Un 30 de marzo de 1937, el poeta Miguel Hernández se subió a un balcón de Torija, en Guadalajara. Las tropas franquistas acababan de perder su primera batalla en la Guerra Civil Española frente a las milicias republicanas. Ocurría en la comarca de la Alcarria, donde los ‘nacionales’, apoyados por los italianos de Benito Mussolini, caían derrotados en su intento de llegar a Madrid por el norte en la ‘Batalla de Guadalajara’, que se desarrolló entre el 8 y el 23 de marzo de 1937.
El poeta de Orihuela (Alicante) leyó por primera vez ante vecinos y combatientes su poema ‘Ceniciento Mussolini’, incluido en su obra ‘Viento del pueblo’. Fue una burla al político que instauró el fascismo en Italia y una forma de “animar” a los ganadores de aquella batalla.
“Ven a Guadalajara, dictador de cadenas,
carcelaria mandíbula de canto:
verás la retiradas miedosa de tu hienas,
verás el apogeo del espanto (...)
Rumoras provincia de colmenas,
la patria del panal estremecido,
la dulce Alcarria, amarga como el llanto,
amarga te ha sabido (…)“
Esta desconocida parte de la Guerra Civil española la han recogido el profesor jubilado de la Universidad de Tarragona, Jesús Gálvez, estudioso de la Guerra Civil española y de Miguel Hernández, entre otros, y José Carlos Felipe, economista en Telefónica y un apasionado de la historia de “su pueblo”, en el libro ‘Torija 1937: La otra mirada de la guerra“ (Intermedio Ediciones).
La idea surgió hace ya ocho años. “Hemos escrito el libro por interés divulgativo, no lucrativo, con el apoyo del Ayuntamiento de Torija, que se ha hecho cargo de la edición”. Sus autores querían dar “una visión distinta” a la de la propia acción de la guerra. “No éramos conscientes de que Torija, a raíz de la Batalla de Guadalajara, se convirtió en foco cultural en España, también en plataforma propagandística que ayudaba a realzar el primer triunfo republicano de la Guerra Civil española”, señala el economista. “La guerra duró tres años, pero no de forma continua. Hubo tiempo para respirar y dedicar a la cultura”, apunta el profesor universitario.
El libro busca también “contar las miserias de la guerra tomando como base documentos gráficos que nos muestran las casas destruidas por los bombardeos nacionales, las tropas italianas que no sabían a dónde venían, en mitad de las lluvias y el barro con un tiempo penoso…”
“Ningún historiador pone en duda la labor de alfabetización de la República”
En sus primeras páginas se encuentran referencias a las llamadas “misiones pedagógicas” que se llevaban a cabo en toda España. “Se trataba de ensanchar la cultura, sobre todo en las zonas rurales donde dejaba mucho que desear. El esfuerzo de la República en la alfabetización fue una labor que no pone en duda ningún historiador”, sostiene Gálvez.
También se habla de las ‘milicias de la cultura’ de las que hoy existe constancia en el Ayuntamiento de Torija. “En un bando se anunciaba que vendrían 50 estudiantes durante tres días para dar a conocer la cultura de la ciudad. El alcalde de entonces pedía la asistencia del veterinario, del farmacéutico, que ese día los niños tuvieran el día libre y se les ofreciera golosinas y bollos”. Se da cuenta, además, de la actuación, en marzo de 1937, de ‘La Barraca’, grupo de teatro dirigido por Eduardo Ugarte y Federico García Lorca, otra forma de llevar la cultura a las zonas rurales.
Otra de las claves del libro y de la que “hasta ahora no se había hablado mucho”, sostiene Gálvez, es la visita que realizaron los intelectuales antifascistas a esta parte de Guadalajara en julio de 1937, coincidiendo con el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura que se celebraba en Valencia y al que concurrieron grandes nombres como Octavio Paz, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Miguel Hernández, Antonio Machado, Rafael Alberti, Bertolt Brecht o el alcarreño Herrera Petere, entre otros.
José Carlos Felipe explica que “una pequeña delegación se desplazaba hasta Torija y Brihuega”, entre ellos los poetas Rafael Alberti o María Teresa León. El belga Denis Marion, intelectual “comprometido” con la República española, director del periódico Combat, asistió al Congreso y viajó hasta Guadalajara dejando algunas crónicas de la visita.
“Llegamos a Torija, pueblecito donde los milicianos están acuartelados y nos han preparado una comida frugal: tomates, cebollas, pepinos bañados en aceite y vinagre y algunos chorizos, todo regado con agua fresca y un vinillo delicioso”, relataba.
También cuenta su visita a la primera línea del frente. “Los dos ejércitos, separados por tres kilómetros, se limitan a golpes de manos. Todas las noches, una ametralladora, unas veces fascista, otra republicana, se pone nerviosa y empieza a disparar al azar”.
José Carlos Felipe comenta que “en aquella época la gente apenas sabía leer o escribir. El acceso a la cultura era complicado. El objetivo de estos intelectuales era propagandístico. Hacer un homenaje a los combatientes en una concentración político-cultural”.
Numerosos fotógrafos e ilustradores se desplazaron hasta esta provincia, dejando testimonio gráfico de lo que ocurría. Entre ellos, la prestigiosa fotógrafa Gerda Taro, compañera de Robert Capa. “Creo que fue de los últimos reportajes que pudo hacer”. Y es que la alemana moriría poco después, en el mes de julio, haciendo fotos en el frente de Brunete, en Madrid.
“En el fondo subyace el protagonismo de la Alcarria, de aquellos hombres y mujeres que vivieron episodios históricos, una veces felices y otras dramáticos. Aún había optimistas que creían que la guerra se podía ganar. Así hubiera sido sin la intervención de las potencias fascistas Italia o Alemania que la convirtieron en la antesala de la II Guerra Mundial”, asegura Gálvez.
La visita de Manuel Azaña “con toda su plana mayor”
Meses después, ya en el mes de noviembre, continuaban los actos para celebrar la victoria republicana e insuflar ánimos a las milicias. Esta semana, el 14 de noviembre, se cumplían 80 años de la visita del presidente de la República, Manuel Azaña, quien en 1937 se desplazaba “con toda su plana mayor”, detalla José Carlos Felipe, hasta Torija y Brihuega.
Se organizó un desfile militar en lo que era la antigua Nacional II, junto a la posada en la que años después (1946) dormiría el Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, en su ‘Viaje a la Alcarria’. “Se pasó revista y desfilaron ante los integrantes de la comitiva. De esa época consta la autorización de la compra de una bandera republicana que costó seis pesetas. Azaña lo describe en sus diarios”, cuenta José Carlos Felipe. “Azaña ya conocía el lugar. Era cazador y había estado en 1933”, añade Jesús Gálvez.
“He luchado mucho por que se publicara este libro”, confiesa José Carlos Felipe. “Se trataba de dar a conocer a la gente joven que la guerra civil fue un escenario saca a la luz lo más doloso de las personas pero también lo más positivo. Y no es, desde luego un libro partidista”, concluye Gálvez.