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REPORTAJE

El talón de Aquiles en el abordaje de la lesión medular: “España está aislada pese a su gran conocimiento básico”

Investigadores  en el área de Microscopía del Hospital Nacional de Parapléjicos, en Toledo, donde entre otras se utiliza la inteligencia artificial

Carmen Bachiller

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En 2024 el Hospital Nacional de Parapléjicos ha cumplido medio siglo de vida. Un centro exclusivamente clínico hasta que, en el año 2002, el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha apostó por incluir la investigación sobre la fisiología y patologías relacionadas con el sistema nervioso lesionado. También se buscan terapias que puedan curar o mejorar la calidad de vida de las personas con lesión medular.

El doctor Jorge E. Collazos todavía recuerda los primeros momentos. Apenas había un cuarto para trabajar, del que tuvieron que “quitar las telarañas”, bromea. “La evolución en estos 22 años ha sido impresionante porque cuando llegamos no había nada de investigación, solo el área clínica”.

El neurocientífico llegó en 2003 desde el Instituto Cajal, dependiente del CSIC. “Miguel Ángel Carrasco, el gerente de entonces, tuvo la visión de intentar incorporar lo que en ese momento estaba en boga para la lesión medular: las células madre”. En 2004 se creó la Fundación del Hospital Nacional de Parapléjicos para agilizar la gestión de los proyectos científicos.

Desde entonces, el camino ha sido largo. “Ha sido fundamental la incorporación de las neuroprótesis y la estimulación cerebral profunda”, destaca Collazos.  

Recorremos la Unidad de Investigación del Hospital Nacional de Parapléjicos entre larguísimos y amplios pasillos con puertas que, en ocasiones, dan acceso a pequeños despachos y, en otras, a zonas de laboratorio. 

Tras una de las puertas nos recibe Eduardo Molina, el coordinador científico en el centro. Él se incorporó en el año 2003 cuando estudiaba la capa de mielina que recubre los axones. Son parte de las células nerviosas que transportan los impulsos nerviosos. “Me gusta recordar que el artífice de esta unidad fue el profesor Manuel Nieto Sampedro”, en alusión al prestigioso neurobiólogo, una de las mayores autoridades mundiales en el campo de la investigación neurológica.

Fue un revulsivo para el hospital tan solo dos años después de que las competencias sanitarias llegaran hasta la comunidad autónoma desde el antiguo INSALUD. “La lesión medular es un síndrome que no afecta solo a la movilidad, sino que interrumpe y desregula todos los órganos”. De ahí que el abordaje en el centro sea integral.

Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay 15 millones de personas afectadas. Hay lesiones traumáticas y no traumáticas. No hay fármacos capaces de proteger al paciente y sí mucha “necesidad” de investigar, dice este especialista en bioquímica y biología molecular. “Cada vez hay más lesiones en personas mayores, por caídas”.

Defensor de la ciencia básica, la que “pone los cimientos de todo el conocimiento”, Eduardo Molina-Holgado reconoce que todavía quedan cosas por saber sobre la propia médula espinal.

A nivel mundial los retos de la investigación son diversos. Desde fármacos o estimulación epidural hasta la bioingeniería. En el ámbito internacional, la patología tiene algunos benefactores privados muy conocidos como uno de los propietarios de Red Bull, Mark Dietrich Mateschitz invierte “mucho dinero” a través de su iniciativa Wins For Life, como la que recibió el investigador de 25 años, Alejandro Arriero Cabañero, a través de una beca privada para financiar su proyecto de tesis relacionada con la regeneración neural.

Entramos en uno de los 11 laboratorios del centro toledano en los que trabajan hasta 16 grupos de investigación con una treintena de proyectos en marcha y dos ensayos clínicos centrados en reducir la fatiga de los pacientes, por un lado, y otro relacionado con la terapia celular.

“Tenemos también un proyecto relacionado con células madre y esperamos tenerlo en ensayo clínico en dos años”. El objetivo, en el que participa el propio Eduardo Molina-Holgado junto con Rafael Moreno-Luna y Pedro F. Esteban, es mejorar la regeneración de tejidos ulcerados en pacientes con lesión medular.

