Unos sesenta ciudadanos murieron durante los bombardeos que sufrió la localidad de Tarancón durante la Guerra Civil. La ciudad se convirtió en una “válvula de entrada y salida” entre Madrid y el resto del territorio republicano, por la que pasaba todo lo posible desde comida hasta armamento. Y por tanto, se convierte en “objetivo” de la aviación italiana y alemana, sin contar con refugios anti-bombas, sino cuevas en los que la gente al final debía “hacer vida”. “
“El miedo constante hizo de Tarancón su morada”, reza la presentación de la exposición 'Tarancón bajo las bombas', que se inaugura en la localidad este sábado 23 de noviembre para dar a conocer a la población actual lo que ocurrió durante esos años en su pueblo. La Asociación de la Recuperación de la Memoria Histórica de Cuenca ha hecho un trabajo de recopilación para contar desde el primer bombardeo, en agosto de 1936, pasando por el “más grande”, en diciembre del 1937, hasta el fin de la Guerra.
“Aún queda mucho por investigar”, admiten desde la Asociación. Máximo Molina, explica que la iniciativa nace de las investigaciones realizadas alrededor del Hospitalillo en la localidad. “Hemos estado dedicados a la represión casi todo este tiempo, luego se cruzó en nuestro camino la exhumación de Uclés, que ha absorbido el 100% de nuestro tiempo, pero cuando comenzamos a estudiar el Hospitalillo nos metimos más en temas de guerra”.
De este modo, consiguieron documentación que demuestra que fueron unos 60 las víctimas de los bombardeos en la localidad conquense. “Se bombardeaba muchísimo y de esto no se había hablado nunca, pero nosotros queremos difundir la historia del pueblo”, explica Molina. “No entendemos por qué al investigar parece que queremos dividir. Parece que algunos tienen el odio muy arraigado”.
Seis paneles grandes cuentan la historia de los hechos, que están documentados en los archivos del Ejército del Aire, de los cuales han extraído la conclusión de que 1937 fue el año “más brutal” con bombardeos con “muchísima frecuencia” durante “buena parte del año”.
El mayor bombardeo, relata Molina, empezó a las 9.30 de la mañana y acabó a las 18.30 horas. “En una localidad donde no había defensas antiaéreas, que son instaladas en 1938”. Pero es que, una vez se instalan las defensas, “crecen los bombardeos” que van decreciendo después de la batalla de Teruel. “Tenemos los informes del Ejército del Aire, los planes de los objetivos militares de aviación. Incluso, muestras de algunas bombas”, explica Molina.
“Desde Tarancón se distribuía todo, desde las patatas hasta obuces, y eso lo contamos, hasta como se organizaban las defensas y los dos únicos refugios. La gente se iba a las cuevas”, asegura Molina. Igualmente en la exposición se habla de cómo se “ametrallaba” a la población, porque uno de los objetivos era “desmoralizar” a los ciudadanos. En la exposición, que se puede visitar hasta el 4 de diciembre en la Casa Parada de la localidad también se pueden ver testimonios de la gente del pueblo sobre los bombardeos. “Así podemos escuchar lo que cuentan los mayores, cómo se sentían con los bombardeos”, concluye.