Las elecciones autonómicas en Castilla y León han dejado un parlamento con algunos cambios pero que, en esencia, mantiene a la región como un feudo de la derecha tras 35 años de gobiernos del Partido Popular. La formación de Alfonso Fernández Mañueco recupera la primera posición, tanto en procuradores como en porcentaje de votos, y el PSOE se conforma con ser la segunda fuerza política tras perder 7 escaños, mientras las candidaturas de la España Vaciada capitalizan esta caída. Vox, por su parte, pasa de uno a 13 representantes, en un intercambio de papeles con Ciudadanos, que se queda con uno de los 12 que tenía hasta ahora. Sin embargo, los bloques ideológicos mantienen una dinámica similar a la que se ha producido cada vez que los votantes castellanos y leoneses han sido llamados a las urnas desde el fin del bipartidismo en 2015.
El PP ha salido de estas elecciones lejos de la ansiada mayoría absoluta que preveían al dinamitar su pacto con Ciudadanos y propiciar este adelanto electoral, pero obtiene 31 procuradores, que son tres más de los obtenidos en mayo de 2019. Sin embargo, el resultado en porcentaje de votos es menor al de aquellos comicios y también al que cosechó en las generales de noviembre del mismo año. Este domingo, solo el 31,4% de los electores llamados a las urnas apoyaron al partido de Alfonso Fernández Mañueco, frente al 31,5% que lo hicieron en mayo de 2019 y al 31,7% de noviembre del mismo ejercicio. El del 13-F es su segundo peor resultado histórico, aunque le permite volver a ser primera fuerza con 1,3 puntos sobre el PSOE.
El gran batacazo del PP en la región se produjo en las generales del 28 de abril de 2019. En aquellas elecciones, donde Casado obtuvo el peor resultado de la historia (66 diputados), anotaron tan solo el 26% de los sufragios, su resultado más bajo de los que se analizan en esta serie. El PP venía de haber obtenido el 44,3% de los apoyos en las generales de junio de 2016, pero tres años después, y coincidiendo con la bajada de los conservadores, Vox pasó del 0,2% al 12,3% del respaldo y Ciudadanos, del 14,2% al 18,9%.
Desde aquellas elecciones, el partido que ahora lidera Inés Arrimadas no ha vuelto a subir en porcentaje en ninguna de las elecciones que se han celebrado en Castilla y León y, de hecho, sigue en caída libre. El 14,9% en mayo de 2019; el 7,6%, en noviembre; y el 4,5% este domingo, cuando solo ha podido mantener el escaño de Francisco Igea de los 12 que tenía y que le habían servido para hacerse con la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León en 2019.
Este domingo, Vox ha conseguido unos resultados similares a los que obtuvo Ciudadanos en las autonómicas de 2019 en las provincias de Ávila, Segovia, Valladolid, Palencia y Salamanca. El partido de Abascal, que en estos comicios presentaba como cabeza de cartel a Juan García-Gallardo, lleva presentándose a procesos electorales en Castilla y León desde 2015, como Ciudadanos y Podemos, pero el partido de extrema derecha tuvo que esperar hasta las generales de abril de 2019 para obtener un resultado que no fuera residual. Aquel año, tras el empujón que supuso entrar en el parlamento andaluz a finales de 2018, Vox consiguió el 12,3% de los votos. Un resultado que no revalidó para las siguientes autonómicas pero que superó ampliamente en la repetición electoral de las generales, en noviembre de 2019, cuando consiguió el 16,7% de los apoyos.
Con estos resultados, el bloque de la derecha, formado por PP, Ciudadanos y Vox, se ha situado por encima del 50% en porcentaje de voto en todas las elecciones que se han celebrado en Castilla y León desde las generales del 20 de diciembre de 2015. En las anteriores, que fueron las autonómicas de mayo de aquel mismo año, se situaron en el 48,7% y, desde entonces, se han movido en una horquilla de 10 puntos, con su mejor resultado para las generales de junio de 2016: el 58,7% de votos en la región. Este domingo, este bloque ha obtenido el 53,6% de los apoyos, 2,3 puntos menos que en la convocatoria anterior, pero 1,7 puntos más que la última vez que los castellanos y leoneses fueron a las urnas para configurar su parlamento autonómico.
El PSOE ha sido el gran perdedor de estas elecciones. Lo asumió este mismo domingo su candidato, Luis Tudanca, que ha perdido siete procuradores y 4,7 puntos de apoyo respecto a las autonómicas de 2019, cuando obtuvo su mejor resultado y se colocó como primera fuerza política. “Me he vaciado por esta tierra a la que tanto quiero, pero no ha sido suficiente”, dijo. Sin embargo, el porcentaje de voto ha sido tan solo 1,1 puntos menos que en la última convocatoria, las generales de 2019, en el que es el segundo mejor resultado del partido de los que analizamos, y tan solo 1,3 puntos menos que el del PP, que logra tres procuradores más.
Podemos entró en el parlamento de Castilla y León el 24 de mayo de 2015. En aquellos comicios, la suma de apoyos a Podemos e Izquierda Unida, que este domingo han concurrido juntos en la región por primera vez, llegó al 16,3%. Para las generales que se celebraron siete meses después, llegaron al 19,6%. Desde entonces, salvo en noviembre de 2019, han ido perdiendo apoyos elección tras elección: el 15,5% en junio de 2016; el 10,4% en abril de 2019; y el 7,3% en mayo. Este domingo, además de respaldo electoral, han perdido a uno de sus dos procuradores.
Con estos resultados, el bloque de izquierdas, formado por PSOE, Podemos e Izquierda Unida, ha obtenido este domingo su peor resultado de la serie analizada. En mayo de 2015, la suma de estos tres partidos obtuvo el 42,2% de apoyo –similar al 42,1% de las generales de 2015 y las autonómicas de 2019– y ahora cuenta con el 35,1%, 7,1 puntos menos. El segundo peor resultado de la izquierda en Castilla y León se produjo en la repetición electoral de 2016, previa a la moción de censura que desahució a Mariano Rajoy de la Moncloa en 2018, cuando obtuvo el 38,7% de los apoyos.
Tras 35 años de gobierno del Partido Popular en Castilla y León, la derecha continúa colocándose por encima de la izquierda en estas elecciones. La menor diferencia en porcentaje de voto se registró en las autonómicas de mayo de 2015, las de la entrada de Podemos y Ciudadanos en el tablero electoral. Entonces, el bloque formado por PP, Ciudadanos y Vox se situó 6,5 puntos por encima del de PSOE, Podemos e IU. Para las generales de diciembre de 2015, prácticamente se duplicó la diferencia, hasta los 12,7 puntos, y en la repetición electoral de junio de 2016, alcanzó su mayor distancia, de 20 puntos. Este domingo, la diferencia entre los bloques ha sido de 18,5 puntos a favor de la derecha. Son 3,1 puntos más que en las generales de noviembre de 2019 y 8,7 más que en las autonómicas de aquel año.
Entre los hitos que ha dejado la jornada electoral de este 13 de febrero está la inclusión de la plataforma de electores Soria ¡YA!, que se ha presentado por primera vez a unas elecciones en las que ha arrasado en la provincia, donde ha conseguido tres de los cinco procuradores en juego. En total, la gran apuesta de la España Vaciada ha logrado el 3,1% de los apoyos. O el de Unión del Pueblo Leonés (UPL), que ha conseguido el 4,3% de los votos en el que es su mejor resultado histórico. Mientras, Por Ávila ha pasado del 0,7% en las autonómicas de 2019 –y el 0,4% en las generales– al 1,1% de este domingo, que se traduce en un procurador.