Hay cerca de un centenar de personas entre personal estatutario interino, los contratados por la Fundación con carácter temporal o quienes están en formación durante uno o dos años. Llegan desde las universidades con “una formación teórica adecuada” aunque, reconoce el investigador, les falta mucho en el aspecto práctico. 

Este es un hospital bien posicionado, pero nos falta conseguir proyectos que den el salto a la investigación clínica

Eduardo Molina-Holgado Coordinador científico del Hospital Nacional de Parapléjicos

En el laboratorio de Neuroinflamación del hospital, Ángel Arévalo, doctor en Biología, nos cuenta que en 2022 consiguieron desarrollar una nueva herramienta de análisis y predicción de la evolución de los pacientes. Es una nueva escala neurológica, ‘Integrated Neurological Change Score’ (INCS) que, a través de un nuevo algoritmo, aporta una visión más global y precisa que la escala que se usa actualmente en todo el mundo.

“Nuestra filosofía con la lesión medular es intentar ver qué pasa en el cuerpo para que los humanos no puedan regenerar la médula espinal y otras especies sí”, añade Moreno-Luna. En el centro también intentan saber si pueden ayudar a predecir el tiempo de recuperación de cada paciente, explica otro de los doctores en Biología, Daniel García Ovejero, e incluso encontrar dianas terapéuticas. La identificación de biomarcadores será fundamental para ayudar al pronóstico y al diagnóstico de la lesión medular. “Este es un hospital bien posicionado, pero nos falta conseguir proyectos que den el salto a la investigación clínica”, apunta Molina-Holgado.

En el centro es habitual la colaboración con investigadores de otras partes del mundo. Juliana Martins Rosa es neurocientífica y confiesa que llegó hasta este hospital por su “potencial” y su “gran proyección de investigación en el ámbito nacional e internacional”. La investigadora subraya durante la conversación que, aunque el centro está muy volcado en la lesión medular, “no dejamos de lado otras patologías neurológicas”. 

Llegó en 2019 y un año después obtuvo un contrato ‘Ramón y Cajal’ de la Agencia Estatal de Investigación. Era la primera vez en casi dos décadas desde la primera convocatoria en 2001, que el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) se hacía con uno de estos contratos. El de la doctora Rosa.

Esta especialista en el estudio de los mecanismos sinápticos que estructuran la comunicación entre neuronas y la organización de circuitos neuronales cree que los retos de la investigación relacionada con la lesión medular pasan por “integrar los conocimientos adquiridos durante décadas” en torno a una patología “muy compleja”.

En el Hospital Nacional de Parapléjicos la investigación ha tomado cada vez más un cariz multidisciplinar y diverso. “Tenemos un abanico increíble de oportunidades”, dice, teniendo en cuenta que la lesión medular es una patología “multifactorial” y así deben ser sus tratamientos.

Actualmente trabaja en un proyecto europeo, Piezo4Spine, que busca respuestas para reparar la conectividad entre la médula y el cerebro que incluye el desarrollo y evaluación de nuevos biomateriales para la lesión medular. “Hay estudios preclínicos, pero hasta ahora no se ha conseguido la reparación. Buscamos ese biomaterial que nos permita desarrollar una terapia individual”.  Y eso incluye crear nano-vehículos que llevarán terapias activas al lugar de la lesión.

La terapia multifactorial por la que se apuesta en este hospital, actualmente en fase preclínica, supone no actuar solamente sobre una diana -no es solo farmacológica o genética- y se compagina con el entrenamiento del sistema motor. 

Después, la salud mental de los pacientes también es un factor clave. “Recuperar la función fisiológica requiere tener bienestar”.

Ningún científico pone fechas a posibles logros. Se han dado muchos pasos para recuperar la médula dañada pero cuando hablamos de la fase clínica, aquella en la que las terapias ya se aplican sobre las personas, la doctora Rosa pone el foco en el neurocientífico de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Grégoire Courtine. En este centro suizo, explica, “han identificado un tipo celular que puede ser manipulado para generar efectos regeneradores en humanos”.

Tras los trabajos del centro suizo, dos lesionados medulares han recuperado el movimiento gracias a la estimulación cerebral profunda, una técnica de estimulación eléctrica que tiene ya 40 años. “Se ha aplicado al tratamiento del Parkinson, y también ahora con los niños, en los casos más severos de autismo”, explica el doctor Collazos.

