Pero Mariló está tranquila. “Estamos continuamente adaptándonos y planificando servicios que puedan atraer más usuarios y cubrir sus necesidades. Para celebrar su 26º aniversario, y de paso también el Día de las Bibliotecas el pasado 24 de octubre, el centro preparó varias actividades alrededor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
“El papel que cumplen las bibliotecas en la sostenibilidad es trascendental, y va mucho más allá del reciclaje. Somos clave en la sostenibilidad social de nuestra comunidad. Tenemos que conseguir ser centros inclusivos, en los que se atienda a todo tipo de diversidades. Atendiendo a todo tipo de personas, implicándonos de forma comunitaria, en el desarrollo de nuestra comunidad, así es como podemos ser sostenibles. Somos herramientas fundamentales para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que llevamos trabajando ya mucho tiempo.
Información gratuita, impulso de la formación, desarrollo del espíritu crítico de la población. Varias son las herramientas que maneja la Biblioteca de Castilla-La Mancha en el camino a la sostenibilidad. “Todas son básicas para empezar a planificar estos objetivos y somos la base para la mayoría de ellos. Incidimos en varios de forma directa, como en la sostenibilidad social, la formación, la igualdad, y, además, hay otros en los que podemos influir como el de la crisis climática, a través de la formación que convertirá a las personas en herramientas para conseguir los objetivos”, explica.
Resiliencia y capacidad de adaptación
“No hay institución con mayor capacidad de resiliencia que las bibliotecas. Hemos sobrevivido tantos años, porque siempre hemos sabido adaptarnos a las necesidades del momento. Se pueden vivir de muchas maneras”, afirma la directora. “Lo importante no es venir, es usarlas”, recalca. Esto puede ser accediendo a exposiciones virtuales, pidiendo e-Books prestados, o incluso películas desde la propia casa de los usuarios.
“La inteligencia artificial no es el primer reto que tenemos las bibliotecas”, relata Mariló, que recuerda el revuelo que produjo la llegada de los libros digitales a la vida de los centros. “Dijeron que íbamos a desaparecer. Nunca fue así”, asevera. De hecho, lo que hizo la biblioteca fue incluir los libros electrónicos en el catálogo, prestar los aparatos y enseñar a leer ene ellos. Y es un camino similar el que tomarán con la llegada de la inteligencia artificial.
Por eso, está tranquila y tiene claro los pasos a seguir para incorporar las nuevas tecnologías y utilizarlas a favor de la comunidad y también a combatir los aspectos negativos que pueden traer consigo. “Son una oportunidad de mejora. Hacemos cursos para enseñar a usarlas. Incidimos no solo en como se manejan, sino en la importancia de que toda la información sea contrastada. Es por eso que somos fundamentales”, recalca Cristóbal.
“Nunca lo hemos sentido como una amenaza”, asegura la directora de la biblioteca regional. “Incluso nos puede ayudar a los bibliotecarios, para pensar un lema, o resumir un texto. Puede usarlo cualquier persona”, asevera Cristóbal.
“Estoy convencida de que el papel de la biblioteca es fundamental porque es un espacio de libre acceso, democrático en igualdad de condiciones para todas las personas a la formación, a la información, en el que se pueden sentir libres, en el que se trabaja para que no haya ningún tipo de desigualdad y que es el espacio preciso y más adecuado para hacer todos esos trabajos comunitarios, todos esos trabajos de crecimiento comunitario”.