Ir al ‘Cole Virtual’: el día a día de una niña sordociega y su maestro en plena cuarentena

Ángel Céspedes es maestro, vive en Puertollano (Ciudad Real) y trabaja para la ONCE. Tiene diez alumnos de educación reglada asignados, aunque da clases también a tres adultos. “Tengo desde un chiquillo de seis meses en Atención Temprana hasta un universitario de 25 años”.

La irrupción de la pandemia y la declaración del estado de alarma le ha cambiado su trabajo de la noche al día“ porque, nos cuenta en una conversación telefónica, ”yo antes era como el baúl de la Piquer, iba de un sitio a otro porque me muevo por toda la provincia de Ciudad Real y como mucho atendía a dos chavales al día, precisamente por los traslados“.

Ahora, dice, “son siete horas delante del ordenador o con el móvil y no es lo mismo intervenir de forma telemática que presencial. Además, muchas veces les digo a las familias que no quiero agobiarlos porque se acaban cansando. Prefiero hacer un seguimiento vía llamada o un whatsapp para saber cómo van”.

La ONCE ha puesto en marcha el programa ‘Cole Virtual’ durante el estado de alarma para garantizar la inclusión en las aulas. Participan un total de 322 alumnos ciegos de Castilla-La Mancha.

Mónica Amat es responsable de servicios sociales de la ONCE en Castilla-La Mancha y coordina el programa. “Hemos tenido que redistribuir todas las tareas y los planes de intervención a causa de la pandemia. Ha sido necesario un ERTE y contamos con servicios mínimos al no disponer de nuestra principal fuente de ingresos, la venta de productos ONCE. A nuestros vendedores los tenemos a todos en casa”.

La entidad trabaja ahora cubriendo los servicios esenciales, atendiendo “a los afiliados más vulnerables que viven solos y no tienen recursos. Pero también atienden la parte educativa. ”Es un reto“, reconoce. 

“Echo mano de lo que tengo para enseñar, no he podido traerme nada”

Es el caso del trabajo de Ángel Céspedes que atiende a alumnos como Lucía López García, una niña sordociega que vive en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) y con la que el maestro suele trabajar cara a cara, algo que ahora es imposible

Para la alumna todo ha sido una novedad, nos cuenta. “Ve la pantalla del ordenador y pone mucho interés porque es muy buena alumna”. El maestro trabaja con lo que tiene a mano. “Utilizo unos muñecos que tiene mi hijo (ya tiene 20 años y son de cuando era pequeño) para trabajar los números, los conceptos arriba o abajo, delante o detrás. Echo mano de lo que tengo, no pude traerme nada”. Y es que, como a muchos, el confinamiento le pilló por sorpresa y ha cambiado su rutina y sus horarios, pero se muestra optimista.

 “Me levanto con ilusión y me encantan las clases con la chiquilla. Hasta mi mujer me lo nota porque cuando ves que algo progresa me siento orgulloso del trabajo hecho”. Enseñar a leer, trabajar la imagen con fotografías que muestra a través del ordenador…forma parte de su trabajo que ha cambiado mucho debido al estado de alarma. “Me está sirviendo mucho mi afición al teatro”, nos cuenta.

“Sobre todo ha cambiado la tarea con los más pequeños, con los que suelo trabajar de forma directa. Ahora puedo enviar vídeos, ejercicios de estimulación visual o multisensorial pero claro, no es lo mismo. Como no lo es el tiempo del que puedan disponer los padres, por ejemplo, si están trabajando en casa o si tienen o no más de un ordenador en casa”.

La ONCE dispone ahora de diez maestros en activo en la región además de otros siete conveniados con la Junta de Castilla-La Mancha. “La diferencia ahora es que se trabaja por vía telemática haciendo accesibles todos los materiales a los alumnos. Procuramos mantener un equilibrio de tareas propias porque se están mandando muchos deberes desde los centros escolares”, señala Mónica Amat.

Los maestros de la entidad realizan un trabajo de intermediación entre alumnos, sus familias y los centros educativos hablando con los tutores para los alumnos de Primaria y con el orientador en el caso de los alumnos de instituto “por si algún profesor quiere que le adapte cualquier texto o si tenemos que poner un magnificador de pantalla, un lector de textos o un transcriptor a Braille”, explica Ángel Céspedes. Sobre estas últimas cuestiones, aclara Mónica Amat, es el instructor tiflotécnico el que se ocupa de adaptar el material tecnológico, por ejemplo para que pueda usar la Línea Braille (un lector del lenguaje para las personas ciegas) en el ordenador.

Alumnos con problemas de conectividad y de acceso a ordenadores o internet

Cuando le preguntamos cómo ve el futuro, este maestro dice que “si hablamos de Educación, sobre todo con los más pequeños, el contacto ha de ser directo. No creo que eso se pueda cambiar, aunque el teletrabajo pueda ser algo accesorio. Con mi alumna de 12 años no me veo un curso entero haciendo esto”.

Por un lado, están los problemas de conectividad como los que vive con una alumna de primer curso del Grado de Derecho que vive en El Torno, una Entidad de Ámbito Territorial Inferior al Municipio (EATIM), a unos 15 kilómetros al norte del municipio de Porzuna y que cuenta con 530 habitantes. “Muchas veces la llamo y no me lo coge porque no tiene cobertura”.

Por otro, los problemas para disponer de material tecnológico. “Tenemos muchos alumnos que no tienen ordenador ni móvil y a veces estamos muy limitados para trabajar” explica Mónica Amat.

Esto es algo que confirma el maestro. “En muchas casas solo hay un ordenador para que trabajen los padres, o un solo móvil. Y tampoco hay fibra óptica o wifi para internet”. Por eso piensa que sería difícil continuar con un sistema educativo en estas condiciones. “Eso crea mucha desigualdad porque hay gente que no puede disponer de estas herramientas, no porque no quiera sino porque no puede económicamente”.

Una vez que finalice el curso escolar la ONCE se plantea seguir “con aquellos alumnos que necesiten fortalecer conocimiento de las herramientas de acceso: mejorar la técnica Braille o aprender mecanografía o el editor científico ONCE (EDICO) para asignaturas como las matemáticas”.