Lo inusual del caso suizo es que los lesionados medulares hayan vuelto a andar tras activarse una zona del cerebro que no está relacionada con el hecho de caminar. “Lo nuevo es la diana de la estimulación, el hipotálamo lateral, que no está entre las regiones cerebrales relacionadas directamente con la actividad motriz”, explicaba recientemente Juan de los Reyes Aguilar, jefe del Grupo de Neurofisiología Experimental del Hospital Nacional de Parapléjicos.

Pero más allá de activar los músculos y conseguir que se muevan las extremidades, apunta el doctor Jorge E. Collazos, “aunque es muy útil, eso no es regeneración. Lo ideal es reparar las zonas de lesión y conseguir la reconexión. Lo que pasa es que la tarea es bestial. Son miles de millones de neuronas”. 

La pregunta que se hacen en el Hospital Nacional de Parapléjicos es si la estimulación eléctrica puede o no ayudar en la regeneración neuronal. “La respuesta es sí, la esperanza es real”, afirma rotundo el neurocientífico. “Estamos consiguiendo resultados muy interesantes en cerdos, en lesiones que se parecen a las de los humanos”.

En todo caso, aclara, “la estimulación por sí sola no es suficiente, necesitamos la ayuda de fármacos y procedimientos quirúrgicos”.

Estamos en una fase muy bonita de la investigación porque en los últimos 50 años el desarrollo técnico ha sido tan grande… La ciencia básica ha desarrollado tanto conocimiento que ahora nos permite aplicarlo a la clínica. Hay un cambio en el paradigma investigador

Juliana M. Rosa Neurocientífica

En el centro toledano Juliana M. Rosa habla con entusiasmo del presente y del futuro. “Estamos en una fase muy bonita de la investigación porque en los últimos 50 años el desarrollo técnico ha sido tan grande… La ciencia básica ha desarrollado tanto conocimiento que ahora nos permite aplicarlo a la clínica. Hay un cambio en el paradigma investigador”.

“Necesitamos más inversión en ciencia y en el personal porque también hay que cuidar a los investigadores. No puede ser que cuando acaben un proyecto, o cuando están formados, tengan que marcharse a otro sitio”, apunta.

No hay un plan estratégico por parte de la Administración para abordar las posibilidades de la regeneración medular. Pasó con el cáncer, con la COVID y está pasando con las neuroprótesis. España está completamente aislada, pese a su gran conocimiento básico

Jorge E. Collazos Neurocientífico

Su colega, el doctor Collazos, también pone el foco en la necesidad de innovar. “Hay que distinguir la investigación de la innovación. Los hospitales y el sistema investigador en general lo que tendrían que hacer es potenciar la innovación para que los tratamientos lleguen al paciente. Si no, es posible tener un descubrimiento que se quede en nada”.  

Hace un par de años se puso en marcha una spin-off (empresa) para que las patentes generadas puedan tener aplicaciones (y productos) reales. “En España hay poco interés en pasar de la investigación básica a crear empresas tecnológicas. Y con estas patologías tan complejas es todavía más difícil que alguien quiera invertir. Buscamos inversores, y sin tanta burocracia”. En este sentido, cree que “a España le falta visión estratégica”.

Sobre la necesidad de fijar estrategia va más allá. Reconoce avances y “esperanza” tras la incorporación del doctor Manuel Sánchez de la Torre, a la dirección de la Fundación del Hospital Nacional de Parapléjicos y del Instituto de Investigación Sanitaria de Castilla-La Mancha (IDISCAM), creado en 2022.

Sin embargo, advierte: “En estos 22 años no he visto en este hospital que se haya establecido un plan estratégico por parte de la Administración para abordar las posibilidades de la regeneración medular. Pasó con el cáncer, con la COVID y está pasando con las neuroprótesis. España está completamente aislada, pese a su gran conocimiento básico”.

“La inversión local en Ciencia es poca, pero por lo menos existe. Otra cosa buena es que el Innocam, la Agencia de Investigación e Innovación de Castilla-La Mancha, está ayudando a organizar administrativamente la investigación. Hay una ley de Ciencia regional. Ojalá se acabe reglamentando y formalizando y se incorpore la figura del investigador que no existe en este hospital. Somos técnicos superiores. No hay carrera de investigador”.

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