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Viaje a las minas de Cuenca “desde donde se acristalaba todo el Imperio Romano”

Interior de la mina 'La Condenada'

Carmen Bachiller

La mina romana de lapis specularis ‘La Condenada’, situada en la localidad conquense de Osa de la Vega, ha vuelto a abrir al público tras unos meses cerrada para respetar el periodo de hibernación de los murciélagos. Las visitas turísticas se mantendrán hasta el próximo mes de noviembre.

Quienes gestionan este recurso turístico se lo plantean de una forma “global”, es decir, “además del patrimonio hay que respetar la naturaleza, en concreto a los mejores insecticidas del campo que son los murciélagos. No son un impedimento sino una bendición”, explica el arqueólogo Juan Carlos Guisado y, de paso, la temporada de descanso turístico “permite a la mina respirar unos meses”, a pesar de que las visitas por turno están limitadas a grupos entre 7 y 10 personas.

Se trata de una visita larga, de más de dos horas que se inicia en el Centro de Interpretación antes de adentrarse en el complejo minero ‘Las Obradas’ donde se recorre la excavación y los guías explican cómo ha cambiado el paisaje a lo largo de los siglos por las modificaciones propiciadas por la acción del hombre

“Después ya vestidos con mono y con luz entramos en la mina” para adentrarse en una trama laberíntica de casi un kilómetro de recorrido subterráneo en tres niveles accesibles entre sí. Lo que se puede ver es la cueva original en la que trabajaron los romanos. “Nunca ha sido tocada para el turismo”. La visita se convierte en algo mágico porque uno espera encontrar una cueva oscura que, sin embargo, se torna en brillo con la luz de los espejuelos incrustados en las paredes y a ratos uno parece estar en el interior de un iceberg, con una visión de 360 grados. “Al final nos cuesta echar a la gente de la mina”, bromea el arqueólogo, quien comenta que ya tienen una lista de espera de tres meses.

Para Juan Carlos se trata de un lugar que representa un “auténtico laboratorio de geología, biología, de ciencias de la tierra, de arqueología…Es decir, es un patrimonio global que no deja indiferente a nadie”.

Los visitantes podrán, además, ver una de las curiosidades de la mina: los numerosos graffitis que dejaron quienes pasaron por ellas a lo largo de los siglos, horadando el yeso cristalino de las paredes. “Lo que hoy es un acto vandálico no lo era en los siglos XIII, XV o XV y nos encontramos algunos en árabe que tienen un valor histórico muy curioso, otros de huidos de la Santa Inquisición…”

“Nunca ha habido una industria igual en Castilla-La Mancha”

Hace 2000 años, en la época romana, el lapis specularis fue un mineral estratégico que se extraía del centro de España, en particular en las provincias de Cuenca y Toledo para distribuirlo a todo el Imperio Romano. “Nunca ha habido una industria en Castilla-La Mancha que supusiera económicamente lo que ha representado ésta a nivel mundial, las actuales grandes empresas de la región no le llegan ni a la punta del meñique”. Dice Juan Carlos Guisado que si hubiese que situar a Cuenca en la historia del mundo esta sería su principal característica.

De hecho, explica el arqueólogo, las ciudades de Ercávica, Valeria y Segóbriga “se construyeron en un secarral y no para cultivar trigo o cebada sino porque desde aquí se acristalaba todo el Imperio Romano”.

“La mayoría de las ventanas de Pompeya proceden de Cuenca”

Los especialistas llevan 25 años tratando de buscar información sobre este sistema bajo tierra que alcanza los 150 por 40 kilómetros de extensión en esta zona del país, de donde los romanos sacaban el yeso especular que se destinaba a las ventanas. “El vidrio entonces se conocía, pero no se podían fabricar ventanas planas y si querían tener luz en bibliotecas, termas o edificios públicos como los templos, sin morirse de frío, el único sistema era utilizar este recurso”. Recientes análisis realizados han permitido descubrir, según explica Guisado, que “la mayoría de los cristales de las ventanas de Pompeya proceden de Cuenca”.

El recurso turístico, que gestionan profesionales de distintas disciplinas con universidades detrás (arqueólogos geólogos, biólogos…), se está convirtiendo, asegura, en un elemento de “lucha contra la despoblación” al generar sinergias con los negocios del entorno. “Es un turismo cultural solvente, dirigido a gente con poder adquisitivo”. De hecho, al proyecto ya se han incorporado agencias que programan una experiencia más completa incluyendo el parque arqueológico de Segóbriga y también servicios gastronómicos.

‘La Condenada’ es visitable desde 2017. Los horarios de visita son los sábados de 11h a 13 horas y de 16 a 18 horas y los domingos de 11 horas a 13 horas y también de lunes a viernes para colectivos y grupos organizados.

Además, las mascotas son bienvenidas, ya que su gestor turístico destina un 5% del precio de la entrada a contribuir con el proyecto 'ArqueoMiau' a favor de los animales abandonados, cantidad que aumenta al 10% para quienes vayan con su mascota, a la que cuidan y atienden en un chenil individual mientras el dueño realiza con tranquilidad su visita.

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