Arsenio Rodríguez ve la polémica de los últimos días sobre la ganadería, que considera más “política” que otra cosa, desde la atalaya de quien estos días dedica todo su tiempo a recoger su ganado en extensivo en el valle de Arbas para bajarlo cerca de la ciudad de León a pasar el invierno. Copropietario de Arbas Ganadería Ecológica y presidente de la Asociación de Ganaderos de Montaña de León, cree que “las declaraciones del ministro no dicen nada que no sea verdad, pero el sector está muy enfadado. Cuando se le ningunea pues explota”. Y no duda en mostrarse escéptico sobre las críticas al ministro Garzón desde el sector ganadero: “Somos un sector donde nos enseñan un señuelo delante y embestimos, y embestimos a veces sin pensar muy bien por qué empezó esta discusión”.
Lo hace desde su perspectiva personal de ganadero de extensivo, que se contrapone al intensivo, y, sobre todo, a las famosas macrogranjas que citó el ministro Garzón y que son objeto de una dura controversia. Señala que en su propia asociación “hay división de opiniones, hay personas que están que echan humo con las declaraciones y gente que está a favor”. Pero entiende que en el fondo del asunto “la ciencia está diciendo que esto no es sostenible ni bueno y que por aquí no vamos bien”.
Para Arsenio “la problemática empezó porque se malinterpretan, o se interpretan a su manera (las declaraciones), pero realmente a las explotaciones familiares y en extensivo (Garzón) nos han defendido, pero estos días reflexionas un poco y piensas y si defiende a esto, a quién no defiende.” Achaca parte de las críticas a la situación del sector ganadero, muy revuelto por actuaciones como las nuevas medidas de prohibir la caza del lobo o la ley de bienestar animal y sus limitaciones a los perros dedicados al cuidado del ganado, que considera han realizado planteamientos erróneos.
Ese caldo de cultivo de malestar ganadero cree Rodríguez que es causa de parte de las críticas: “Todo provoca que muchos ganaderos se pongan de uñas y están cansados de que se les ningunee”. Y explica su postura bajando la ganadería a su distinción: “Criticamos los pequeños. No he visto una declaración de los grandes, de los que de verdad tendrían que poner el grito en el cielo” por las palabras del ministro. De hecho, algunas organizaciones agrarias han pedido la dimisión del ministro cuando ellas mismas han defendido poner limitaciones a las macrogranjas en otras iniciativas.
Arsenio Rodríguez atiende a elDiario.es mientras termina de recoger su ganado tras las últimas nevadas de esta semana pasada, momento para iniciar una pequeña trashumancia de sus vacas. Estas, dedicadas a la carne ecológica, se asientan entre fértiles pastos en plena Reserva de la Biosfera Alto Bernesga, en los límites de la provincia de León con el Principado de Asturias. Y defiende con pasión su profesión: “Los animales en una granja familiar no son de la familia, pero casi casi. Cuando un animal está malo creo que las personas de las grandes ciudades no entienden que no duermes, y si se te muere es un drama en muchas ocasiones. O no hiciste bien tu trabajo, o se te fue y te fastidia”.
Sobre la polémica acerca de la existencia de las macrogranjas lo tiene claro: “Estar de acuerdo los ganaderos de extensivo y las macrogranjas es tirar piedras contra tu tejado”. Señala que “cuando aparece una macrogranja desaparecen las pequeñas explotaciones” defendiendo que “una gran concentración de animales no es buena ni para los animales ni para la alimentación”.
Pero a la vez distingue la explotación de intensivo familiar de las macrogranjas: “Hay explotaciones familiares en intensivo, por ejemplo de cabras y vacas de ordeño, que son intensivas pero son granjas familiares que coexisten perfectamente con la sociedad”. En cambio explica que “cuando hablamos de una macrogranja, hablamos de miles de animales ,y cuando juntas miles de animales, uno de los mayores problemas son los abonos. En pequeñas explotaciones el abono es un subproducto que era casi oro porque se utilizaba para abonar pastos, que produce más, y no dábamos el abono porque era necesario”. Pero recuerda que en una macrogranja un tractor puede andar 20 o 30 kilómetro para tirarlo de miles y miles de animales “y es tal la concentración que es insostenible”.
Soluciones para el sector ganadero
Sobre la situación del sector ganadero señala que “cuando ves el problema, lo más importante es aportar la solución”. Por ello, su asociación va a mandar una carta a los ministerios de Consumo, Agricultura y de Transición Ecológica pidiendo medidas. “Nos parece que somos parte de la solución del problema y creo que en la cadena alimentaria se puede identificar la diferencia entre extensivo, intimensivo, familiar y macrogranja”. Y el ejemplo lo pone en que cuando se compra un jamón se especifica si es ibérico puro, de cebo o de recebo, al igual que en los huevos se especifica el tipo de producción.
“Nosotros lo que pensamos es por qué no se pueden especificar nuestros productos: que se etiquete la carne. Sería una parte de la solución”, explica para poder poner en valor lo mismo que hizo el ministro Garzón en su entrevista con The Guardian, la ganadería en extensivo: “Por lo menos poner en la tesitura al consumidor de que pueda elegir”.
Sobre los asuntos que afectan a la ganadería cree que “se toman decisiones a espaldas del territorio y de los pobladores. En la ley de bienestar animal los perros tienen que ser una herramienta de trabajo, por lo que deben estar legales, pero hemos propuesto mil soluciones y nadie nos hace caso”, criticando las limitaciones para que animales como el mastín leonés estén con el ganado desde su nacimiento, tal y como se ha hecho tradicionalmente. Y sobre las medidas contra el lobo, asume que hay que proteger el lobo, pero es crítico con la prohibición de matarlos y otras medidas adoptadas: “Que alguien nos explique cómo tenemos que coexistir, cuando hemos sido uno de los reductos de Europa donde hemos coexistido durante siglos”.
El sector ganadero vive momentos convulsos más allá de la actual polémica y Arsenio Rodríguez entiende que “tristemente estamos en el medio” de polémicas políticas. En su opinión, “tenemos que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos” y apuesta por “cambiar la palabra más por mejor” en asuntos de ganadería.