El pediatra y la doctora que activaron el protocolo de malos tratos 22 días antes de que la pequeña Sara fuese violada y asesinada en Valladolid, declararon hoy en la tercera jornada de juicio contra la madre de la niña y su pareja. La descripción de las lesiones y la situación en la que llegó la niña de 4 años fue desoladora: no sólo estaba llena de hematomas, también estaba sucia y sufría una infección severa en la boca.
Daniel G.V fue el pediatra que vio a Sara el 11 de julio en 2017. Su madre, la militar Davinia M, la llevó a Urgencias del Hospital Campo Grande porque la niña tenía los labios muy hinchados. El facultativo indicó que aparentemente la inflamación podía ser por un traumatismo o por una infección por lo que procedió a examinar a la pequeña. Fue al quitarle la ropa cuando se dió cuenta de que lo que estaba viendo era “extremo”. Al médico no le faltaba experiencia en casos así, fue consejero técnico del Defensor del Menor en Madrid.
Hematomas “por zurcido”
La menor que tenía ante sí estaba llena de hematomas en la espalda, el pecho, los brazos y las nalgas, la zona más afectada. Las marcas eran claramente de dedos y presentaban distinta coloración, lo que indicaba que unos eran de hace dos dias y los más antiguos de entre 8 y 10. Los moratones no fue lo único que le alarmó: Sara, dijo, llegaba en unas condiciones de higiene “deplorables”, especialmente en la zona genital y llevaba la ropa interior sucia.
Para asegurarse de que los hematomas fuesen debidos a un problema de coagulación en la sangre y no a golpes le realizó una prueba específica que descartó esta primera hipótesis. El médico precisó que la madre no dijo nada sobre esas marcas y tampoco se refirió a una quemadura y a varios panadizos en los dedos que saldrían a relucir días más tarde, es más, él no vió lesiones en pies y manos. Pero remarcó que la niña estaba sucia y que tenía “el pelo enmarañado”.
Todo ello le hizo pedir opinión a una compañera que es médico de atención primaria en el mismo hospital pero que además fue médico forense interina en Santa Cruz de Tenerife durante 9 años. Isabel Z.M relató ante el tribunal que desnudaron a la niña completamente y que le llamó la atención el estado en que tenía la boca. “Es lo que llamamos boca séptica, infectada”, explicó. A Sara, a sus cuatro años, le faltaban piezas dentales y otras las tenía rotas. “Era una boca extremadamente descuidada y la comparamos a la boca de un indigente porque es lo que solemos ver en estas personas”, añadió.
La inflamación de los labios, dijo, apuntaba más a un traumatismo. Lo mismo refirió sobre las excoriaciones y añazos que tenía en las comisuras, no eran fruto de una infección porque produce dolor y la niña no lo tenía. “Con el estado de los dientes que tenía no creo que se pudiese morder los labios, sólo había fragmentos y era excesiva la lesión para haberse mordido ella misma, además en algunas partes de la mandibula no había dientes”, añadió. Sobre los hematomas, que tenía por todo el cuerpo, comentó que le llamaron la atención los de las nalgas. “Eran por golpes, estaba llena de arriba a abajo, es lo que llamamos hematomas por zurcido, son el zigzag y no eran por caídas, son otro tipo de hematomas”, precisó. La doctora dio por bueno, aunque no lo recordaba exactamente, el informe que realizó su compañero en el que refería marcas de dedos en el interior de los muslos de la menor. Sí recordó que la exploración genital no reveló ninguna lesión.
Madre impasible
Esta doctora también fue tajante a afirmar que la niña no tenía ninguna lesión en las manos, algo que recuerda bien porque tenía a la pequeña cogida mientras jugaba con su fonendoscopio. “La madre no habló ni de uñero ni de quemadura. La madre es que prácticamente no hablaba, no decía nada, estaba impasible”, dijo. Durante la exploración la niña estuvo muy tranquila, algo poco frecuente según la médica, que remarcó que “hay pocos niños que colaboren tanto”. Descartó que los golpes que tenía en las nalgas fuesen provocados “por azotitos”, que la niña sufriese dermatitis atópica y que esta enfermedad provoque moratones y que las marcas en el interior de los muslos se las hubiese hecho su hermana de 12 años. Además afirmó que se le quedó “grabada” la imagen de la cantidad de hematomas que tenía la pequeña.
Los dos médicos tuvieron claro que estaban ante un caso de “maltrato y abandono” en una ñiña que tenía señales de estar “dejada” y que había que avisar a los Servicios Sociales. Desde ahí les indicaron que había que avisar a la Policía Nacional antes, que una vez allí, recabaron las conclusiones de los dos facultativos.
