Apenas tres meses después del golpe de Estado que provocó el inicio de la Guerra Civil Española, escuadrones del Regimiento de caballería de Numancia tomaron el pueblo de Azaña, en el norte de la provincia de Toledo, y cambiaron su nombre al día siguiente. Lo hizo la Junta de Defensa Nacional mediante sesión extraordinaria. Son varias las iniciativas que en los últimos años se han sucedido para restituir el nombre histórico de esta localidad, entre ellos un movimiento vecinal que no lo ha conseguido. Ahora se suma el senador de Compromís Carles Mulet, quien se lo ha pedido al Gobierno por escrito.
La denominación actual de este pueblo la consideran ilegal desde la Asociación para la Recuperación del Nombre Histórico de Numancia de la Sagra, un colectivo creado ‘ex profeso’ para que este pueblo vuelva a tener el nombre que mantuvo durante 800 años de existencia.
En el acta de la sesión extraordinaria del 19 de octubre de 1936 figura que el comandante en jefe del regimiento estableció nueva Comisión Gestora para el Ayuntamiento y que recogiendo el “sentir del pueblo” en lo sucesivo la localidad llevaría el nombre de Numancia de la Sagra “por el hecho trascendental de haber sido reconquistada por los gloriosos escuadrones del Regimiento de Numancia”.
Aunque con ello se quería borrar del mapa cualquier mención al presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, lo cierto es que con esta decisión lo que se eliminaron fueron ocho siglos de historia. Porque fue en el siglo XII cuando el Rey de Castilla Sancho III donó a su tesorero mayor cinco yugadas de tierra por los “buenos y fieles servicios” que había prestado a su padre, el Rey Emperador Anfonso VII, en la aldea de ‘Al-saniya’. En el año 1173 una Carta Puebla del Conde Ponce transfiere a los 23 vecinos de esta aldea tierras para transmitir a sus descendientes, pero no es hasta 1250 cuando se tiene referencia del pueblo por medio de un poema alemán de Biterof y Dietleib.
“En Azaña me dio el ser Dios y hazañas he de hacer”
Es este texto donde los historiadores comparten la opinión de su nombre original junto con palabras de Santa Juana, originaria del municipio: “En Azaña me dio el ser Dios y hazañas he de hacer”. También Felipe II se refiere al pueblo a finales del siglo XVI afirmando que “se llama Azaña al presente, y siempre y después que tienen noticia de hombres desde niños hasta el presente se ha llamado Azaña y no saben por qué se llama asín, ni saben haberse llamado de otra manera antes de agora”.
En su petición, el senador Mulet recuerda que ya presentó una pregunta escrita hace cinco años donde recordaba estos hechos y a la que entonces el Gobierno contestó que los cambios de denominación en los municipios solo tendrán carácter oficial cuando tras haber sido anotados en el Registro de Entidades Locales y otras consideraciones generales que “no atendieron” a la peculiaridad del caso.
“Fue la Administración Local quien acordó el cambio de su denominación” y se dictó “por un Gobierno ilegal e ilegítimo”, apunta el senador, que recalca que “una barbaridad de este calibre no puede aplazarse a la tramitación de la Ley de Memoria Democrática, que ni contempla esta casuística”. Por ello, pregunta sobre las medidas del Gobierno para derogar o dejar sin efecto la orden mediante la cual que suprimió la denominación histórica de este pueblo.