Cuando Suárez Illana era candidato en Castilla-La Mancha: el “paracaidista” que “se convirtió en estrella y estrelló al PP”
El accidentado desembarco –por sus polémicas declaraciones– de Adolfo Suárez Illana en la política nacional, como número 2 de Pablo Casado en la lista madrileña a las Elecciones Generales, ha refrescado a muchos la memoria en torno a los patinazos verbales protagonizados por quien hace 16 años se enfrentó a José Bono por la Presidencia de Castilla-La Mancha.
En mayo de 2002, la Junta Directiva del PP en esta región acordó en Guadalajara el relevo de Agustín Conde, presidente del PP y candidato en las elecciones autonómicas de 1999 (hoy conocido por haber sido secretario de Estado de Defensa de Cospedal, entre otras cosas). José Manuel Molina, alcalde de Toledo asumió entonces el liderazgo del partido sin que se confirmase su candidatura a la Presidencia de la Junta para las cercanas Elecciones de 2003.
“Un tío cojonudo”
Adolfo Suárez Illana, hijo del ex presidente del Gobierno con la UCD, había sido el fichaje estrella del PP en el XIV Congreso Nacional en enero de 2002. Era abogado, tenía entonces 39 años y su vinculación con Castilla-La Mancha venía dada por el hecho de estar casado con la hija de Samuel Flores, un conocido ganadero de Albacete.
En primavera fue presentado como aspirante a la Presidencia de la Junta. A José Bono, el entonces presidente regional, el PP le colocó un candidato enfrente que se convertiría en noticia a diario por sus ocurrencias antes y en campaña electoral. Leandro Esteban, consejero durante la etapa de Cospedal y ejecutor de los recortes más sonados en la Educación, la Sanidad o el Bienestar Social regional, fue el coordinador de una campaña electoral en la que se quejó de la falta de debate entre ambos candidatos. El suyo, dijo, era “un tío cojonudo”.
Y el caso es que ese debate hubiera sido interesante porque el candidato del PP, que había llegado “como un JASP a Castilla-La Mancha, 'Joven Aunque Sobradamente Preparado”, según las crónicas de la época, fue noticia casi en exclusiva por sonadas meteduras de pata que eran la comidilla de los medios nacionales y regionales. El incipiente político de entonces se veía más cómodo en eventos como la novillada benéfica en la que participó en Villanueva de la Fuente (Ciudad Real) en mayo de 2002, nada más conocerse su candidatura.
O como cuando, citó el “nombre y el linaje” como razones relevantes para que Ana Botella, la mujer de José María Aznar, encabezase la candidatura al Ayuntamiento de Madrid. Días después lo desmintió acusando a los medios de comunicación de haberlo inventado. Francisco Gómez Herruz, de la Revista Aquí, lo comentaba en aquellos días. “Lo dijo, que nadie lo dude, quedó grabado y son muchos quienes lo han escuchado”.
Sus patinazos dieron juego a quienes en el seno del PP castellano-manchego no habían visto con buenos ojos el aterrizaje de Suárez como candidato. “Para hacer política no es necesario venir de ninguna clase privilegiada”, espetaba el toledano diputado nacional del PP, Miguel Organero, ya fallecido.
Y no fue el único. Otro diputado nacional toledano entonces, Alejandro Ballestero, que hasta el pasado año fuera presidente de Sainsel Sistemas Navales (filial de Navantia e Indra), una de las empresas con participación pública del sector Defensa, decía en 2003 que “en política cada uno debe explicar sus declaraciones y yo solo hago valoraciones sobre hechos trascendentes”.
La despoblación rural, las cebollas y la guerra de Irak
El 12 de enero de 2003 el príncipe Felipe de Borbón visitaba la finca 'El Palomar', propiedad del ganadero Samuel Flores, en Albacete, para cazar. Allí estaba Suárez Illana en su condición de candidato y en aquellos años ya se hablaba de despoblación de las áreas rurales. Hoy el número 2 en las listas de Madrid a las Elecciones Generales propone como soluciones la caza y los toros. Hace 16 años creía que dar ayudas para la segunda vivienda era la manera de atajarla y, de paso, potenciar el turismo rural.
También entró al trapo del panorama internacional en plena guerra de Irak para destacar las reformas económicas del PP –con Rodrigo Rato como ministro entonces– “mientras otros andaban recorriendo calles con pancartas, tirando huevos, tirando piedras, poniendo bombas y abriendo cabezas de alguno de nuestros militantes”.
En abril de 2003 Francisco Gómez Herruz comentaba en la Revista Aquí que Suárez Illana “se había olvidado de sus palabras primeras y del espíritu centrista que parecía pretendía llevar a la política del PP regional”.