Hasta el hospital se desplazaron en primer lugar dos agentes del Grupo de Menores, que se dedican a investigar delitos cometidos por menores. Tras hablar con los médicos, se dirigieron a la madre y a las niñas, según afirmó la inspectora. La hermana de Sara, de 12 años “no decía nada” y fue “como una tumba”. La policía recordó que la madre decía que los golpes eran accidentales porque Sara “era muy trasto y se tropezaba”, pero el momento más llamativo que ha relatado es cuando su compañero, agachado a la altura de Sara y le preguntó si alguien la pegaba. “La hermana mayor se echó a llorar, Sara se abrazó a la pierna de su madre, Davinia se puso a dar voces y llamó por teléfono a su hermano”, dijo. Los agentes preguntaron si había algún hombre y ella dijo que su marido, que las había maltratado pero que ya se había ido a trabajar a Reino Unido y el problema estaba resuelto. También le preguntaron directamente si había “algún novio” y lo negó. Dijo que la niña sólo había estado con su padre y con su familia y que nadie la había maltratado, que nadie era “capaz de maltratarla”. El caso pasó a manos esa misma tarde de la UFAM, la unidad de atención a la Familia y la Mujer.
“A Sara siempre le pasan cosas”
22 días después, esta agente comunicó a la hermana de Sara, con la ayuda de una educadora y una psicóloga que la niña había fallecido. “Empezó a llorar y a decir 'pobrecita Sara, pobrecita, qué mala suerte ha tenido, siempre le pasan cosas'”. Posteriormente la adolescente habló de lo que había ocurrido el 28 de julio, cuando encontró a Sara con un brutal golpe en la cara, que le amorató desde la sien a la mejilla. Ella la había visto en su cama a las 7 de la mañana y estaba bien. Sobre las 9 ya tenía el golpe. La pequeña dijo que se había golpeado con una mesa y Roberto, el novio de su madre, lo corroboró.
Los Policías de la UFAM dieron por buena la versión de la madre: el presunto maltrato al que la sometió su expareja y padre de Sara, Marinel. Les dió su número de telefóno e intentaron comprobar que estaba fuera de España. No lo cogió y ellos no realizaron más comprobaciones, simplemente dieron traslado del atestado al juez de Violencia Sobre la Mujer y a la Fiscalía de Menores. En conversaciones con los tíos de las niñas y hermanos de la madre, estos negaron que su hermana tuviese una nueva pareja. Pero la tenía.
Otra doctora sospechó de la sitación de la niña
El 17 de julio, a las 23,00 horas el tío llevó a Sara al centro de salud de Íscar: la niña tenía una quemadura en un dedo, un golpe en otro y panadizos en pies y manos. La doctora que la atendió también sospechó que la niña se encontraba en una situación de abandono: tenía demasiadas “lesiones banales”. Preguntó por cada una de las lesiones, eran de días distintos. El tío dijo que la madre de la niña “no daba impotancia a esas cosas” pero a la médica le pareció sospechoso que no hubiesen llevado al médico a la niña antes.
Cuando la estaba explorando el tío de Sara le dijo algo que la escamó más aún: “que sepa usted que esto no son malos tratos”, le espetó. Y le contó que tras la visita a un hospital, al que habían ido por las mismas lesiones que ella examinaba, se había abierto un expediente y habían dejado a la cría sin tratamiento. “Me centré en convencerlo para la que llevase a un pediatra, pero él no quería porque decía que no la habían hecho nada, y yo le dije que le derivaría a uno de la Seguridad Social”, declaró.
La pequeña acabó en el Clínico. El pediatra que la examinó habló también de cierto abandono en la niña, que los tíos reconocieron en parte y se refirieron, esta vez sí, a que la madre tenía un nuevo novio y podía estar desatendiendo algo a las niñas. Este facultativo sí se dió cuenta de que la niña tenía la boca muy mal cuidada pero no vió hematomas. En cuando a la quemadura que tenía en el dedo, le dijeron que se había producido por una salpicadura de aceite, mientras que la madre ha dicho en el juicio que se quemó con la vitrocerámica.
Davinia M y su novio, Roberto H.H. se exponen a una pena de prisión permanente revisable. La primera como autora por comisión por omisión, al ser consciente de que a su hija la estaban maltratando y no evitarlo, y el segundo como autor material de una muerte a golpes y una agresión sexual sobre la niña. Sara ingresó el 2 de agosto en el Hospital Clínico de Valladolid en situación de muerte cerebral, y falleció al día siguiente.