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Porno, control del móvil y educadores que se “autocensuran”: ¿Qué pasa con la violencia de género entre menores?

“Me gustaría tratar el tema de la pornografía en mi clase sin acabar en el calabozo”, aseguró una de las educadoras que este martes participaba en las Jornadas Igualdad frente a la Violencia contra las Mujeres, 'Menores frente a las distintas formas de violencia sobre la mujer: víctimas, agresores y espectadores', celebradas en la Universidad de Castilla-La Mancha con la colaboración del Gobierno de España. “No vas a acabar en el calabozo”, destacaba el doctor José Sánchez-Santamaría, profesor titular de Pedagogía de la universidad regional, que participó en el acto para hablar de 'La violencia de género en las relaciones de pareja entre menores'. La reacción entre muchos docentes que acudían como público a la jornada fue de un rotundo desacuerdo “Claro que puedes, claro que puedes [terminar en el calabozo]”, aseguraban.

Es un tema controvertido que genera y debate y preocupación. Sánchez-Santamaría reconocía haber observado casos de “autocensura” entre el personal educativo en algunos institutos que visita en calidad de pedagogo. Sobre todo cuando se trata de cuestiones relacionadas con la educación sexual. O prácticamente sólo en lo que se refiere a la educación sexual.

Sin embargo, el experto también señalaba que la pornografía no es una “causa” para explicar el panorama actual de violencia de género entre menores, sino más bien una “consecuencia”. “Estoy profundamente preocupado porque nos sentamos con profesionales de educación que están autocensurándose”, resaltaba. Citó en concreto el caso de una profesional que le explicó que hace 30 años sí se ofrecía educación sexual y afectiva de forma efectiva, pero que ahora “no se puede”. Y no se trata de las familias, sino que tiene que ver con la actitud de “compañeros y compañeras”.

El trabajo contra la violencia en las parejas adolescentes “debe hacerse desde la educación”, resaltó. Por eso, instó a seguir en la senda de mejorar la formación que reciben los profesionales del sector y también las familias. De este modo, recalcó, también se puede abordar de mejor manera la “complejidad” en este tipo de violencia. Y es que, recordaba, cuando se habla de población adolescente, “los tratamos como adultos y no lo son”, advirtió.

Cifras “preocupantes”

Las cifras compartidas por el pedagogo en cuando a la violencia de género entre las personas más jóvenes son “preocupantes”, en su opinión: 0,6 de cada mil mujeres de menos de 18 años han sufrido violencia de género, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística citados por el experto.

Esto supone que hay unas 600 menores que han denunciado y de cuya existencia la sociedad sabe. Pero son datos de una “dimensión tan oculta” que es “imposible saber a ciencia cierta cuántos casos hay” y esto no hace más dar una “idea de la magnitud del problema”. “Por eso se debe identificar qué pasa”, resaltó.

Sánchez-Santamaría ha señalado que realmente no existen estadísticas constantes a nivel nacional, pero sí hay estudios como el de INJUVE de 2008, el del Ministerio de Igualdad de 2019 y de Save the Children 2021. Entre las personas de menos de 18 un 50% se ha declarado víctima de violencia de género o ha perpetrado violencia. Y entre ellas, se ha ejercido violencia psicológica en nueve de cada diez casos. “Es para tomárselo en serio”, resaltó. En el caso de violencia física, se ha ejercido en uno de cada cinco casos y violencia sexual en uno de cada diez.

Más allá de los datos, que advirtió el pedagogo no ofrecen una visión completa de lo que ocurre, se ha detectado que hay una “relajación” de lo que significa la violencia, desde la manera en la que se construyen los géneros. Esto se traduce en que los hombres se justifican en sus comportamientos, normalmente por factores externos, como el hecho de que haya experimentado violencia en su entorno familiar o por patrones de salud, como el ir bebido y drogado. “Los chicos ejercen más la violencia que las chicas. Y las chicas son más victimizadas que los chicos”, resaltaba el profesional.

El pedagogo hizo igualmente referencia a un estudio realizado en Cuenca con unos 400 chicos y chicas, que se complementó con un grupo focal compuesto por educadores y orientadores. “Necesitamos datos locales para conocer la realidad de la situación, porque cada ecosistema es diferente”, señaló. En dicho estudio, se detectó por ejemplo que los celos eran finalmente “el principal campo de batalla” al ejercer violencia de género entre menores, y no sólo celos equivalentes a la envidia, sino celos asociados al control y la manipulación en el contexto de una relación.

Generación con las “cosas claras”

Este tipo de violencia psicológica se ejerce por ambos géneros, explicó Sánchez-Santamaría, pero “quien más la recibe es la mujer”. Además, también se dieron resultados dispares a la hora de hablar de violencia de género en las parejas adolescentes, reconocida en las siglas VPA. “Las chicas dicen que viene del machismo, de una historia de violencia. Pero ellos lo explican, por infidelidades, problemas psicológicos o drogas”. En definitiva, “factores externos que no tengan que ver con ellos”. De hecho, el experto señalaba que se busca la “justificación”, en el sentido de que se explica si “yo me drogo” o si “me has engañado y herido”, se llega a explicar el ejercer la violencia. “Este es el imaginario en el que nos movemos”, recalcó. Según los datos, es a los 14 años cuando se llega a la “puntuación más alta” en celos y control. “Hay un despertar psicológico en el que se abre a un mundo de posibilidades”.

Igualmente, los estudios mencionados por el experto señalan que hay “más aceptación” entre ellos a la hora de ejercer la violencia sexual o la coacción. “Los chicos presionan para que las chicas se acuesten con ellos y esa conducta la ven de manera natural, porque es su rol en el espacio”, señalaba el pedagogo que llegó a trazar un símil con las explicaciones que dan los acusados de violación.

Y dentro de todo este contexto, los estudios que se han analizado en la ponencia señalan que más del 66% de los y las adolescentes consideran que la violencia en la pareja a esas edades es un problema social, que debe ser solucionado con ayuda de amigos y familias. “Esto también nos habla de una generación que tiene las cosas claras”, recalcó.

De todos modos, las conclusiones fueron así de tajantes: los chicos ejercen violencia sobre las chicas a través del sexo. “Sabemos que es por el planteamiento de la pornografía, pero también porque en las familias no se habla de sexo y no les explicamos cómo relacionarnos. El porno no es una causa, es una consecuencia”.

Por eso sostiene que la sociedad debe “aprender a convivir” y enseñar a los más jóvenes a conocerse a ellos mismos para saber qué es lo que quieren. “El trabajo también está en cómo funciona la orientación”, señaló.