Del inicial interés en “desterrar el insulto y los ataques personales”, apenas cuatro meses después se descolgaba en Tele 5 refiriéndose a Bono como “una persona sin escrúpulos” o en la COPE como “un mentiroso y un chaquetero y esto no es por insultar sino por definir”, decía. Bono llegó a disculpar a su rival y aseguró que “el insulto no hace sino perjudicar la honorabilidad de quien lo profiere”.
Y es que las erráticas declaraciones de Suárez terminaron endureciendo su discurso. Algunas de esas declaraciones fueron sonadas, como cuando al trasladar sus condolencias a los familiares del guardia civil asesinado por ETA en Leiza (Navarra) se le ocurrió hacerlo diciendo: “Ya no podrá disfrutar de las cebollas rellenas de su querida Sama de Langreo”.
Con la cercanía de los comicios de 2003, lejos quedaba ya la conversación de José Bono con Adolfo Suárez padre, publicada por El País el 2 de junio de 2002:
–Bono: “Quiero que sepas, presidente, que voy a tratar a tu hijo con todo el respeto que te tengo a ti y a lo que tú representas para todos los españoles”
–Suárez: “Muchas gracias. Mi hijo es un caballero y también te tratará con respeto”
“Si piensas en la figura del paracaidista, piensas en él”
El que fuera presidente regional durante más de 20 años ha declinado comentar aquellos días. Quien sí lo ha hecho ha sido la candidata a la Junta de IU, la guadalajareña Ángeles Yagüe.
Yagüe, que era entonces vicepresidenta de la Diputación de Guadalajara, dice recordar a Suarez Illana “como alguien impersonal, muy poco ligado a la realidad de Castilla-La Mancha. Si piensas en la figura del paracaidista, piensas en Suárez Illana. Le veía descolocado no solo sobre la región y sus necesidades, sino desconectado de la sociedad del momento. Y en su papel de 'hijo de…', la prueba está en la aceptación que tuvo. No se comió una rosca”.
La socialista Matilde Valentín, actualmente senadora y entonces cabeza de lista del PSOE de Albacete a las Cortes de Castilla-La Mancha, recuerda el planteamiento de campaña del candidato 'popular'. “Él decía cuando llegó que haría una gira por la región para conocer desde los cargos públicos hasta los pueblos de la Comunidad Autónoma”. Los socialistas le achacan precisamente el “desconocimiento de la región”, algo que hoy por hoy consideran “un error de bulto”.
La de Suárez Illana fue “un intento del PP de Castilla-La Mancha para comprar la imagen de una persona como había sido Adolfo Suárez, presidente del Gobierno de España” pero que, a la vista de los resultados en las urnas, no funcionó.
Un candidato que presumía de escuchar
En la primavera de 2002 Adolfo Suárez Illana debutaba en Albacete como candidato a la Presidencia de la Junta de Comunidades arropado por el entonces presidente del PP, José Manuel Molina. Afirmaba creer “en el centrismo por tradición y por convicción” y en que “el Partido Popular encarna esos valores”, según recoge una crónica de ABC. En el discurso añadía que su padre había aprendido a apostar en política por “la escucha y el respeto”.
Amparo Álvarez, redactora de RTVE, recuerda la “expectación” en aquel primer mitin en el que el PP presentó a Suárez Illana formalmente como candidato a disputar la Junta a Bono en los comicios autonómicos del 2003. “Era alguien diferente, que venía de fuera. Recuerdo la sensación que se respiraba de que él podría aportar aire fresco”, asegura la redactora.
Meses antes, los medios de comunicación habían sido convocados a un encuentro off the record como primera toma de contacto. Uno de los periodistas que estuvo allí asegura que ya les fue presentado como el candidato a la Presidencia del Gobierno de Castilla-La Mancha. En realidad era un runrún en la ciudad.
Ya en campaña volvió a Albacete en el mitin más esperado: el de Suárez padre apoyando al que por entonces los socialistas llamaban “Illana” a secas, una maldad para restar brillo al candidato. Maite Martínez estuvo allí. Entonces era redactora del diario El Pueblo de Albacete y de Europa Press. Es su recuerdo más nítido de aquella campaña. “Era la primera vez que Aznar y Adolfo Suárez (padre) participaban en un mitin juntos y había más expectación por eso que por la presentación de Suárez Illana como candidato”.
Describe un pabellón “hasta arriba” pendiente de Adolfo Suárez y de sus palabras. Y entonces “perdió el hilo en mitad del discurso”. Pese a los aplausos y vítores de los asistentes los periodistas como Maite se encontraron en una “situación incómoda”. “No sabíamos qué hacer, si reflejar el hecho en la información o no”.
Entre los periodistas que siguieron la campaña por la región se comentaba su poca “cercanía” y un escaso carisma que contrastaba con la imagen que el PP había querido dar del candidato a cuenta del apellido Suárez y a pesar de que solía utilizar latiguillos como el conocido: “Les puedo prometer y prometo…”, tan característico de Suárez padre.
Y si recién llegado prometió “escuchar”, lo cierto es que escuchó a pocos en su efímero paso por la región, a tenor de lo que comentan fuentes empresariales de la época que aseguran a eldiarioclm.es que el PP “tuvo secuestrado” a Suárez Illana porque “le llevaban de pueblo en pueblo y era imposible”.
En 2003, Jesús Bárcenas presidía la Confederación de Empresarios regional. No llegó a mantener ni una sola reunión con Suárez Illana, ni antes ni en la campaña electoral. El candidato tampoco se reunió con los sindicatos. Carlos Pedrosa, secretario general de UGT Castilla-La Mancha había llegado al cargo apenas seis meses atrás. Dice recordar poco o nada de aquella campaña y de su protagonista, Suárez Illana, que “se convirtió en estrella en la región y el PP se estrelló con él”.
Su homólogo en CCOO, Juan Antonio Mata, explica que la candidatura “nos sorprendió a todos, incluida la estructura del PP regional y creo que no muy gratamente porque fue un paracaidista que mandaron al margen de la dirección regional” y que ahora, con su retorno a la política, ha vuelto a sorprenderle: “Que aterrice como número 2… En cuanto han dejado solo la ha armado con el aborto. No se le ocurre ni al que asó la manteca. Así que lo han vuelto a meter en la cápsula y no se le ha vuelto a oír”.
Mata comenta que en Castilla-La Mancha Suárez “no se sometía a la disciplina de nada ni de nadie, solo dependía del aparato en Madrid. Era algo que todos sabíamos”, abunda el ex secretario regional de CCOO quien no tuvo ocasión de conversar con él en el escaso año que pasó en Castilla-La Mancha. “No conocía la región, ni nuestra idiosincrasia o necesidades y problemas. Y eso del diálogo social ni lo sabía, ni lo entendía. Llegó, perdió y abandonó”.
Para el sindicalista, pasó “sin pena ni gloria” por la región. “Personalmente hubo algo que me dolió. Siempre he respetado a Suárez padre por lo que representó en la Transición y lo que hizo junto a otros muchos. Pero su hijo, en el inicio de su enfermedad lo puso delante de un auditorio a hablar… Que lo permitiera me pareció fuera de lugar”.
El “pacto personal” con Castilla-La Mancha que duró un año
Todas las encuestas daban una holgada victoria a José Bono (los sondeos hablaban de una diferencia de hasta 20 puntos). En los mentideros de la región solo se hablaba de por cuánto perdería el candidato 'popular'. El periodista Paco Gómez Herruz publicaba en mayo de 2003: “Adolfo Suárez Illana pone mucho de su parte para que José Bono pueda alcanzar los mejores resultados de su historial electoral para presidir la Junta de Comunidades”. No se equivocó. Bono obtuvo el mejor resultado de su trayectoria con un 58,5% de votos.
Al iniciar su periplo castellano-manchego, Suárez Illana dijo que sellaba “un pacto personal” con Castilla-La Mancha. “He adquirido un compromiso de por vida con esta tierra, de futuro y trabajo; de progreso y libertad”, dijo, pero no lo cumplió. Se marchó sin ni siquiera tomar posesión de su acta de diputado en las Cortes regionales.
Algo que, según Matilde Valentín, no sentó del todo bien en el seno del PP regional. “Desde el PSOE tenemos la percepción de que en el PP de Castilla-La Mancha no tenía simpatías y que se fuera sin recoger el acta también produjo cierto mosqueo” porque, tal y como apunta, este gesto evidenció que venía “como un ave de paso a probar fortuna”.
Adujo “diferencias sustanciales” entre su proyecto político para los próximos años y el de la dirección nacional del PP para Castilla-La Mancha. Lo cierto es que José Manuel Molina seguía siendo presidente regional del PP –había ganado las elecciones y revalidado la Alcaldía de Toledo– y Aznar optó por mantenerle en el puesto dejando a Suárez Illana, en todo caso, como diputado raso en el Parlamento de una región que apenas conocía. 19 días después de las Elecciones, se marchó para no volver.